AFICIONADOS TAURINOS PRACTICOS
El Torero Práctico : La razón del impulso ineluctable del buen aficionado
“El toreo es el desahogo de algo misterioso que se lleva dentro y que pugna por salir, luchando, danzando, y enamorando a la muerte y a la vida, de ahí su misterio…”
A raíz de la exitosa Feria del Torero Aficionado, cuya tercera versión se viene desarrollando en estos días bajo la organización de la prolífica y entusiasta Asociación de Toreros Aficionados del Perú, la ATA, comparto con los amables lectores, estos textos extraídos del magnífico trabajo de don Raúl Aramburú Tizón publicado en la portentosa Los Toros en el Perú editado por Pro Educación y la Editora Aguilar, bajo el capítulo El Torero Aficionado, y algunas apreciaciones personales sobre el Centro Taurino de Lima, la entidad que acaso represente el génesis de esta conmovedora y fiel pasión que traspasa el alma y se lleva tatuada en la piel por todo aficionado cabal.
El Torero aficionado en el Perú…
“El torero aficionado surge en la escena nacional a mediados del siglo XIX. Inicialmente, su actividad se reducía a esporádicas apariciones en público, hasta que en 1851, se organiza la primera corrida de aficionados en la antigua Plaza de Acho.
“En esos remotos inicios, la brecha que los separaba de entre los profesionales era inmensa. Pero como en el fondo todos tenían la misma motivación, esta distancia se fue acortando con el paso del tiempo, y ya en el presente siglo, con la fundación y activa participación del Centro Taurino de Lima, el aficionado pasó a ser de un simple practicante ocasional del torero a un un personaje gravitante, sus decisiones empiezan a influir en los avatares del espectáculo y a formar parte de su organización, por tal a dirigir, de modo alguno la fiesta.
“Este fenómeno es exclusivo del Perú, pues en otros países taurinos todos los estamentos del toro -excepto la ganadería brava- que siempre ha estado en manos de grandes criadores- son manejados por profesionales.
“Se tiene noticia de un festejo celebrado en el pueblo de Surco el 29 de julio de 1737 -donde lidió la aristocracia limeña, encabezada por don Mauro de Mendoza, hijo del virrey Marqués de Villagracia, se sabe que la primera corrida de toreros aficionados en Acho se llevó a cabo el 26 de enero de 1851, de ahí en adelante se dieron contínuamente“.
El Centro Taurino de Lima, no es una peña más…
Un grupo de connotados aficionados liderados por don Francisco Espinoza, llamado con justeza El padre de la afición, tuvieron la feliz iniciativa de convocar a muchos entusiastas adeptos a la tauromaquia, desde el año de 1893, en torno a la idea de formar una asociación que los reúna.
Es así que el siete de diciembre de 1899 se funda oficialmente el señero Centro Taurino de Lima, la agrupación de aficionados taurinos más antigua de América, decana del Perú y quizás la segunda o tercera de mayor antigüedad en el mundo. Ciertamente, El Cossío se refiere a ella como la cuarta más antigua en su edición del 2007 (Espasa Calpe) pero que contraviene lo que el mismo tratado señala al nombrarla como la tercera en su edición primigenia.
Nosotros sabemos que luego del Real Club Taurino de Murcia (1887) es la institución limeña la que le sigue en orden de alternativa, ni siquiera el célebre Club Taurino Cocherito de Bilbao que fuera fundado posteriormente a a las anteriores, en 1910, se le antepone.
Dentro de su primera directiva contamos al antes mencionado Francisco Espinoza que lo presidió, a los señores Antonio Garland, Juan Durán, Felipe Varela, Domingo Rey, Guillermo Romero, Pedro Larrañaga, Alberto Ayulo y Alberto Basombrío. Contaba además entre sus prominentes miembros a don Augusto B. Leguía (futuro presidente de la república), los eñores Andrés y José Antonio Aramburú, Guillermo Gastañeta, Carlos Hartung, Octavio Bernales, entre otros más.
