martes, 28 de abril de 2020

LAGARTIJO, BOCANEGRA, PACHECO…
TRES PERSONAJES POPULARES Y SU RELACIÓN CON LAS ANTIGUAS TABERNAS DE LA COSARIA Y EL CUERVO. 


                                   LA COSARIA estaba enclavada en la calle Mayor de Santa Marina, y en su recinto o en el preceptivo y clásico mostrador, se vivieron episodios históricos-populares del devenir cordobés, allá por los años mil ochocientos setenta y tantos…
Rafael Molina Sánchez Lagartijo –primer califa del toreo – disfrutaba con sus amigos los piconeros y el concurso festivo de contertulios habituales, entre los que también se contaba el bandolero Pacheco, que en tantas ocasiones visitó La Cosaria disfrazado de “señorito”, de cura, de pedigüeño… procuraba asomar por la taberna siempre despistando al personal, por si entre los concurrentes había alguno que pudiera delatarle, ya que dado su currículum…, tenía el “deber” de pasar desapercibido.
Realmente, el que fue amigo y compadre de Pacheco, era Manuel Fuentes Bocanegra -primo político del primer califa - del que se cuentan pasajes entre divertidos y complicados, mano a mano con el rufián. Lagartijo y Fuentes eran primos, porque la esposa de Bocanegra: Fuensanta Carrasco Sánchez era prima hermana del primer califa, pertenecientes ambos a la rama taurina de los Poleo, apellidados Sánchez Serrano. 


TABERNA LA COSARIA

La razón principal de esta convergencia lúdica, entre Fuentes, Pacheco y Molina, fue sin duda y principalmente, la amistad que Bocanegra tenía con el bandolero y revolucionario Pacheco circunstancia que explica los encuentros fiesteros de los tres.
El establecimiento de La Cosaria fue un lugar de reunión, típico de la zona, que en alguna que otra ocasión fue citado en las notas de prensa, por ejemplo en el Diario Córdoba de marzo de 1928:
“…En una taberna de la calle Mayor de Santa Marina, llamada de la Cosaria, comenzamos a hablar de la misión que nos llevaba”…
O en otra publicación de 1925: …” Los dos compadres salieron dificultosamente de la taberna de La Cosaria…”
La denominación de La Cosaria es, porque allí dejaban paquetes que retiraban y distribuían los recaredos. La taberna inició su andadura siendo su propietario Antonio Diaz Vega, con el que entró a trabajar una joven viuda llamada Rosario Cívico Villegas que a la postre esposó con el propietario y fue la que regentó el local y el alma del mismo. Pasado algún tiempo, la taberna se convirtió en referente de este tipo de negocios y consolidó su nueva denominación popular: La Cosaria. Estaba ubicado en la citada calle esquina con la calle Cepas, por la que tenía otra puerta de
acceso. Su decoración era la obligada por la época y el entorno, y colgados de los paramentos varios útiles de los populares piconeros. El patio disponía de una espléndida parra. Desapareció a mitad de los años ochenta.
Otra taberna que también frecuentaban piconeros, toreros y gente variopinta fue la denominada de EL CUERVO, si bien con más leyenda escrita que hechos y situaciones concretas demostrables. De cualquier forma y siempre según la versión de Manuel Carreño:
…”la taberna de El Cuervo estaba ubicada en la calleja Olmillo, entre Concepción y Plaza Aladreros, en una calleja sin más salida que la de una casa de paso, que había al fondo con servidumbre a otra llamada Uceda. El Cuervo, su propietario, era oriundo de Benamejí y el sobrenombre o mote, le venía de una reyerta con otro, al que de un navajazo horizontal, le había saltado los dos ojos dejándole ciego”…
Al parecer José Tirado Pacheco acudía a tomar un vino, cuando las circunstancias le dejaban moverse, junto con su amigo Bocanegra, Calahorra y el hijo del Marquesito.

