lunes, 18 de diciembre de 2017

Juan Ortega y Pepe Luis Vargas: Buscando el toreo puro

El diestro sevillano y su apoderado hablan de su experiencia y preparación para la próxima temporada en la que esperan presentarse en la Maestranza

Juan Ortega y su maestro, Pepe Luis Vargas, en la Real Venta de Antequera - JUAN MANUEL SERRANO

Juan Ortega y Pepe Luis Vargas forman una pareja perfecta. Torero y apoderado. Desde hace poco más de un año comparten un proyecto, objetivos e ilusiones. «He descubierto un toreo nuevo que hacen toreros contados. El maestro me lo ha ido desvelando y enseñando. Ha hecho que me enamore de ese concepto. Este tiempo ha sido para asimilarlo y llevarlo a cabo en el campo y donde hemos toreado».
Juan Ortega (Sevilla, 1990) tomó la alternativa en 2014 y asegura que su apoderado le cambió la vida. «Fue algo nuevo, el principal aporte profesional de verdad que he tenido. Gracias a Dios he tenido a mi alrededor a gente muy buena que me ha querido y apoyado pero no desde el punto de vista de un profesional que se ha puesto delante». Y mucho más que eso. «Es un milagro tener a una persona con dedicación plena y que se involucre en tu sueño. Es un regalo que encontré con el maestro».
Ese es el calificativo que Ortega usa para dirigirse al torero Pepe Luis Vargas (Écija, 1959), profesor de la escuela de tauromaquia de Sevilla y fundador de la de Écija, que se estrenó como apoderado con el joven sevillano. «Lo de Juan fue una casualidad aunque las cosas están predestinadas. Sin caballos le vi cosas que me gustaban. Fui a verlo a la confirmación de la alternativa y no entendía cómo estaba parado siendo tan buen torero. En Guillena le dije que no se aburriera. Al tiempo me llamó para decirme que no se había olvidado de mis palabras y me pidió que lo apoderara», relata.
Así empezó su relación profesional. Más que la representación son maestro y alumno. Amigos. Hasta conocer a Vargas, Juan Ortega dio sus primeros pasos en la Real Venta de Antequera. «Empecé con 9 años. Mis padres me traían por las tardes y entrenaba con Miguelito Monroy, el Lebrija, Azuquita. Estuve unos meses en la escuela de Sevilla Amate luego en la escuela de Córdoba mientras estudiaba. Mi padre es quien me inculcó el concepto, es muy buen aficionado. Aprendía de todo aquel al que me iba arrimando».
El camino no era fácil. Para Vargas era su primera experiencia en los despachos pero veía en el torero todas las cualidades necesarias para triunfar. «Llevaba mucho tiempo desconectado de las empresas pero creía que podía aportarle mi experiencia. No se trataba de que fuera un torero como yo le dijera sino que sacara al Juan Ortega de verdad. Eso es lo que me interesa. Tiene temple, gusto, clase, naturalidad. Y la personalidad innata que se necesita, ese pellizco que gusta en Sevilla y que no se aprende, con eso se nace», argumenta.
«Un torero que sirva se puede acoplar al sistema. Juan Ortega puede dar una sorpresa en el toreo»
Podía enseñarle, corregirle y aportarle conocimientos. En lo demás, era una experiencia nueva para ambos. «Mi batalla empezó en abrir la agenda de empresarios y ganaderos. Todo el mundo dice que el toreo está muy difícil pero lo está para el que no sirve. Quien está preparado y mentalizado abre las puertas. El sistema es distinto, el toreo y el toro, pero un torero que sirva se puede acoplar al sistema. A Juan le digo que tiene que esperar su oportunidad, estar muy preparado, muy consciente y queriendo ser torero de verdad. La oportunidad va a llegar y a eso estamos esperando. Confío en él, a que le llegue ese día porque estoy seguro de que con las condiciones y la capacidad que tiene, Juan Ortega puede dar una sorpresa en el toreo».
La oportunidad pasa por Sevilla donde todavía no se ha presentado como matador. «Soy el único torero en activo que no ha toreado», destaca el diestro. «Su oportunidad se la merece», apostilla el apoderado. Ortega interioriza las palabras de Vargas y las hace suyas. «Mi sueño es Sevilla, es mi plaza, donde quiero estar. Es de las pocas que tiene la posibilidad de cambiarte la vida y abrirte camino igual que Madrid, pero a la Maestanza la llevo en el alma».
El sevillano lo tiene claro. «Nos preparamos para esa oportunidad. Sabemos que de ese día depende todo. El maestro lo ha dicho: el sistema ha cambiado. Ese día tienes que estar. Tengo fe y confianza en mí. La oportunidad va a llegar y la voy a aprovechar». Para ello se prepara Juan Ortega, siempre de la mano de Pepe Luis Vargas.

Confianza y dedicación plena

En 2017 ha toreado dos corridas y dos festivales. Más allá de los números, el diestro se queda con las sensaciones. «Ha sido un salto cualitativo enorme. Antes toreaba un poco por inercia, ahora siento que hago las cosas con un fundamento, con un porqué y siempre dentro de mi concepto y personalidad », confiesa. El sevillano, que ha estudiado Ingeniería Agrónoma, tiene dedición plena al toreo y entrena todos los días mañana y tarde. «La mentalidad de saber qué significa ser torero y creer en mí son las dos cosas que más he cambiado en este tiempo», subraya.
ABC SEVILLA

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