NUEVO EJEMPLO DE LA NOBLEZA DEL GANADO BRAVO
Ladislao Rodríguez Galán
Entre las localidades de Cardeña y Azuel pastan las reses bravas de la ganadería de Castillo de Azuel. Ya es sabido que para que una ganadería brava cuaje hacen falta tres generaciones, pero sin embargo en esta no se cumple la norma. Es una ganadería sumamente joven pero lo que están lidiando está dando un resultado más que satisfactorio.
Es una ganadería corta, sin ambiciones, pero sin renunciar a nada para conseguir el objetivo de lograr un animal bravo, noble y de buen juego. Hasta ahora la recompensa ha venido de los erales lidiados en las novilladas de promoción de las Escuelas Taurinas de Andalucía y otros festejos sueltos. Hay que ir despacio pero sin pausa.
Para hacer unas fotografías de la amistad entre un ser humano y un animal bravo, hemos visitado la ganadería, propiedad de la familia Cañuelo Rojas, y hemos quedado gratamente sorprendidos por su perfecto equilibrio entre los animales y el medio ambiente.
Preferentemente dedicada a la cría de cochinos ibéricos, cuenta con un núcleo de selección de raza retinta (con dos premios nacionales), una partida de limosín, caballos de raza española y para deporte y una punta de ganado bravo. Todos los animales disfrutan de un entorno maravilloso en plena libertad.
Al frente de la ganadería están Ángel Luis Carmona, representante y Francisco Javier García Cano, mayoral que lleva desde 2007 vinculado a esta casa ganadera. Francisco Javier es natural de Cardeña y se conoce esta sierra como nadie.
Hasta llegar aquí su vida estaba dedicada al ganado vacuno de carne, pero ahora está muy satisfecho y feliz de haber tomado esta decisión, y dice que no cambia este trabajo por ninguno. Sobre todo por las enormes satisfacciones que le reporta. Y pone como ejemplo la relación que mantiene con la vaca "Condesa" que nació en 2007 ( al poco de llegar él a trabajar aquí).
Este animal fue rechazado por su madre al nacer y entonces la crió con biberón y después de todos esos años el animal le sigue dispensando muestras de amor y cariño incesante. "Condesa" ha sido madre en cuatro ocasiones y sus hijos han dado un juego extraordinario. El animal en cuanto Francisco aparece por el cercado se viene hacia él y le solicita que la acaricie como señal de aprecio y cariño.
Ver esta relación y comportamiento entre un animal salvaje y peligroso con un ser humano resulta hermosa y gratificante. Y es que los animales son agradecidos. Los humanos deberíamos tomar nota de estos ejemplos que nos da constantemente la naturaleza. Seguramente nos iría muchísimo mejor.
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