sábado, 27 de junio de 2020

CARLOS GONZÁLEZ-RIPOLL JIMÉNEZ 


Pintor cordobés nacido el 4 de Enero de 1919, quien a sus noventa años bien llevados, sigue brillando dentro del mundo de la pintura costumbrista. A dicha dedicación artística, claramente vocacional, hay que sumarle el conocimiento que tiene de ciertos personajes populares de antaño, así como del mundo cultural por excelencia. Todo ello impregnado de una chispeante locuacidad, que le ha permitido estar presente en muchas tertulias. Todas sus conversaciones, anécdotas y óleos, giran siempre alrededor de la Córdoba que tanto adora. ¿Quién no se ha parado ante un cartel de Adevida, sorprendido por la interpretación naif de algún rincón cordobés?. Paisajes urbanos de la ciudad, idealizados con el alma por el pintor, que mejoran la efectividad visual y el objetivo solidario del reclamo. Sorprende la candidez de las escenas y la veracidad de las mismas. Son como retratos o secuencias, plasmadas siempre desde el lado amable, de la historia más risueña y cercana de Córdoba. 




...”el arte y el cariño que le tenemos a la pintura, nos viene de mi abuelo
Rafael González-Ripoll Núñez, joyero de profesión, que dibujaba muy bien.
Tanto es así que le unía mucha amistad con Rafael Romero de Barros, como se
Comprobar en esa fotografía – nos señala una reproducción que está justamente enfrente de su mesa de despacho – donde están recibiendo clases de dibujo, nada menos que los hermanos Bécquer y mi abuelo...”... 

Se refiere Ripoll al insigne poeta Gustavo Adolfo, y a su hermano Valeriano Domínguez Bécquer.
El maestro Francisco Zueras, reconocido pintor, historiador y crítico, expresó su opinión acerca del estilo naif y de nuestro amable interlocutor: 




...”el pintor naif , es aquel que en cada cuadro se inventa la pintura, dando preferencia al hecho de “contar algo”. Pues bien, un extraordinario arquetipo de este concepto intuitivo y narrativo, es este gran artista cordobés, quien nos “cuenta” un sugestivo mundo costumbrista, a veces en perpetua fiesta, recordado con mucha ternura pero también con mucha ironía”... 

El señor Ripoll, sentado en el sillón de su estudio, rememora con humor, a uno de los personajes que ha llevado al lienzo; como “El Pavo”, un limpiabotas de Córdoba muy simpático y popular, al que engatusaron para que se montara en un globo, que despegó desde el ruedo de “Los Tejares” y que se quedó trabado en un eucalipto del Campo de la Merced...
También recuerda con nostalgia, a dos personajes que le dejaron huella, y que formaban parte del día a día de Córdoba, como por ejemplo, un sereno que atendía la calle Conde de Gondomar, y que le contaba gran cantidad de anécdotas, y al pulcro y atento “limpia” de ”Las Tendillas”, conocido por “El Mudo”, que se esmeraba como nadie, en mantener atractiva y reluciente su bicicleta, repleta de vistosos complementos. 




-Eran otros tiempos, ¿no? ...
-Y tanto, yo he conocido a muchos personajes populares, pero ahora no estoy en la vida... Por ejemplo era compañero de colegio de “Manolete”, del que recuerdo que era muy discreto. Tomé café con don Luis Gala, el padre del admirado Antonio Gala. Asimismo, me unió mucha amistad con los hijos de “Machaquito” Carlos y Rafaelito, que andaban bastante por “El Mercantil”. Y como no, amigo, colaborador y “cómplice” del hermano Bonifacio, personaje singular donde los haya; con el que además de ayudarle en todo lo que buenamente podía, tenía un acuerdo con él, para incentivar las dádivas en las reuniones, que era la siguiente: cuando aparecía el hermano Bonifacio y se dirigía a nuestra reunión, yo sacaba algunos duros y se los daba, de esta forma servía de “cabestro”, para que los demás se animaran y soltaran... Yo le decía en broma, que después me tenía que devolver lo que había puesto... Era una persona extraordinaria, con un comportamiento en todo momento correcto y muy generoso. Yo le quería mucho. 

Siguió el rumbo de la conversación, recordando a pintores cordobeses, entre los que no podía faltar Julio Romero de Torres y al hilo de las tablas, don Carlos nos contó el cómo y el por qué , a “Guerrita” lo inmortalizó el genial Julio en un lienzo:



...”el óleo dedicado a “Guerrita” firmado por Julio Romero de Torres, lo pagó la Banca Pedro López. El motivo fue que este banco sufría una importante crisis y “Guerrita” que era consejero del Banco de España, se opuso en una reunión del mismo, a que se le cortara el crédito a la banca cordobesa, argumentando que el propietario don Pedro López era muy buena persona y además de nuestra tierra, de Fernán Núñez . Y por si fuera poco, aseguró que si le faltara algún efectivo para sus normales transacciones bancarias, lo pondría él de su bolsillo... Esta postura facilitó que la banca Pedro López levantara cabeza. En agradecimiento, pagaron el importe del cuadro a Julio Romero.”... 

De su pintura nos indicó que siempre le había gustado plasmar todo aquello que le llamaba la atención, desde que tenía tres años; y es que en la casa, empezando por el abuelo, que era un artista y terminando por los nietos que también han manejado con maestría los pinceles, incluido naturalmente el protagonista de este trabajo, han ejercido de verdaderos artistas vocacionales. En concreto, recordamos a vuela pluma, a don Rafael González-Ripoll, que fue profesor en la Universidad Laboral de Córdoba, amigo y compañero por lo tanto, de los maestros: Barroso, Cordero y Zueras. 




...”mi forma de pintar es autodidacta, no he pasado por ninguna academia, y la interpreto a través de la expresión naif. Y lo que más me gusta son los momentos festivos y costumbristas de Córdoba. En este estilo, lo que se traslada al lienzo es un recuerdo no una inspiración”...

Y después de esta acertada definición de su arte, dejamos tranquilo a don Carlos González-Ripoll, entrañable cordobés que ha representado con los colores, una historia de la Córdoba festiva y popular, recogida, con afortunados textos y
reproducciones en el libro: “CÓRDOBA Y SU GENTE”, resultado de una dilatada existencia, vivida con la singularidad del personaje extrovertido que le ha tocado vivir y que ha representado tan fiel y felizmente. Su retina amable y los pinceles han hecho todo lo demás. 


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