Se llamó Manuel Cortés de los Santos. Había nacido en Gines (Sevilla), el 11 de junio de 1949, y ha muerto, en Sevilla, el día 25 del pasado mes de marzo de 2017.
Fue de los pocos toreros gitanos que superó ese tópico, que desde los comienzos de la historia del toreo, pesa sobre los de su genial raza, desde el legendario Manuel Díaz Cantoral “Lavi” (Cádiz el 11 de marzo de 1811 y fallecido en Perú el 9 de diciembre de 1858): “artistas pero medrosos”.
Manolo Cortés era un torero artista, pero también un lidiador completo y fácil, así como tranquilo y de depurada técnica. Sus éxitos con los toros de Miura lo demuestran.
Él mismo refería que logró el oficio toreando en el campo, de noche, a la luz de la luna, a vacas viejas, ya tentadas.
Debutó de luces en Santisteban del Puerto, por indicación de Camará a don Pedro Balañá, el 8 de septiembre de 1965, tras verlo el famoso apoderado, en un tentadero.
Con picadores lo hizo, en Cortegana, en 10 de septiembre de 1966, y sólo se mantuvo en este escalafón durante un año.
Dicho año toreó cinco novilladas en Valencia y abrió la puerta grande todas las tardes.
En 1967 sufrió una grave cornada, a pesar de la cual pudo tomar la alternativa en Valencia, el 18 de marzo de 1969, con toros de Urquijo, de manos de Antonio Ordóñez, con Diego Puerta como testigo. La confirmó en Madrid, el 14 de mayo. Tarde, en la que Ordóñez, le mojó la oreja dándole un verdadero baño, pero, el día 25, en “Las Ventas”, Manolo le devolvió la papeleta, cortándole tres orejas, a los toros de Antonio Pérez.
Resultó triunfador de la Feria de Abril sevillana en 1969, donde se entretuvo en torear 62 tardes (el segundo, después de Curro Romero) y 41, lo hizo en Madrid, plazas donde fue de los toreros preferidos.
Permaneció en la profesión durante casi treinta años, concretamente hasta 1997.
Estuvo en activo casi treinta años, concretamente hasta 1997, dirigiendo después, la carrera de Pepe Moral, Manuel Escribano y Salvador Vega.
Tuvo clase a raudales, naturalidad y empaque, demostrando durante su carrera, lo que él mismo refería: tener mucho oficio y facilidad para torear.
Como hemos referido, fue triunfador con los toros de Miura, rompiendo así el San Benito, ya señalado, anteriormente, achacado a los toreros gitanos. A los de tan temible vacada, le cogió el aire, demostrándolo en muchas ocasiones, como la tarde del 31 de julio de 1978 en Valencia, respecto a lo que el mismo dijo:
«Si he toreado seis o siete toros bien de verdad, tres han sido de Miura. Esperaba a verlos venir...».
Descanse en paz este gran torero, al que Dios de seguro tendrá en su gloria, pues dicen que él premia así a los aman su profesión, y a ella dedican con pasión su vida entera.
Domingo Echevarría
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