En la Carlota, en el ruedo de la coqueta Plaza de
Toros de “Los Jardines del Pilar”, el pasado viernes día 28 de junio, se
entregó el trofeo “Toreo eterno”, que la Asociación Cultural Taurina Carloteña
otorga al torero que, en la Feria cordobesa de la Salud, más se identifique por
su labor, con la línea torera que dicha Asociación ha establecido para su concesión,
línea que define perfectamente, por sí sola, el nombre del trofeo “Al Toreo
Eterno”.
Hay que felicitar a esta joven Asociación por varios
conceptos: primero porque en poco más de un año de andadura, ha demostrado que
está formada por muy buenos aficionados pues, su empeño y su trabajo,
claramente está encaminado al bien de la fiesta. Segundo, por el acierto en el
trofeo creado, en el nombre elegido para el mismo: “Al Toreo Eterno”, y en el
torero elegido como merecedor del mismo José Luis Moreno. La faena de José Luis
al toro de “la Palmosilla “, de este año en los Califas, mostró a las claras,
lo que los filósofos y estudiosos definen como arte: “un misterio eternamente
fugitivo”, porque se puede manifestar en cualquier lugar y en cualquier
momento, como algo mágico, en donde caben todos los calificativos que definen
la belleza y la elegancia. Algo mágico que sólo aprecian las sensibilidades
finas y depuradas, a través de los ojos del alma y el oído del corazón,
aposentándose finalmente en el aire, en el tiempo y en el alma de los que lo
viven para siempre. Por eso, nunca mejor dicho: “Toreo eterno”. Moreno mostró
la expresión consciente de su espíritu torero, cuando descargó todo su
sentimiento con la fuerza creadora de su pasión torera, cuando su capote lento
paró casi el tiempo, y su muleta no dejó trazo lineal susceptible de
repetición. Nuestro aplauso desde aquí al torero, y a esta Peña modesta, que
sabe lo que hace y lo que defiende.
En noche agradable, Diego Pineda, tesorero de
aquella Asociación, puso los primeros
compases de emotividad, que fueron creciendo cuando su simpática alcaldesa,
Rafaela Crespín Rubio, dirigió sus
cariñosas palabras al torero, al trabajo de la junta directiva de la Peña y a
los demás asistentes, hasta calar hondo en la sensibilidad del maestro, que desde
el sitio que ocupaba junto a su esposa, salió al estrado a agradecer tanta
deferencia, visiblemente emocionado, expresando con sentidas palabras que, el
respeto que sentía por la Plaza de Toros de Córdoba ha sido siempre un gran
peso para él, pero que siempre lo ha superado con el apoyo y el cariño de su
afición, lo que también ha sido un gran estímulo para superar las dificultades
que tiene la profesión.
Excelentes anfitriones, mejor público, y un gran
torero dentro y fuera de la plaza. Así da gusto y se hace afición. ¡En hora
buena!
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