Domiciliado desde hacía muchos años en Madrid, donde ha fallecido, Juan nació en Córdoba el 18 de agosto de 1931, por lo que era el segundo torero cordobés en orden de edad, tras el también banderillero Antonio de la Haba Vargas Zurito (28/6/1931), que sucedió al recientemente desaparecido Cristóbal Molina Alba Minuto. Sabido es, que entre los matadores de toros el decanato lo ostenta José María Montilla, con alternativa el 26 de mayo de 1962.
Después de probarse como espada en festejos sin picadores, Chocolate decidió ingresar en las filas de los hombres de plata, actuando a las órdenes de Joselillo de Colombia, Luis Alfonso Garcés, Pepe Cáceres, El Pireo, Tinín, El Inclusero, Paco Ceballos, El Puno, Raúl Aranda, Rafael de Paula (figurando en sus filas sufrió un serio percance) y, por último, Fernando Lozano, pues, aunque acompañó a José Cubero Yiyo en sus comienzos vestido de luces, pasó muy pronto a ejercer como mozo de estoques y así continúo hasta la fatídica tarde en que Burlero hirió mortalmente, en Colmenar Viejo, al joven diestro madrileño. Hasta entonces se había establecido entre ambos una fraternal relación, que rebasaba las derivadas de las profesionales.
Un hijo suyo, de igual nombre, apellido y apodo en los carteles, fue novillero y destacado subalterno en las cuadrillas de Antonio Chenel Antoñete y José María Manzanares (padre), entre otros espadas. Y un hijo de éste, ha venido actuando como novillero con picadores hasta que, acabados los estudios de ingeniería, pasó a pertenecer a una importante empresa. Tanto a ambos como al resto de familiares les enviamos nuestro más sentido pésame.
Cabe añadir, que Juan Bellido Romero era sobrino de aquel alumno de la Escuela Taurina de la Venta de Vargas, que con el familiar apodo de Chocolate actuó junto a Manuel Rodríguez Manolete, del que ahora celebramos el centenario de su nacimiento, en la placita de toros del citado establecimiento.
Juan, que disfrutaba de gran estima en el mundo del toro, era asimismo muy querido entre sus paisanos.
Descanse en paz.
Por: Rafael Sanchez
Publicado: por Jose Luis Cuevas
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