El Centro contaba incluso con una plaza de tientas en terrenos aledaños a lo que es ahora la avenida Guzmán Blanco, donde principia el centro de Lima, y en cuyo recinto se dieron muchos festejos taurinos y se impulsaba la afición de sus integrantes. De ahí la importancia histórica de la institución como entidad consolidadora de la figura del torero aficionado en el Perú.
Luego de 118 años, el Centro, como comúnmente se le llamaba, está presidido en la actualidad por el ilustre aficionado, el doctor Carlos Bazán Zender al frente del cual su directiva se ha propuesto revalorar el rol que de antaño mantuvo en pro del fomento y difusión de la afición por la fiesta de los toros.
Comienzos del siglo XX
“Los señoritos toreros, conforme se les denominó popularmente, retomaron sus actividades, en 1909 con presentaciones abiertas al público en la Plaza de Acho, con los señores Suito, Pepe Aza y Estuardo Bastos. Luego de lo cual se observó un receso decayendo el entusiasmo para retomarse en 1914 de la mano de Augusto Leguía Swayne, propietario de la ganadería de Vilcahuaura, Rafael Muro, Carlos Olavegoya Abelardo Herbert, Luis Gutiérrez y más como el médico Alberto Villacorta que destacó como magnífico rehiletero.
“Durante 1927 aparecieron Amadeo Bresciani, famoso síndico de espectáculos del municipio del Rímac, y Fulvio Da Fieno, que hacían pareja para sus presentaciones en los eventos de prácticos suscitando gran expectativa por su rivalidad en el ruedo“.
Ubicándonos en los ambientes taurinos limeños de aquellas épocas doradas, se refiere que aquellos traspasaban los recintos y cosos taurinos y se asomaban en lugares como el célebre Café Leons, también conocido como la pampa del hambre, en la plazoleta de La Merced; la Escuela de Equitación, El Picadero, fundada por Ruy da Cámara, el maestro de Conchita Cintrón; y el tentadero de La Legua, ubicado en unos maizales al lado de la actual avenida Colonial que el mismo Da Cámara arrendaba al señor Andrés Arata -miembro de una familia limeña muy taurina hasta hoy- según detalla la misma Conchita en su bello libro Recuerdos que es toda una oda al toreo.
Da Cámara, contando con el lugar perfecto, impulsa entre sus amigos la conformación de La Hermandad de la Legua con el propósito de construir una plazita de tientas que años más tardes cedió su paso a otra plaza cercana diseñada por Gabriel Tizón con medidas mucho más apropiadas para torear.
La Hermandad de la Legua tomaría la posta que le cediera el desvanecido Centro Taurino de Lima -cuyo aletargamiento se hizo ostensible al ir desapareciendo por el orden natural de la vida, sus prominentes miembros, reapareciendo posteriormente en la década de los años sesentas y volviendo a resurgir durante los entrados años noventas en que un grupo de tozudos aficionados lo retomasen y consoliden en el ambiente taurino nacional.
Registro de esta heredad se halla en el documentado libro de don Raúl Aramburú Raygada Tentadero de La Legua cuando se refiere al maestro Ruy Da Cámara y su empeño por formar su célebre hermandad de aficionados.
De la hermandad pasamos al no menos importante grupo del Tentadero de La Legua cuyo mentor fuera el torero aficionado Fulvio Da Fieno, quien puso en el mismo toda su sabiduría y conocimientos taurinos para consolidarlo a través del tiempo. No en vano entre sus distinguidos discípulos se cuentan al forjador de la dinastía de los Roca Rey, José Antonio “Tuco” Roca Rey, tío abuelo de la actual figura mundial del toreo que todos celebramos, Andrés Roca Rey; junto a él, a los señores Luis, Carlos y Felipe Solari Swayne, hermanos del cornista y creador de la Feria del Señor de los Milagros, don Manuel Solari Swayne.
Tuco Roca Rey, vistió incluso de luces y tuvo en su prolija trayectoria el gusto de alternar en España con Rafael Ponce Rafaelillo y Juanito Blemonte Campoy. Aquí en Acho se lució al lado de Domingo Ortega, Armillita, Manolete, los Bienvenida y los Dominguín.
