miércoles, 20 de febrero de 2019

Manuel Fuentes Rodríguez «Bocanegra» 




El toreo de «Bocanegra» fue el característico de los lidiadores valerosos, que realizan unas faenas poco lucidas en el plano artístico, pero con una verdad que asusta...

Hijo del banderillero y matador de novillos Manuel Fuentes «Canuto». Nació el 21 de marzo de 1837, con lo cual se han cumplido 160 años del alumbramiento. Se inició muy joven como rehiletero en la cuadrilla juvenil de niños cordobeses que organizó Antonio Luque «Cámara». Al calor de este grupo logró conocer de cerca la problemática de la Fiesta. Con ellos anduvo de plaza en plaza, hasta conseguir un mediano aprendizaje, sin el que no hubiera sido posible su integración en cuadrillas más relevantes. Efectivamente, superada la
referida etapa de alumno, se colocó con Francisco Rodríguez «Caniqui», y más tarde con José Dámaso Rodríguez «Pepete», pariente suyo. Con «Pepete» estuvo desde 1855 al 1860. A partir del 60 pasa a ocupar un puesto en la cuadrilla del sevillano Manuel Domínguez, conocido por «Desperdicios», apodo que en honor de la rigurosidad, jamás usó el diestro para anunciarse en los carteles. El toreo de «Bocanegra» fue el característico de los lidiadores valerosos, que realizan unas faenas poco lucidas en el plano artístico, pero con una verdad que asusta. Evolucionó en el grupo de los
que se mueven a impulsos de una afición sin límites y que merodean sin aspavientos los terrenos trágicos de la cornada. Resultó ser un torero, tal vez tosco, pero muy poderoso y sobre todo y ante todo ¡auténtico! El añadido o mote que Fuentes soportaba, le viene principalmente porque se parecía mucho físicamente al banderillero de Chiclana de la Frontera: José Fernández de los Santos «Bocanegra». Y por si fuera poco, en el barrio a Manolo le llamaban sus amigos «Boca»; ambas razones sumadas, propiciaron que al cordobés le conozcamos por «Bocanegra», fundamentalmente en la faceta taurina.
Trayectoria de «Bocanegra»
Con Manuel Domínguez hizo su presentación en Madrid el 1 1 de marzo de 1 860, banderilleando un primer toro de Hernández, llamado «Primavero» -retinto- y un segundo ejemplar llamado «Rubito» -castaño-, ambos de Saltillo. Con los palos le acompañó el también rehiletero Nicolás Baró. Unas tardes de subalterno, otras de medio espada y otras de novillero, se fue curtiendo en tan dura profesión, hasta que llegó el momento de la alternativa -según los cronistas de la época un tanto precipitada- que le cedió su maestro Manuel Domínguez. La ceremonia se realizó en El Puerto el día 3 1 de agosto de 1862. El burel del doctorado se llamó «Recobero», y era del Marqués de Tamarón. Como sobresaliente actuó esa tarde Jacinto Machio. A destacar el hecho de que Domínguez sólo lidió dos toros -segundo y tercero- por haberse lesionando
en la mano derecha; «Boca- embargo sí aceptaban y annegra», por lo tanto, despachó helaban degustar el toreo a los cuatro restantes. hondo y seguro que purísimo En adelante alternó con los del cordobés Fuentes». matadores Antonio Carmona En las temporadas si«Gordito» y el «Lavi» de ma- guientes descendió notableñera más continuada, así mente el número de contracomo también con su primo tos y a la vista salta en las «Lagartijo». estadísticas que «Bocanegra» Consta que el 5 de mayo de estuvo muy desplazado de los 1 864, Francisco Herrera «Cu- carteles posteriores al 68. chares», le confirmó la alter- No bastaba con sufrir una nativa en Madrid, cediéndole ' endeble situación profesional el toro «Romito» -negro-, del como queda apuntado, sino ganadero Rafael José de la Cunha. Los altibajos en el número que se le agudizó un problema en la vista que evidentemente tuvo que solucionar. En conde funciones que contrataba, secuencia, por unas causas y fueron una constante nega- otras Paso en blanco las temtiva en su carrera taurina, aun cuando el mencionado «Lagartijo» procuró en todo momento ayudarle, a excepción del período que pasaron ambos parientes distanciados. Una de sus mejores temporadas fue la de 1 868, y más concretamente en Madrid, pues nada menos que en esta plaza sustituyó en los carteles al «Gordito». El motivo lo explicaron los revisteros con toda claridad: «el toreo un tanto alegre y más artificioso de lo aceptable, no complacía poradasde 1869 y 1870. 

