fotógrafos, a escrito esto sobre el vídeo de Ladis.
Estimado
A.J:
Muchas gracias por
este excelente documental sobre Ladislao Rodríguez
Galán y
su padre Ladislao Rodríguez Benítez, hecho con el
buen
gusto y rigor que te caracterizan.
Lo que ocurre es
que hay veces en que no es fácil expresar con palabras
la
profunda emoción y admiración que uno siente al
escuchar
hablar a un pedazo de fotógrafo como Ladislao
Rodríguez
Galán, con 54 años de experiencia como fotógrafo
profesional, con esa humildad y saber estar que
engrandecen
su auténtica dimensión histórica como uno de los
más
importantes fotoperiodistas en la historia de la
fotografía
cordobesa y uno de los fundadores de la Asociación de
Prensa Gráfica Española en 1978.
Y es que se nota
cuando hay pasión por la fotografía, enorme
conocimiento y
criterio, que es lo que posee a raudales este gran
fotoperiodista, que destila fotografía por los cuatro
costados y que tal y como expone, sigue emocionándose
al
máximo como cuando empezó, y cada vez que una foto
suya es
publicada, ello le llena profundamente y le produce una
gran
satisfación.
Se percibe
claramente cuando uno se encuentra con un
fotoperiodista de
los pies a la cabeza, que se entrega al máximo a su
trabajo
desde los albores de su carrera profesional hasta casi
el
mismo momento en que expira.
De hecho, me he
quedado acojonado.
Creo sinceramente
que el archivo fotográfico de este hombre constituye
y
constituirá un muy importante legado, no sólo desde
un
punto de vista gráfico, sino también humano, ya que
es
historia viva de un modo de hacer fotografía que
obviamente
entronca con el de su padre Ladislao Rodríguez
Benítez,
que fue su maestro y del que aprendió el oficio, y que
a su
vez se halla en mi opinión vinculado al modus operandi
de
fotógrafos como Robert Doisneau, Edouard Boubat,
Willy
Ronis, Walker Evans y otros muchos de la época dorada
del
fotoperiodismo, es decir, darlo todo, patearse las
calles y
lugares donde se puedan hacer buenas fotografías, y
tal
como explica el propio Ladis, no tener horario, ya que
la
disponibilidad ha de ser permanente, con el sacrificio
que
ello conlleva.
Es impresionante el
cariño y agradecimiento con el que Ladis habla de la
época
en que siendo un niño acompañaba a su padre mientras
hacía sus reportajes, una fase que le marcó y generó
en
él su vocación por la fotografía, y además entraba
con
él en el laboratorio y su padre le enseñaba muchas
cosas.
Todo ésto es muy
entrañable y muy importante.
Este hombre ha
mamado la fotografía desde muy pequeño de un maestro
como
fue su padre, cuyo recuerdo e influencia más que
trasciende
el óbito y siempre estará ahí.
Me he emocionado
mucho al ver la fotografía en blanco y negro de
Ladislao
Rodríguez Benítez con su cámara entre sus manos
conectada
a un flash de magnesio de la época. Esa imagen se
asemeja
por momentos a un santuario y es impresionante la cara de
felicidad de ese hombre formando un todo indivisible
con su
herramienta de trabajo, que conocía a la perfección y
era
capaz de armar y desarmar con admirable pericia, ya que
tal
y como comenta Ladis, era un gran investigador de la
fotografía. No cabe ninguna
duda de que las experiencias vividas tanto por
Ladislao
Rodríguez Benítez como por su hijo darían para
escribir
varias enciclopedias, y desde luego se puede aprender
muchísimo de fotografía y de muchas otras cosas
escuchando
a Ladis.
En mi caso, por
lamentable ignorancia propia, no conocía su obra.
Vocación
autodidacta, necesidad irresistible ........
Cuando uno escucha
estas palabras, entra mucho bien por el
cuerpo.
Hacer lo que a uno
más le gusta, vivir de ello, amarlo profundamente y
echarle
ganas a raudales. Esto es toda una vida dedicada a la
fotografía, enmarcada con letras de oro por la
sencillez de
este hombre que a sus 67 años proclama a los cuatro
vientos
que todavía le queda muchísimo por aprender y que
sus
principales armas son poner mucha voluntad y ser
honrado en
su profesión.
Por otra parte, hay
veces en la vida en que la intensidad emocional
alcanza
cotas significativas, y eso es lo que me ha ocurrido al
ver
a Ladislao Rodríguez Galán sujetar entre sus manos
con
enorme cariño la Retinette que le regaló su padre y
que
conserva como oro en paño, con la que empezó a hacer
fotos
en blanco y negro, y su padre le corregía los errores sobre
todo de perspectiva.
Fundamental
también el momento en que Ladis explica que la
diferencia
entre un fotógrafo aficionado y uno profesional es que el
profesional ve la foto antes de hacerla y que el
aficionado
la ve cuando la tiene en la mano.
Ladis pertenece al
muy selecto club de fotógrafos de élite a la antigua
usanza, formado con el blanco y negro, que no usaban
fotómetro, sino que medían por estimación conforme a
su
experiencia y como el mismo dice poseen un concepto
artesanal de la fotografía y que todo lo ve a través
de la
cámara, incluyendo situaciones cómicas de todo tipo
que
capta con maestría y precisión.
Trascendental
también el comentario de Ladis cuando dice que los
fotógrafos de prensa siguen siendo el alma de un
periódico.
Pues eso, hay veces
en que uno ha de quitarse el sombrero. Chapeau
Un cordial saludo,
José Manuel Serrano Esparza
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