UN JOVEN NOVILLERO DE MÁLAGA, QUE SALÍA DE LA PLAZA DE TOROS, DIÓ LA CARA AL PRESENCIAR UN ATRACO A UNA SRA. DE 79 AÑOS, EN LAS CERCANÍAS DE LA MALAGUETA
UN ARTÍCULO DE FERNANDO TORRES, EN DIARIO SUR.ES, DA CUENTA DE LOS HECHOS, HOY 23 DE OCTUBRE DE 2019.
La víctima, de 79 años, sufrió una rotura del tabique nasal y del hombro. Ambos precisaron atención sanitaria tras la detención.
C. L. J. tiene 19 años, es novillero, estudia Marketing en la Universidad de Málaga y sale a correr casi a diario. Cuando terminó su entrenamiento en la Plaza de Toros de la Malagueta el domingo de la semana pasada, se paró a tomar el aire y a analizar las recientes obras del recinto taurino. En pocos segundos acabó rodando por el suelo, impidiendo que un hombre abandonase la calle con el bolso de una mujer de 79 años a la que había agredido con violencia, y reteniéndolo hasta que llegó la policía. «No me lo pensé, cuando me di cuenta ya estábamos forcejeando; solo pensaba en que podría haber sido mi abuela, y a mí me habría gustado que alguien hubiera intervenido».
Era media tarde; por calle Maestranza pasaban pocos viandantes. La víctima del robo caminaba cerca de la salida
del parking de Cervantes cuando el atacante se le aproximó montado en una motocicleta de 49 centímetros cúbicos –los agentes comprobaron que era robada–. «Se bajó corriendo, le dio un tirón a la mujer, que se quedó en el suelo medio inconsciente y se volvió a montar, se había dado un golpe contra la pared». El ladrón gritaba sin parar, para «asustar» a la señora: «Simplemente decía '¡eh, eh eh!', muy fuerte».
Cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando se puso a correr para salvar los pocos metros que les separaban. «Le agarré por la parte de atrás de la moto para que no se fuere, forcejeamos y acabamos en el suelo», momento en el que el portero de una oficina próxima al lugar del robo se sumó al encontronazo. «El hombre se levantó y fue a pegarme, pero entre los dos conseguimos retenerlo; no sé cómo pero nos pusimos encima de su espalda para que no se moviera».
Cuando se vio reducido, el ladrón se derrumbó y comenzó a gritarles: «Que yo no he hecho nada, ¡que no he robado nada!». El joven asegura que había «varias personas alrededor» que no intervinieron. «Pedimos que llamasen a la policía y a una ambulancia». Varias mujeres se aproximaron a la herida, que sangraba «mucho» y tenía la nariz deformada, además de una importante lesión en el hombro: «Parecía que se le había dislocado».
Mientras que estaban forcejeando, el joven solo pensaba en una cosa: «Quería agarrarle, que no se escapase, y que llegase la ayuda lo antes posible, fue muy poco tiempo se me hizo eterno», recuerda.
Un coche patrulla de la Policía Nacional llegó a la escena «en menos de dos minutos» y se hicieron cargo de la situación. Según fuentes consultadas, el agresor tenía numerosos
antecedentes por hechos similares, robos con violencia y agresiones. «En seguida vinieron cinco coches de la Policía que cortaron la calle», para facilitar la atención médica a la anciana. Cuando todo pasó, asegura C. L. J., le entró «un bajón». «En el momento la adrenalina me mantenía fuerte, pero luego me vine abajo y empezaron a temblarme las piernas».
Haciendo memoria, explica que intervino porque, en la milésima de segundo que tardó en reaccionar, sintió «rabia». «Me acordé de mi abuela, pensé en que alguien le hiciera algo así, por eso actué así, luego lo pienso en frío y no me lo creo».
Los propios agentes que arrestaron al ladrón le felicitaron. «Me dijeron que había sido muy valiente». En su entorno se ha corrido la voz y el episodio ha llegado a sus compañeros de clase, que le han felicitado. En su familia también se alegran, aunque piensan que «podría haber salido mal parado». Al día siguiente se enteró de que la señora a la que había ayudado era la abuela de una de sus mejores amigas, por lo que el agradecimiento le ha llegado en primera persona. Pese a la atención recibida y las adulaciones, lo tiene claro: «Espero no volver a verme en una situación así nunca más».
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