Ni yo, ni
ningún taurino disfruta con el maltrato animal; esa es la demagogia que
utilizáis los abolicionistas. El mayor problema en esta polémica es la falta de
entendimiento. La visión que los taurinos tenemos del espectáculo no es la que
tenéis vosotros; hay muchos matices que no podéis entender sin conocer el mundo
de los toros que tanto odiáis. Por eso lo mejor es respetarse; a mí no me gusta
el boxeo y por eso no voy a verlo, pero tampoco lo critico. Estamos en democracia,
así que el que aborrezca los toros que
no los vea y punto…, sin tratar de imponer su criterio.
Además, yo no
inicié esta polémica. La iniciasteis los abolicionistas, no respetando a un
torero modesto como “Garbanzo”, cuando manifestó su ilusión de torear por
penúltima vez en su tierra, tachándolo de presuntuoso y de querer “sacar pecho”
como torero. Me dolió porque soy su biógrafo y conozco las vicisitudes de su
vida. ¿Qué pecho puede sacar este hombre operado tres veces de cáncer de
pulmón?
Alejandro
Castro, otro torero de Córdoba, organizó también un festival, no hace mucho, a
beneficio contra el cáncer, pues esta enfermedad se llevó a su hermana en la
flor de la vida, con 30 años. Una pena eterna para él, para su familia, para
sus hijos pequeños que quedaron sin su madre. ¿También quería sacar pecho? ¿Qué
pasa…, que esa obsesiva defensa por los toros, os hace olvidar el respeto por
el ser humano? No suelo entrar en estas polémicas pero me indignó vuestra falta
de respeto. ¿Dónde está esa sensibilidad de la que tanto alardeáis? ¿No
pudisteis esperar a otra ocasión? ¿Tenía que ser cuando se habló del Festival
del Cáncer para machacar el sentimiento de estos hombres?
Eugenio Raúl
Zaffaroni dice que “el amor a los animales y a la naturaleza lleva al odio a
los humanos o al menos debilita el amor a los humanos”. Muchas de vuestras
manifestaciones llevan a pensar eso.
Finalmente,
os invito a la reflexión que expresa este poema, titulado: “Balada del toro
manso”. Tal vez os aclare algo.
BALADA DEL TORO MANSO
Nací de una vaca mansa.
Soy carne del matadero.
Quién pudiera ser de raza
para morir en la plaza
con la gloria de un torero.
¿Porqué no tuve yo un padre
bravo como “Tabernero”?
Nací de una pobre madre,
de las llamadas de carne
que no fue ni al tentadero.
Sufro mi triste destino:
el de ser agua pasada
que ya no mueve molino.
Moriré como el cobarde,
del que nadie escribe nada.
Será una triste tarde;
a mi pobre ganadero
vendrá a regatearle
un terrible carnicero.
Reliquia para un museo
mi cabeza no será,
ni mis orejas trofeo,
ni mi nombre pasará
a la historia del toreo.
¡Vamos a respetarnos!
Domingo Echevarría