Con Roca Rey se hace necesario y justo mencionar a sus contemporáneos Raúl y Enrique Aramburú Raygada, fundadores del semanario “Acho” donde escribián con los remoteques de Muletazos y Fresco de Piña, respectivamente. A don Gabriel Tizón Ferreyros, que también toreó al lado de mandones como Julio Aparicio y Luis Miguel y Pepe Dominguín en España.
Al que fuera propietario de la emblemática ganadería nacional de Huando y exitoso empresario de Acho, don Fernando Graña Elizalde, quizás uno de los personajes más influyentes del ambiente taurino del Perú. Junto a estos no dejaremos de mencionar al grupo de buenos toreros aficionados que han sabido marcar su nombre con el hierro de la historia del toreo práctico en nuestro país: Aurelio Pérez Caballero, Bernardo y Ricardo Roca Rey, Lucho Aramburú Alvarez calderón Torito, don Fernando Belaunde terry, presidente de la República, Alberto Gubbins y César Aramburú Raygada, a los que se sumaron Germán Aguirre, Enrique Ego Aguirre y los aristócratas Tato de Osma, José Boza, Óscar Berckemeyer Pérez de Hidalgo y Elías Bentín Mujica.
Mientras en Lima la Hermandad de La Legua se consolidaba, también en la norteña Trujillo se lideraba una movida en torno al toreo aficionado teniendo a don Javier Larco Hoyle como su más preclaro gestor y en torno suyo la aparición de un grupo de damas de la sociedad trujillana, las señoritas toreras cuya más destacadas exponentes sean Isbael Larco y Aúrea Tapia.
De estas tierras norteñas oportuno es mencionar los nombres de toreros como Fernando de Orbegozo, de rancia familia aristócrata y pariente del que fuera presidente del Perú, el mariscal Luis José de Orbegozo y Moncada; como al chiclayano Amado Lora Risco.
El sur del país, Arequipa, nos nombra a Goyo Menaut, quien luego se convirtiera en gran artista plástico taurino y Enrique Clavito Talavera, Carlos Albareda, José Muñoz Nájar, Alejandro Núñez Ureta, acuarelista maestro del pintor Luis Palao y hermano del no menos afamado artista plástico Teodoro Núñez Ureta que destacara por su obra muralista sobre la campiña arequipeña. Ricardo Portugal, Tomás Muñiz y Max Carpio. Del lado del altiplano puneño sobresale el nombre del gran aficionado, primer ganadero de Checayani y miembro del Centro Taurino de Lima, don Hunfredo Macedo Ruiz.
Los orígenes de la A.T.A
Según refiere don Raúl Aramburú Tizón, los herederos de aquella legendaria hermandad de La Legua que en la nueva Corrida del Mantón organizada por la Asociación de Artistas Aficionados en abril de 1961, recibieran el encargo de manos de los veteranos Tuco Roca Rey, Raúl Aramburú y Fernando Graña, lo conformarían Alfredo Bullard Coello , Jorge Simpson Bustamante y Fernando Cerutti Cogorno.
De éstos surgen la formación de las peñas de Santa María, en predios de la Hacienda Santa María de Villa de la familia Matellini. En esta agrupación forma parte también Fito y Duilio Matellini, Juan Puga Estrada, los hermanos Figari, Ernesto y Albaerto; Bartolomé Puiggrós Planas, Alfonso Simpson, Juan Raffo, Enrique y Alejandro Aramburú Ferreyros y Julio Solimano, entre otros.
La peña San Isidro bajo el liderazgo de Rafel Puga Castro y del mismo Raúl Aramburú Tizón, inseparables amigos que hacían sus púberes inicios en el toro allá por la remota época de la hacienda La Pauca, propiedad de don Rafael Puga Estrada, ganadero y hacendado en Cajamarca y presidente del Centro Taurino de Lima durante un decenio. A esta peña pertenecieron los señores Jaime More, Chinaco Aramburú.
La Peña del XV, como su nombre lo supone, provenían del grupo de aficionados abonados del tendido quince de Acho, destacaron por ser fervientes entusiastas de organizar la corrida de San Fernando durante los meses del febrero estival en la Ciudad de los Reyes. Muchos de sus miembros incursionaron también en el peridoismo taurino publicando con singular éxito la revista La Lidia, de corte confrontacional y sesuda crítica.
