jueves, 13 de junio de 2019


               AL DERRIBO DEL HÉROE


Es lamentable como los intelectuales de la “nueva ola”, indudablemente al servicio de la clase política, dejan a un lado lo que no les interesa de la historia, aunque por ello, lleguen a hacer el ridículo, en grado superlativo. Para ellos, el que los toros sean lo último que queda del orbe antiguo, de la era de los Titanes y de los Dioses, eso no es de su onda. Ni tampoco que el torero sea la última figura del verdadero héroe que nos queda, ni que ese héroe verdadero esté casi desaparecido de nuestra sociedad, usurpando su lugar los famosillos de “perra gorda”, que encumbran los medios de comunicación, aunque la excelencia, en aquellos, brille por su ausencia. Por eso, en los tiempos que vivimos, es milagroso que, en España, Francia y demás zonas de la geografía taurina, haya permanecido el rito más antiguo de la tierra, que viene nada menos que de la Atlántida, que ha sido contado por Platón en sus diálogos, “Crítias” y “Timeo”, escritos hacia el año 360 antes de Cristo. Ahí nos revela, aquel sabio discípulo de Selón, como los doce reyes de la confederación Atlántida se reunían una vez al año para realizar una especie de debate del estado de la nación. Y, para celebrarlo, se concentraba todo el pueblo en un anfiteatro circular presidido por los doce reyes citados. En el centro de aquel ruedo –cuenta Platón, literalmente- un hombre, con un trapo y un instrumento de hierro, mataba un toro. 





Boadella,  en su "Decálogo" sobre la Tauromaquia, con toda la razón, señala que una corrida de toros es una lección de la vida misma, y que, en cinco minutos, en una plaza de toros, se producen más obras de arte que en el propio Museo del Prado.
Finalmente, a lo que queremos llegar, además de lo dicho, es a lo que los que secundan el adoctrinamiento “anti”
obvian, para que este se lleve a cabo, sin tener en cuenta los valores que, tanto Boadella como Sánchez Dragó y muchas otras mentes sanas y sensatas señalan: lo que los cánones del toreo enseñan, son los propios cánones de la vida; si en la vida sabes “parar, templar y mandar”, la vivirás correctamente. En el toreo, eso es lo que se aprende, y eso es lo que quieren experimentar los jóvenes que quieren ser toreros, aprender a afrontar la vida desde el marco de la emoción. Vemos a diario, cómo lo expresan (mucho mejor que los que tienen un nivel cultural muy superior a ellos) hombres que han sido y son toreros, y muchos jóvenes que quieren seguir sus pasos. ¿Por qué privarlos de eso, en tiempos donde tanto se habla de libertad y de represión? Además, dicho sea de paso y para quien no lo sepa, los jóvenes que salen hoy a las plazas lo hacen con el consentimiento de sus padres o tutores legales. Así que, bueno sería centrarse en lo que en estos tiempos tanto se adolece: el respeto. Ese respeto que tanto airea la clase política, pero del que muy pronto se olvida y pierde en los parlamentos y hasta en el congreso, donde, por el contrario, debería dar ejemplo. Y no digamos del tan manido vocablo “democracia”, mientras se cambian nombres de calles a criterio de unos pocos, sin contemplar la opinión del pueblo, ni los verdaderos motivos que llevaron a su titularidad. 



Creo que la mayor equivocación que cometen los aprendices de políticos que hoy nos invaden es creer que el pueblo es tonto, y tarde se dan cuenta, que la prepotencia, la ignorancia y las alianzas claramente encaminadas a conseguir un sillón, se paga en las urnas, dando lugar a las “pataletas” de última hora, que dejan al descubierto su verdadera condición.
Domingo Echevarría 
Fotos: José Luis Cuevas



No hay comentarios:

Publicar un comentario