LAGARTIJO

Volviendo a las primeras notas, los tres amantes del vivir festivo, es decir: el bandido y los dos toreros, la taberna que más frecuentaban era La Cosaria.
Taberna La Cosaria
Fueron tres personajes populares, cada uno de los cuales dejó su impronta en el entorno pintoresco del barrio de Santa Marina.
De RAFAEL MOLINA SÁNCHEZ LAGARTIJO, hay poco que añadir o descubrir de su intensa y extensa trayectoria taurina. Fue un torero de época y un singular personaje popular. De su vida, hazañas y anécdotas se han beneficiado las bibliotecas especializadas en el tema de la tauromaquia. El escritor Mariano de Cavia Sobaquillo, inmortalizó el simbólico galardón de CALIFA del toreo, en Rafael Molina, siendo por tanto el primer merecedor de tan prestigioso reconocimiento. A él le siguieron: Guerrita, Machaquito, Manolete y El Cordobés. 


Nació en Córdoba el 27 de noviembre de 1841 y falleció el 1º de agosto de 1900. Amigos y admiradores de todas las clases sociales, le acompañaron en su último paseíllo, desde la parroquial de San Miguel al cementerio de la Salud.
Su gran amigo y sobrino político: Rafael Bejarano Carrasco Torerito, tal y como ellos, con guasa, lo habían comentado en sus charlas, también falleció en 1900 (22-noviembre).
El primo de Lagartijo, MANUEL FUENTES RODRÍGUEZ BOCANEGRA, fue un importante matador de toros, hijo de Manuel Fuentes Canuto. Nació en Córdoba en el mes de marzo de 1837 y fue a morir a Baeza (Jaén) de una cornada que le infirió el toro Hormigo u Hormigón como
lo nombran algunos autores. Fue el cuarto novillo y el motivo fue que la novillada era de mucho trapío e inconvenientes, no apta para los jóvenes torerillos. Viendo el problema salió al ruedo Bocanegra para ayudar y la res le persiguió hasta un burladero, del que le sacó el animal y le propinó la fatal cornada antes indicada.
El tercer personaje, JOSÉ TIRADO PACHECO, aparece retratado por Pío Baroja, en la novela LA FERIA DE LOS DISCRETOS. Y que, como sostiene el poeta Pablo García Baena, inspiró a García Lorca para la creación del poema:

 LA CANCIÓN DEL JINETE:
…” En la luna negra
de los bandoleros,
cantan las espuelas.
Caballito negro,
¿Dónde llevas tu jinete muerto?” …/… 


                            
PACHECO


(Fotografía do los Fondos documentales del Museo Julio Romero)
Pacheco fue el bandido que encabezó a caballo el levantamiento en Córdoba, con el fin de expulsar a Isabel II, colaborando con La Gloriosa. La mañana del 21 de septiembre de 1868, Pacheco acompañado de otros revolucionarios paseó por las principales calles cordobesas, hasta llegar a la Plaza de la Trinidad, allí entregó una petición de indulto al entonces gobernador civil, y se ofreció para combatir. La autoridad mencionada (Duque de Hornachuelos), se lo pensó dos veces y lo citó para el día siguiente. Pacheco volvió a recorrer ciertas calles y se encaminó de nuevo a
la Plaza de la Trinidad, donde un soldado le disparó. El Diario Córdoba de fecha 23 de septiembre de 1868, refería así el luctuoso pasaje:


…”R.I.P .- Testigos presenciales de lo ocurrido ayer en la muerte del criminal Pacheco…./…. Según tuvieron ocasión de ver los vecinos de esta capital, desde la mitad de la mañana se había empeñado en recorrer los sitios más públicos, llegando a ponerse en son de amenaza frente al cuartel de la Guardia Civil, acompañado de algunas personas…./… El Excmo. Sr. General Caballero de Rodas, dio orden a todos los puestos militares de que si se presentaba de aquella manera, le hicieran fuego inmediatamente. Pues bien, el desgraciado tuvo la mala idea de acudir al cuartel de la Trinidad, en donde, al dar algunos gritos subversivos cayó muerto de dos balazos que le disparó el centinela. …/…“
Y así finaliza una historia de bandolerismo que como dice nuestro querido poeta García Baena: Pacheco fue un héroe de romance y así pervive, generación tras generación de cordobeses, que se transmiten sus hazañas con aires de leyenda.










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