Dirijo
este escrito, a quien, “sacando pecho” como veterinario abolicionista,
desahogadamente, llamó estúpido al espectáculo de la fiesta de los toros, en su
carta enviada a Diario Córdoba, el 22 de febrero de 2014, y a quien, en lo
sucesivo, llamaré “señor licenciado”.
Sepa
“señor licenciado” que, tanto el Sr. Gordón, como todo aficionado que se precie
de ello, conoce bien vuestras actividades, mayormente por el grado de
ordinariez de algunas de ellas, por ejemplo, la de enviar chicas desnudas a las
plazas de toros.
Por
otra parte, me alegra ver como toma para expresarse, vocablos de la “jerga
taurina”, como “espantá”, porque al menos, la nuestra, ya le sirve para
culturizarse. Y referente a la “espantá” a la que alude en su carta, más bien
será que, aunque no lo crea, la fiesta de los toros, es un espectáculo para
inteligentes y personas de una depurada sensibilidad, muy dadas al dicho: “a
palabras necias, oídos sordos”. Al respecto, le señalo también, que
personalidades como Premios Nobel, grandes filósofos y estudiosos de la
sensibilidad humana como Carlyle, Bergamín o Unamuno; escritores como Góngora,
Cervantes, Bécquer o Lorca; pintores como Goya, Zuloaga, Romero de Torres,
Ruano Llopis o Picasso, han explicado perfectamente la esencia de la
sensibilidad taurina; ¡Claro! que quizás, al respecto, usted conozca más a
Brigitte Bardot.
Por
su tajante calificativo de espectáculo estúpido, se deduce que considera
estúpidas, a culturas como la cretense o
árabe; a la afición francesa, siendo Francia pionera en la defensa de
los animales, y pionera en declarar a la fiesta de los toros Patrimonio
Inmaterial; que igualmente, su calificativo denota el poco respeto que siente
por sus compañeros veterinarios, que han estudiado y estudian al toro bravo,
desde el punto de vista taurino, y ejercen su profesión en su entorno. Del
mismo modo, ofende al mundo flamenco pues, como bien decía el gran Pepe
Marchena: “los toreros y los flamencos somos como de la misma familia”; porque
tampoco sabrá usted, la gran cantidad de matadores de toros y subalternos que
ha habido en las grandes dinastías flamencas.
Finalmente,
decirle “señor licenciado”, que hay muchos animalitos realmente desvalidos por
el mundo, muy necesitados de ser atendidos, así que si dirige la actividad de
su Asociación a su cuidado, y a erradicar el hambre en el mundo, conseguirán
mucho antes una medalla o un Nobel.
Además,
“sacando pecho” como veterinario de la forma que lo hace, y haciendo esas
manifestaciones, flaco favor concede a tan reconocido e ilustre Colegio al que
pertenece, a la vez que ofende también a uno de sus máximos representantes: don
Rafael Castejón y Martínez de Arizala, que como sabrá, fue un gran amante de la
fiesta de los toros.
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