martes, 17 de septiembre de 2019

Sonia Lerma: "Una mujer nunca va a tener el mismo movimiento delante de un toro que un hombre"


Sonia Lerma es la única mujer que ha llegado a debutar como novillera en Salamanca. Hoy nos cuenta su historia. 


Sonia Lerma está a punto de cumplir cuarenta años, hace 20 que dejó el toreo, "me desilusioné", asegura, aunque en sus ojos todavía queda ese brillo que a todos les queda después de su retirada. Este mundo le ha dado a su marido, Rafael Rosa, para él solo tiene palabras bonitas, "es uno de los mejores banderilleros del escalafón" y a sus tres hijos, Rafael, Diego y Alejandro, "lo mejor que me ha pasado en la vida". 



Su afición le viene desde bien pequeña, sus padres "son feriantes", pero "muy taurinos de toda la vida". Familiares dedicados al mundo, un tío banderillero y su primo; Miguel Abellán, "por ahí me vino la afición", asegura. Los estudios no le gustaban y a los 11 años ya quería entrar en la Escuela de Tauromaquia. "Mi padre me dijo que si estudiaba, podría entrar, esa era la moneda de cambio, finalmente entré en el año 1996". 
Cinco años al mando de Flores Blázquez y Juan José "a mí no me costó entrar. Mis compañeros fueron muy buenos conmigo". No era la única mujer, "había otra", de ella le quedó muy buen recuerdo, "me quedé triste porque éramos las únicas, pero la verdad que no tuve ningún problema", asevera.



Lerma hacía tapia a diario "me escapaba, mi padre me reñía mucho, luego ya se enteraron los profesores y me empezaron a llevar al campo. Hice muchísimo, los ganaderos conmigo se portaron genial, debuté con un becerro en Boadilla y a raíz de ahí empecé a matar novilladas". El primer año fueron trece, el segundo más de veinte y el tercero más de treinta. "El cuarto año debuté con caballos, me fui a América".



Recuerda de entonces a la que fue su moza de espadas, María Jesús Gil, "me he matado muchísimo, entrenaba mañana, tarde y noche. Me costaba más esfuerzo que al resto de compañeros, siempre me ha frustrado que mis movimientos nunca fueran como los de ellos". Cree que "no es un oficio solo de hombres, yo también me he puesto delante", pero "una mujer nunca va a tener el mismo movimiento delante d






La espada "era mi cruz, no tenía la misma fuerza, podrán salir muchas mujeres pero nunca se podrán comparar, el físico es diferente, no estoy en contra, yo he sido y he querido ser que quede claro. Ellos no te ponen trabas, en mi caso siempre me han ayudado y no me cansaré nunca de repetirlo". 



Debutó con caballos en América, "cometí un error, mi frustración ha sido no torear en Salamanca, aquí tenía muy buen ambiente, yo pude tener mi debut en La Glorieta. Me lo pintaron todo muy bonito, creo que me anticipé, me fui a Perú, estuve en una plaza muy bonita, fue especial, tenía 18 años, estaba sola, cogí un avión y me fui al otro lado del mundo dos meses, no sabía lo que me esperaba, vine desilusionada", todavía le cuesta recordarlo. 





Se sentó con su padre a la vuelta tras torear en La Flecha (Valladolid), "me costó tomar la decisión, pero no quería seguir. Yo podía dar más de mí, pero me quité con todas las consecuencias". A partir de ahí, "conocí a mi marido que es cordobés, nos conocimos de tapia, a raíz del campo, después tuve a mis tres niños". 

Hoy, sigue entrenando y sigue saliendo al campo, "Rafael, mi marido, es uno de los mejores banderilleros del mundo", ha toreado con Rivera Ordóñez, Finito de Córdoba, Manuel Díaz 'El Cordobés', José María Manzanares y ahora está con Cayetano, "estoy muy vinculada a este mundo y mis tres niños son muy taurinos"



Después de tantos años, Lerma, cree que la profesión le ha dejado "valores y amigos como Javier Castaño entre otros muchos". No le gustaría volver, "aunque sigo toreando. Nos une una amistad muy grande con Finito de Córdoba, vivimos al lado, cada vez que va a algún sitio me lleva al campo, salgo toreo... me han ofrecido algunos festivales, pero si no es en Salamanca, no torearé en ningún sitio más". 
POR: TRIBUNA SALAMANCA

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