"Bocanegra", a! rematar un quite resultó perseguido por el animal con tai celeridad que no tuvo tiempo de taparse del todo en el burladero...» (t Baeza, 21 de junio de 1889).
esueltas las diferencias con «Lagartijo», éste le buscó sitio en varios carteles y en las temporadas siguientes ajustó Manolo más corridas de las pensadas. Una de las tardes que ha pasado a la historia como la del definitivo reencuentro, fue la del 1 de junio de 1873. Se montó este cartel especialmente para que ambos celebraran su definitiva identificación amistosa y familiar, lidiando mano a mano seis toros de José Bermúdez en el entrañable coso de «Los Tejares». Curiosamente, el segundo
animal que salió al ruedo se llamó «Lagartijo» y lo estoqueó el propio Rafael Molina. Es verdad que la intervención del primer califa supuso algo más de movimiento en la carrera taurina de «Bocanegra», pero aun cuando fueron bastantes las tardes que anduvo enrolado en algún que otro cartel, lo cierto es que las cantidades que cobraba era sumamente modestas y, por lo tanto, insuficientes para poder acumular un capitalito. El 16 de junio de 1889, Manuel se vistió de luces por última vez en Madrid. Accedió al
cartel vía sustitución, en el lugar que debió ocupar «Frascuelo», que se encontraba herido. Esa tarde lidió junto a «Lagartijo», Ángel pastor y «Guerrita». Bruno del Amo «Recortes» recoge en sus biografías el pasaje de esta última corrida de «Bocanegra» en Madrid con el siguiente texto: «.. .mató estupendamente recibiendo al toro "Rosquillero" (retinto) de Aleas y estuvo fatal con su segundo: "Chaparro" (negro) de Solís, un bicho mansurrón e incierto que hizo pasarlas "moradas " al veterano espada, que salió entristecido y apenado del ruedo de la Corte, en el que se había presentado veintinueve años antes».
Muerte en la plaza
«Bocanegra» instruía a una cuadrilla de toreros jóvenes, entre los que se encontraba como matador su sobrino Rafael Ramos «El Meló». Contrataron a este grupo para el día 20 de junio de 1889 se suspendió el espectáculo y aprovechó Fuentes la proposición que se le hizo para torear muy cerquita de concretamente en Baeza, para suplir a muchachos que no habían aceptado lidiar a los novillos que tenían preparados, fundamentalmente por su trapío desmesurado y su escasa presunta nobleza. Así fue, aquella misma tarde la cuadrilla de toreros noveles de Córdoba, hizo el paseíllo conscientes de las dificultades que se le iban a presentar. Fuentes dirigía desde el callejón a los suyos, cuando iná'tuyó que uno de los ejemplares, un tal «Hormigón» (negro) de la ganadería de Agustín Hernández, iba a presentarles más complicaciones de las nor
males. Saltó al ruedo con un capote albergando la sana idea de cooperar con su experiencia. Pudo ser así, pero no fue, porque al rematar un quite resultó perseguido por el animal con tal celeridad que «Bocanegra» no tuvo tiempo de taparse del todo en el burladero, circunstancia que propició el que el toro lo enganchase por la ingle con tan mala fortuna que fue la consecuencia fatal de su fallecimiento al día siguiente. De esta forma tan torera y tan inoportuna, Manuel Fuentes «Bocanegra» firmó el punto final de su biografía.
Y por último: ¡un brindis!
Tengo el placer de brindar esta semblanza a Manuel Fuentes Castro, descendiente directo de «Bocanegra», amigo de todos y aficionado a los toros de veinticuatro quilates. Manolo sigue en la brecha acompañando en la actualidad a José Luis Moreno en primer lugar como su amigo y consejero y en segundo lugar ejerciendo de mozo de estoques. ¡No tiene remedio! Manuel es un torero frustrado que vive las tardes de toros como si de luces se vistiera. Manolo no busca notoriedad, ni dinero, ni reconocimiento de los que ha
ayudado, Manolo lo que busca es que José Luis Moreno triunfe en nombre de una raza que, respetando al toro a través del arte puro, engendra cada tarde, con los pinceles de la muleta un cuadro irrepetible, cuajado de luz, de oro, de sangre y de tragedia sorda. No olvido dejar constancia de que el abuelo del actual Manuel Fuentes era nieto del recordado «Bocanegra», y que toreó bastantes novilladas sin caballos, aunque no llegara a cuajar de forma notable. También su padre se dedicó a esto del toro, actuando como mozo de estoques, pues intentó despuntar como novillero pero no alcanzó el objetivo. A todos nos agradaría ver cualquier tarde de cualquier día de cualquier año..., pero en fecha no muy lejana, a un nieto del actual Manuel Fuentes, cruzando, desmonterado, el ruedo de «Los Califas».con el sobrenombre de «Bocanegra»...


