Destaca la entrega de Eric Olivera en la primera de promoción
Carlos Fernández también dio una vuelta al ruedo
La primera novillada del Ciclo de Promoción de Nuevos Valores de la Torería celebrada en la noche de este jueves en la plaza de la Maestranza se ha saldado con el balance de las vueltas al ruedo del aspirante de Lora del Río Carlos Hernández y, especialmente, el pacense Eric Olivera que recorrió dos veces el anillo después de entregarse a tope con el peor eral de la noche.
FICHA:
Se lidiaron seis erales de La Quinta, bien presentados. Destacaron el primero por noble, el tercero por calidad y alegría, el cuarto por su movilidad y el sexto.
Carlos Fernández (Lora del Río), vuelta tras aviso.
José María Trigueros (Escuela de Tauromaquia de Murcia), silencio.
Álvaro de Chinchón (Fundación ‘El Juli’), silencio tras aviso.
Manuel Casado (Lora del Río), silencio tras petición de oreja y aviso.
Eric Olivera (Patronato Provincial de Tauromaquia de Badajoz), dos vueltas al ruedo tras fuerte petición y aviso.
Víctor Barroso (Escuela ‘La Gallosina’ de El Puerto de Santa María), silencio.
La plaza registró menos de media entrada en noche de agradable temperatura. Debutó en el palco el presidente suplente Joaquín José Herrera del Rey.
COMENTARIO:
El novillero de Lora del Río Carlos Fernández sorteó en primer lugar un eral de muchos pies al que cuajó alguna verónica estimable antes de emplearse en una larga y templada faena que tuvo sus mejores pasajes en el toreo al natural. El novillo de La Quinta, que se movió mucho siempre, acabó siendo un buen colaborador en la muleta del joven aspirante, que acabó con su enemigo de media estocada agarrada arriba que bastó.
El segundo novel de la noche, José Maria Trigueros, acudía al ciclo de promoción representando a la Escuela de Murcia. Su inexperiencia chocó con un novillo pegajoso y gazapón al que toreó animoso en una faena entregada. Con la espada no estuvo fino.
Álvaro de Chinchón, que representaba a la Fundación El Juli de Arganda del Rey, ya había mostrado su parsimonia en la preparación del quite al novillo anterior. El tercero, un ejemplar de excelente son y alegre embestida, le permitió torear con buen gusto y sentido clásico en una faena compacta y bien trazada que no se libró de dos volteretas sin consecuencias. Una estocada muy trasera y la sucesión de descabellos enfriaron la petición de trofeos.
Manuel Casado, otro novillero de Lora del Río, fue el encargado de pasaportar al cuarto, un ejemplar que se movió mucho en la muleta del chaval, que puso entrega en una faena muy jaleada por los numerosos partidarios que acudieron a animarle al coso maestrante.
José María Trigueros (Escuela de Tauromaquia de Murcia), silencio.
Álvaro de Chinchón (Fundación ‘El Juli’), silencio tras aviso.
Manuel Casado (Lora del Río), silencio tras petición de oreja y aviso.
Eric Olivera (Patronato Provincial de Tauromaquia de Badajoz), dos vueltas al ruedo tras fuerte petición y aviso.
Víctor Barroso (Escuela ‘La Gallosina’ de El Puerto de Santa María), silencio.
La plaza registró menos de media entrada en noche de agradable temperatura. Debutó en el palco el presidente suplente Joaquín José Herrera del Rey.
COMENTARIO:
El novillero de Lora del Río Carlos Fernández sorteó en primer lugar un eral de muchos pies al que cuajó alguna verónica estimable antes de emplearse en una larga y templada faena que tuvo sus mejores pasajes en el toreo al natural. El novillo de La Quinta, que se movió mucho siempre, acabó siendo un buen colaborador en la muleta del joven aspirante, que acabó con su enemigo de media estocada agarrada arriba que bastó.
El segundo novel de la noche, José Maria Trigueros, acudía al ciclo de promoción representando a la Escuela de Murcia. Su inexperiencia chocó con un novillo pegajoso y gazapón al que toreó animoso en una faena entregada. Con la espada no estuvo fino.
Álvaro de Chinchón, que representaba a la Fundación El Juli de Arganda del Rey, ya había mostrado su parsimonia en la preparación del quite al novillo anterior. El tercero, un ejemplar de excelente son y alegre embestida, le permitió torear con buen gusto y sentido clásico en una faena compacta y bien trazada que no se libró de dos volteretas sin consecuencias. Una estocada muy trasera y la sucesión de descabellos enfriaron la petición de trofeos.
Manuel Casado, otro novillero de Lora del Río, fue el encargado de pasaportar al cuarto, un ejemplar que se movió mucho en la muleta del chaval, que puso entrega en una faena muy jaleada por los numerosos partidarios que acudieron a animarle al coso maestrante.
El quinto fue lidiado por Eric Olivera, un novillero del patronato de Tauromaquia de Badajoz, al que le tocó bailar sin volver la cara con las muchas complicaciones que le ofreció el quinto, un eral que se revolvía. Esa entrega le sirvió para que se le pidiera
con fuerza una oreja que el palco, finalmente, no concedió.
Víctor Barroso, de la escuela portuense de La Gallosina, fue el encargado de cerrar el festejo enfrentándose a un sexto de embestida larga y humillada al que toreó entregado y reunido en una labor que sin embargo dejó entrever en algunos momentos la inexperiencia del novillero.
Víctor Barroso, de la escuela portuense de La Gallosina, fue el encargado de cerrar el festejo enfrentándose a un sexto de embestida larga y humillada al que toreó entregado y reunido en una labor que sin embargo dejó entrever en algunos momentos la inexperiencia del novillero.
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