La Asociación de Toreros Aficionados ATA, nace y surge de la fusión de estas tres agrupaciones, destacando el hecho que fuera el caso único en el mundo de los toros donde los aficionados se hacen toreros prácticos, llegando incluso, a ver surgir a nivel profesional a quien luego fuera el matador de toros Rafael Puga Castro, debutando en Acho el 10 de octubre de 1971 ante novillos de El Pinar y Jaral del Monte, junto a Adolfo Rojas El Nene y Juan Urquizo. Aquella tarde cortó cuatro orejas y un rabo, épica que repitiera ya como matador de toros el año 1973 cuando cortó cuatro orejas y nada menos que dos rabos que lo llevara a obtener el preciado Escapulario de Oro del Señor de los Milagros, lidiando al toro Rebujino de La Viña.
Inagotable fue el esfuerzo del matador Puga en los ruedos peruanos donde se impuso la noble tarea de fomentar la formalización de los festejos taurinos y exigir se respeten el lugar y sitio de los diestros actuantes.
Luego de ellos aparecieron los también matadores de toros Gabriel Tizón hijo, y actual ganadero de la Centinela; Guillermo Santillana, Alfredo Galdós, padre de nuestra otra promesa mundial el matador Joaquín Galdós Moreno y ganadero de Santa Rosa; el matador Aníbal Vásquez de las Casas, ganadero de Paiján, La Viña y El Olivar, junto a su padre don Aníbal; los toreros profesionales en retiro, Juan Manuel Roca Rey, hijo del legendario Tuco y Manuel Gonzáles Cachi, en la actualidad periodista taurino.
Don Alfredo Bullard Coello…
Insigne aficionado, señorito torero que paseó su entusiasmo y torería por todas las provincias del país, incluso hasta muy avanzada edad,de su ferviente iniciativa surge la fundación de la ATA, fue uno de los taurinos más comprometidos desempeñando casi todos los roles en los estamentos del toro, a saber, aficionado, torero práctico, ganadero, empresario y apoderado del matador Rafael Puga.
Nunca antes de aquel año de 1957 se había parado frente a un toro, vaca o becerra, y tan solo con su indesmayable pasión hizo su debut en un festival en la Plaza de Acho donde recibe, ante el atónito estupor general, rodillas en tierra al burel tocado en suerte y al que le corta una oreja. De allí en adelante, la cosa nunca dejaría de estar, junto a sus entrañables amigos, toreros como él, funda allá por los años sesenta la Asociación emblemática de la que ahora hablamos.
Aparte de ello, fue ante todo un señor de bien, apegado a las cosas simples de la vida y a las buenas rancheras al puro estilo de su alter ego, José Alfredo Jiménez; que supo inculcar en sus cinco hijos los valores y el apego a la tauromaquia. Como otrora fuera considerado el señor Francisco Espinoza como el padre de la afición, no nos aventuramos en afirmar que don Alfredo sea recordado como otro de los pilares fundamentales que han marcado el derrotero de la afición en nuestro país.
No solo nos ha dejado el legado de su afición sino que su nombre se impregna indiscutiblemente dentro de la historia taurina y que conforme su afán aleccionador nos transmite parte de su sabiduría en esta sentencia suya:
“Nunca dejes tus pasiones, son el único motor del alma. Si las dejas escapar, por dinero, por trabajo, porque a tu chica no le gusta, o porque te sientas viejo, enfermo e incapaz, se te apagara la luz interior. El día que no vivas tus pasiones, así te palpite el corazón, ya estarás muerto”.
La ATA en la actualidad…
El camino lo siguen actualmente el incansable José Ignacio Bullard Gonzáles junto a los hermanos Raúl y Vasco Aramburú, nietos del fundador de La Legua, llegando a actuar en certámenes en el extranjero como es el caso de sus actuaciones en México y Ecuador e incluso en España recientemente. Ellos organizan con singular éxito la Feria del Torero Aficionado que este año va por su tercera edición en el Fundo La Esperanza de don Tito Fernández.