En el archivo de Protocolos de Córdoba y con el número ciento cuarenta y cuatro, existe una escritura que relaciona a Úbeda con el torero «Bocanegra» en los siguientes términos: «Autorizada por el notario que fue de esta capital (Córdoba), don Ángel Osuna García, con fecha 27 de agosto de 1872 y bajo el número indicado de Protocolo. Don ¡osé María Lorente Rubio, vecino de Úbeda y contratista de su plaza de toros, y Manuel Fuentes Rodríguez, conocido por "Bocanegra"». Manuel Fuentes -primo de Lagartijo- se encontraba en tales fechas, arropado por Rafael, una vez salvadas las diferencias existentes entre ambos y una vez también que Manuel se recuperó de una enfermedad en la vista. Ambos motivos le ocasionaron una notable disminución de actuaciones, tanto en la temporada del 69 como la siguiente de f 870. Por lo tanto, en el 72 ya circulaba desahogado en el aspecto taurino. Contaba con una edad aceptablemente madura, léase 35 años, que facilitaba su desenvolvimiento en el ruedo. El reencuentro definitivo con «Lagartijo» se produjo el día 1 de junio de 1873, lidiando en «Los Tejares» seis toros de José Bermúdez Reina, mano a mano.
Un contrato de «Bocanegra» en I ínula
Con este familiar cartel, dieron por superadas las diferencias que les mantenía dentro de un tensionado paréntesis. «...Convivieron y obligaron, el primero como contratista de la plaza de toros de Úbeda, en dar dos corridas de cinco animales en cada una, la primera el día 29 de septiembre, y la segunda el 4 de octubre próximo, en la referida plaza, por lo que se obligaba a contratar al dicho «Bocanegra» con su media cuadrilla, para que actuara en las referidas corridas, matando éste como espada, tres toros en cada una...». De los cinco animales, tres los ha de finiquitar el diestro contratado, y los dos restantes el «media espada», que era el torero aspirante a obtener algún día el grado de matador de alternativa. Solía practicar, matando a uno o dos toros -los últimos de cada corrida- y resultaba fundamental antiguamente para alcanzar el doctorado en los conocimientos precisos y con la suficiencia necesaria. «...El cual se obligaba y aceptaba y por lo que percibiría por su trabajo y su media cuadrilla: doce mil reales vellón, por cada corrida...». Los doce mil reales equivalían a tres mil pesetas de aquellos tiempos. Desarrollando la conversión de reales en pesetas, sería así: Doce mil reales vellón = mil doscientos escudos. Mñ doscientos escudos = trescientas monedas de dos duros. Trescientas monedas de dos duros = tres mil pesetas. «...Fueron testigos de este contrato don Felipe Puentes Roldan y don José María Moñino Barrena que firmaron con los contratantes y fedatario en la fecha de cabecera: 27 agosto 1872». Diecisiete años después de la contratación transcrita literalmente, «Bocanegra» instruía a un grupo de toreros jóvenes, que fueron contratados para la plaza de Úbeda, concretamente para el día 20-junio-1889. No se pudo celebrar el festejo en la bella localidad, por no estar en condiciones el piso del ruedo. Para no perder la oportunidad de torear, hubo de celebrarse la corrida en Baeza, población con mucho sabor taurino. Manuel Fuentes, en una desgraciada intervención, recibió una cornada que le deparó la muerte.


                    POR: FRANCISCO BRAVO ANTIBÓN

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