CÓMO SE NOS VAN LOS BUENOS

Fue allá por aquella judería cordobesa de antes: la de las tertulias sobre lo ocurrido en el Coso de “Los Tejares”, la de los mesones, la del cante del “Tío Lucas”, de Curro, “La Tomata” y muchos otros, en una primavera, cuando nos conocimos. Recuerdo la letra: Altos pinos tienen piñas/ si tienen piñas piñones / la mujer que tiene amores / tiene las preocupaciones / las piñas tienen piñones. El aire era ese de Huelva que tan bien se le ha dado siempre a aquella voz popular, limpia y flamenca, que siempre tuvo “Josefo”. -Niño: qué aire más guapo, y qué metafórica esa letra- Era la voz de Alfonso Gómez; como siempre inquieto y halagador. Luego, en el andar de la vida, SAPRÓM, la segunda empresa donde trabajé. Él accionista y yo en mis primeros pasos después de la carrera. Hacíamos postes de tendido eléctrico para la Cía Sevillana. Después: “El Castoreño”, la Asociación Campera Antonio Cañero, la poesía, los artículos, los libros. Nunca se olvidó de nosotros. Le gustaba que estuviéramos en sus actos, en la presentación de sus libros, en los homenajes que organizaba, como apunte flamenco; siempre para recordar a los injustamente olvidados por nuestra querida tierra.

Alfonso siempre rebuscaba en la historia. Así promovió el homenaje a Capmany, en Cádiz, donde participamos; el Califato de Benítez junto a Toscano; a sus amigos del balón, del toro y las letras: Benegas, Campanero, Romeo o Joaquín Bernier; Córdoba como “La Casa de todos los Toreros”, de su ídolo Sánchez Mejías, y muchísimas cosas más, tanto como académico, taurino o su otra pasión: el futbol. Últimamente me hablaba mucho de la vida de Domingo Badía, y de todo lo que iba encontrando en sus investigaciones.

Era incansable en ello. En su último libro, ya hubo viso de despedida. Por eso, le cantamos aquella letra: De padre historiador /Qué buena escuela… /Amigo del balón y la montera /Bohemio y soñador / entre barreras… y Córdoba le dio: sello y solera. Así era Alfonso Gómez López. Descansa en paz Amigo.

Domingo Echevarría.