Precisamente, el diligente aficionado y una de las cabezas visibles de la asociación, José Ignacio Bullard, nos refiere enfático: “La ATA es una hermandad, que busca defender y vivir nuestra fiesta, porque de lo que estamos totalmente seguros, es que cualquiera que se ponga delante de un animal de lidia se convertirá en su mayor defensor porque va a sentir su grandeza sin importar el tamaño, edad, ni defensas, dando lo mismo sea becerra, vaca o eral “.
Entre sus actuales miembros, la ATA cuenta a destacados aficionados, como Luis Herencia, que es torero profesional, Guillermo Rivas, Giancarlo Guzmán, Ayrton Taboada, Rodrigo Monasterio, Jorge Koechlin, Jair Román, Pablo Gómez Debarbieri, Máximo Valdivieso, Luis Barriga, Esteban Morales, Santiago Bustamante, Rodrigo Bullard, Gaspar de Loayza, Nicolás Vásquez, Joaquín Aramburú, Giancarlo Quispe, Jaime Tavera, Juan Andrés Mantilla, Tito Fernández, Ana Lucía Román, Iván Goicochea, Enrique Sifuentes, José Antonio Cubas, Luigi Alva, Camilo Rondinel, Hernán Alonso, Tito Vega, entre seguramente muchos más que me disculpo por no nombrar.
De sus canteras han salido los hoy matadores de toros y actuales figuras nacionales, Fernando Roca Rey, Juan Carlos Cubas y Alfonso Simpson.
Desde nuestra modesta posición de aficionado, que sabe sentir lo que se le avecina a uno cuando se para al frente de una vaca, mi agradecimiento y enhorabuena a este grupo de irreprochable casta de aficionados de hueso colorado que forman la ATA, por vivir su afición con nobleza, engrandecerla y transmitirla.
¡Olé por todos ellos!
Muchos aficionados son quienes sienten esa necesidad de ponerse delante de una becerra. Una manera, un paso más, para acercarse a sentir el toreo.
Esa ilusión por torear es la que les mueve. Tras muchas horas de torear de salón, ese es el paso siguiente: Ponerse delante, ser aficionado práctico.
Dicho todo esto, he de decir que es la mejor manera de acercarse al mundo del toro a todo aquel que tiene las inquietudes para saber cómo y porqué es sentirse torero.
Lo primero siempre será comprarse un capote y una muleta, los trastos de torear. Imprescindible hacerse con ellos, además del estoque simulado y el estaquillador. Con todo, ya empiezan a sentirse toreros.
Toca encontrar, en las distintas ofertas existentes, el maestro, o maestros, que te introduzcan en las formas de torear, sí, pero ya delante de un animal.
Ahí comenzarán, primero las ilusiones y después, también, los miedos. Esa experiencia ha de marcar incluso sus vidas. Sentir de cerca el aliento de las becerras, forma parte de ese universo de iniciación a la tauromaquia.
Dado el paso, pasado ya el toreo de salón, aparecen en escena las dehesas, las ganaderías, hasta los diferentes encastes.
Su presencia en las distintas ganaderías, más ahora en este periodo de pandemia que tanto ahoga a los ganaderos, es de una gran ayuda para garantizar la supervivencia.
Por tanto, esa actividad no solo satisfará las ilusiones de aquellos que quieren sentir el toreo, también ayudará a cubrir ciertos gastos en este tiempo de ‘vacas flacas’ en el campo bravo.
¡¡Vengan esos aficionados!!, no importa su edad, a salvar una parte de su afición y un mucho de ese sector que tanto amamos. Lo daríamos todo por preservar al toro bravo y esos aficionados prácticos son, sin duda, una especie a estimular y cuidar.
Así lo veo y así lo cuento. Los aficionados prácticos colaboran en ser parte de la solución.
Fuente: Antolín Castro. Del Toro al Infinito
Pepe Carrillo, aficionado práctico. Fotografía del nº 50 de la revista Arte Taurino de 13 de marzo de 1912.
Aunque lo cierto, es que todo empieza en el tendido, y si es posible asistiendo a los toros desde temprana edad (Manolete a la edad de 12 años asiste a una corrida en el viejo coso de los Tejares de Córdoba)
La razón incorpórea
ASOCIACIONES TAURINOS PRACTICOS DE CÓRDOBA
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