lunes, 6 de marzo de 2017

El testimonio del Dr. Garrido Arboledas
En septiembre de 1977m el Dr. Garrido Arboledas, titular de la enfermería de Linares, publicó su testimonio de lo sucedido durante aquellas dramáticas horas. Fue en la revista profesional "Cirugía taurina", que se edita en México. Reproducimos aquí el texto íntegro de ese testimonio.
 
Redacción
He sido solicitado numerosas veces para entrevistas y cambio de impresión sobre las circunstancias que rodearon mi intervención como Médico Jefe del Equipo Quirúrgico en la Enfermería de la plaza de toros de Linares, cosa a la que siempre no he accedido, hasta el pasado año de 1973, en que a requerimiento de Televisión Española no pude excusarme, haciendo unas declaraciones que no tenían carácter científico, éste solo reservado para algunos profesionales.
Este momento ha llegado, ya que a la familia médica de Cirugía Taurina, no puedo negarme, al mismo tiempo que constituye para mí poder contar a tan ilustres compañeros al proceso seguido y tratamiento, en la mortal cogida del matador de toros Manolete.
La cornada que sufrió Manolete es como vulgarmente se dice de “caballo” por los grandes destrozos sufridos, ya que el toro se la produjo a placer, puesto que el diestro entró a matar con los terrenos cambiados, en los terrenos de chiqueros y el toro humillado. Como lo hizo sin aliviarse y con mucha lentitud, el toro no tuvo más que levantar la cabeza y ensartarlo, penetrando el cuerno dentro del muslo unos 25 o 30 cms. Y girando el cuerpo sobre el pitón hundido con un ángulo de 180º.
La cornada como es sabido, estaba a nivel del triángulo de Scarpa, con un orificio de entrada de unos 8 cms. Sin desgarro en piel; pero una vez explorado, aprecié una trayectoria hacía afuera y arriba que llegaba hasta el trocánter mayor y otra hacía abajo y fuera hasta la cara externa del muslo terminado unos cuatro centímetros por encima de la rodilla. Como el cuerpo había girado sobre el pitón, los músculos Sartorio, Recto anterior, porción externa del Tríceps y demás músculos de la cara antero-externa del muslo, estaban destrozados, rotura de los múltiples vasos vasculares, en fin, daba el aspecto de las lesiones sufridas por explosión, dados los grandes destrozos que presentaba; la cornada a nivel de su entrada, había destrozado la Safena las venas y arterias femorales y vasos pudendos y como consecuencia lógica los síntomas de anemia aguda y shock eran muy intensos.
En estas condiciones ingresó en la enfermería con estas palabras: “¿Qué me pasa que no veo?”
Me revestí de tranquilidad y pude rápidamente ligar en masa el paquete vasculo nervioso, safena y demás vasos.
El año de 1947 no era obligatorio tener equipo de sangre, pero para mi equipo tenía un aparato Cardí, con el que la señorita María Luisa López le hizo la primera transfusión directa con sangre donada por un cabo de la Policía Armada, no sé exactamente la cantidad, pero que sería de unos 300 cms. y también un compañero de éste se prestó voluntario que solo pudo poner unos 150 centímetros cúbicos, se consiguió que se reanimara un poco y entonces como es natural, desbridé ambos trayectos, encontrando los destrozos musculares mencionados, hice una toilet de la región y colocando los desagües necesarios . Se le puso una nueva transfusión de sangre de 500 centímetros cúbicos. Esta donada por el matador de toros Parrao, ya retirado.
La tensión arterial solamente era de 7 y fue tratado convenientemente con tónicos cardíacos hipotensores de modo intenso, ya que siempre Manolete era un hipotensivo.
La intervención quirúrgica la realicé con los compañeros de mi equipo doctores, César Lara y Luís Garzón y ayudante Técnico Sanitario José María de los Herreros. Anestesia general con aparato de Abremdam, ya que en esa época no teníamos la anestesia controlada; la intervención fue presenciada por el doctor Izarra, cirujano de la plaza de toros de Valdepeñas y amigo de Manolete; durante la intervención se le administraron los Sacramentos de Extremaunción por el capellán de la plaza don Antonio de la Torre, el que más tarde lo confesó en el hospital clínica de los Excmos. Sres. Marqueses de Linares, cuando se recuperó en parte del fuerte shock que sufría.
Terminada la operación, se le trasladó como es natural a una de las camas de la enfermería, se le puso una nueva transfusión donada por el cabo de la policía ya mencionado, esta de 500 centímetros cúbicos y efectuada por los equipos del doctor Maza de Jaén y el local de la señorita María Luisa López.
Se acordó el traslado al mencionado hospital y dada la suma gravedad del diestro, éste se efectuó en camilla, pero a mano, dado que los movimientos bruscos de la ambulancia, no tan perfeccionados como los actuales y la pavimentación deficiente podía agravar su situación crítica.
Una vez en el hospital y de acuerdo con el doctor Corzo, amigo y gran cirujano de la ciudad de Úbeda. Levantamos el apósito por si sangraba algún vaso muscular y comprobada no existía anomalía, se pasó a la habitación número 18 de la clínica para continuar su tratamiento. En esto se le puso una transfusión de 500 centímetro cúbicos, pero al notar síntomas de rechazo se suspendió a los 400 centímetros cúbicos.
De común acuerdo con los señores Álvaro Domecq y don José Flores “Camará” como amigo y apoderado de Manolete y dada la suma gravedad del diestro se acordó avisar al Dr. Jiménez Guinea, médico Jefe de la plaza de toros de Madrid con objeto de mantener una interconsulta con el mismo y tratamiento a seguir. El doctor don Wenceslao Martínez de esta localidad se encontraba como médico de guardia y atendió permanentemente al herido y según me comunicó y yo comprobé personalmente, dentro de su extrema gravedad había reaccionado algo de su intenso shock encontrándose despejado, orinó normalmente e incluso pidiendo un cigarrillo, por decir se encontraba mejor.
El médico consultor llegaría aproximadamente de tres a tres y media de la madrugada celebrándose a continuación la consulta y cambio de impresiones, asistiendo a la misma los doctores Isarre, Corzo, Lara, Jiménez Guinea y el que suscribe.
Todos conformes con la suma gravedad de Manolete y que en caso de recuperación del mismo lo más probable sería la amputación del miembro abdominal por el tercio superior y manifestando el doctor Jiménez Guinea que de momento no había que tocar las heridas por no haber sintomatología que lo aconsejara, ahora bien, que dado el estado de suma gravedad convendría hacerle un tratamiento a base de plasma, en lo que no hubo conformidad ya que indicamos los síntomas de rechace que había tenido en la última transfusión.
Por desgracia, a las cinco y diez de la madrugada falleció Manuel Rodríguez “Manolete” por bloqueo renal y shock consiguiente por intolerancia al plasma que se le aplicó”.

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