Hablar del maestro fino siempre es fácil, sobre todo para mi, puesto que no es solo hablar de un torero grandioso, tocado con la varita de los elegidos , sino también de una persona con una calidad humana extraordinaria.
Para hablar del maestro, me tengo que trasladar al invierno del 92/93. En ese momento llego al toreo y empiezo a conocer y a tener inquietudes taurinas, y me encuentro a un torero de mi tierra que es figura del toreo. Me doy cuenta que hay un torero en Córdoba con una etapa novilleril triunfal como nunca se había visto, es entoces cuando empiezo a interesarme por la figura del maestro del que me hablan y comentan cosas que no tuve el privilegio de conocer in situ.
A partir de ahí empieza una profunda admiración por un torero y un concepto. Comencé a llenarme de vídeos, fotos, entrevistas y no había nada que se publicará de “Finito de Córdoba” que no lo tuviera en mis manos. ¡Ya lo tenía claro! Quería ser torero y mi fuente y espejo iba a ser Juan Serrano “Finito de Córdoba”. Tal era y es mi admiración, hasta el punto de idolatrarlo. Mi habitación era un santuario al maestro con fotografías, pósters y entrevistas suyas No había una noche donde la última visión fuese finito, ni un despertar donde la primera imagen fuese del mismo.
El tiempo pasa y mis objetivos y metas no se van cumpliendo, a la vez que mi admiración hacia el fino va creciendo.
Cuando decidí hacerme banderillero , tuve una primera meta y como no podía ser de otra forma era la de acompañar al maestro en sus filas.
Inolvidable fue cuando logré colocarme al lado del maestro, porque ahí empiezo a conocer aún más a un torero elegido, de una calidad, prestancia, torería y clase que jamás había conocido. En ese instante conozco a Juan Serrano, y tengo que decir sin llegar a equivocarme que si bueno es como torero, mejor es como persona.
(FOTOGRAFÍA: capilla en la plaza de toros de Bogotá.)
Fueron 4 temporadas de continuo aprendizaje, de momentos únicos, de ferias y faenas inolvidables, años donde pude ver como un torero que era mi espejo, no solo lo era mío sino el también de infinidad de profesionales y toreros. Pude ver de primera mano como el maestro no sólo era mi torero, sino que era y es torero de toreros.
Son ya varios los años en los que no lo acompaño en sus filas, pero tengo el privilegio de poder estar cerca de él y seguir disfrutándolo.
Tengo el grandísimo honor como he dicho anteriormente de conocer, disfrutar y tener muy de cerca a un torero grande, único que ahora cumple 25 años de alternativa , son 25 años llenos de grandeza única, de una torería sin igual y de una técnica privilegiada, 25 años de regalo para el toreo.
Gracias maestro por estos 25 años , gracias por darnos tantos momentos de toreo eterno, de una plasticidad y expresión que sólo tienen los elegidos y gracias con tocarme con su “varita de la amistad para vivir a su lado tantos y tantos momentos que me ha regalado y que me seguirá regalando.
GRACIAS POR EXISTIR, GRACIAS.
RAFAEL ROSA, BANDERILLERO
(FOTOGRAFÍA: plaza de toros de Valencia.)