Francisco Martínez Jurado “Framar”
(1930-2018)
Un histórico del periodismo gráfico taurino y no taurino.
Traemos a estas páginas, el afectuoso recuerdo de un hombre que desde muy joven y desde la nada, con discreción y trabajo, supo labrarse un sitio en la vida en tiempos muy difíciles, hasta llegar a ser un histórico del periodismo gráfico taurino y no taurino. Estas líneas son fruto de lo que él mismo me contó de viva voz, con motivo del homenaje que le dedicó la Federación Provincial Taurina de Córdoba, en 2010.
Antonio Sanz Llergo (entonces presidente), le impuso la Insignia de Oro de la misma, en una de las sedes que tuvo dicha Federación: el Restaurante que, por entonces, regentaba el valiente ex novillero y posterior subalterno, Antonio David.
Homenaje de la Federación Taurina de Córdoba a Francisco "Framar". De pie: Andrés Luis Dorado, José María Montilla, Marcelino Ferrero, Rafael Jiménez "Chiquilín", Enrique Santamarina, Sergio Sanz, Juan Romero "El Zorro", Fernando Tortosa y Manolo de la Haba "Zurito".
Sentados: Manuel Cano "El Pireo", Francisco "Framar", Florencio Casado "El Hencho" y Alfonso González "Chiquilín".
Fueron sus padres Pedro Martínez López, natural de Torredonjimeno (Jaén) y Catalina Jurado Regalón, natural de Adamúz. Su madre era hermana del que fue un gran cantaor flamenco e intérprete de los cantes de Córdoba, “el Niño de la Magdalena”, que figuró, como artista de primera línea, en la compañía de Pepe Marchena y Juan Valderrama.
Criado en San Cayetano, tuvo 2 hermanos, Pedro, conocido por “Pedrito”, que también se dedicó a la profesión y, Rafael, ambos, también, ya fallecidos. Desde aquel barrio de raigambre torera, donde se crio el gran torero cordobés José María Martorell, de la mano de su madre, gran aficionada, se desplazaba al viejo Coso de “Los Tejares”, para ver en las nocturnas a los toreros de entonces. Estaba casado con Juana Arenas Puentes y fueron padres de seis hijos, cinco hembras y un varón.
En 1944, se colocó en una compañía de seguros donde hacía trabajos de mecanografiado de documentos. En 1949 decide voluntario hacer el servicio militar, donde durante treinta y seis meses, lo reglamentario entonces, sirvió a la patria. Allí, en el Regimiento de Infantería de Lepanto nº 2, conoció a un soldado hijo de un fotógrafo que también ejercía la profesión, y comenzó a acompañarlo en sus trabajos, llevando el Magnesio, atento siempre a la orden característica: ¡Luz!, aportaba el típico fogonazo de entonces.
Así se adentró en el mundo de lo que se convirtió en su profesión. Ya con algunos conocimientos, a petición de un brigada del regimiento, hacía fotos a los soldados; corría el año 1949. El lote era: tres fotos y una postal por tres pesetas.
La mayor ilusión de su juventud, fue ser futbolista. Jugó con el entonces Capuchinos y en el Pedro Abad, en 1948. Tiempos aquellos en los que se alineó junto a Kirro y Vicente. Una lesión importante en la rodilla izquierda truncó sus ilusiones, pues quedó afectada seriamente, por lo que aún siguió llevando una rodillera, la cual nos enseñaba dejando ver sus tibias llenas de cicatrices. En aquella etapa de su vida, durante corto tiempo, solía jugar al toro con tres aficionados del barrio de San Agustín, y nos recuerda que usaban una carretilla con una cabeza de toro que llevaba colocados, en la punta de los cuernos, unos clavos. Pero nunca sintió especial inclinación por ser torero.
Buscando la peseta
Ya con algunos conocimientos de fotografía, se ofrecía a los sacristanes de las iglesias para realizar los reportajes de bodas y bautizos. Para ello, como el horario de trabajo en la Cía de Seguros era de ocho a tres, pedía permiso al jefe, que nunca le puso impedimento, sólo con la condición de que, él mismo se ingeniara para llevar siempre al día su trabajo. Para cumplir dicha condición, tenía una llave de la oficina, y cuando era necesario dar un achuchón, se ponía al día, a la hora que fuera oportuno.
Cumplido su servicio militar, en 1952, pide excedencia en el trabajo y se marcha de feriante, dedicándose a realizar las típicas fotos que solicitaban nativos y foráneos de aquellos tiempos.
Ya en 1961, dedicado de pleno a la fotografía, don Manuel García Prieto, periodista y director del diario Informaciones, con un especial para Córdoba, solicitaba sus servicios.
Vivió el ascenso del Córdoba Club de futbol a primera división, en Huelva, en 1962, y sufrió con sus compañeros un río de pedradas e improperios de los hinchas conqueros, por llevar, en la furgoneta, el ¡Aúpa Córdoba!
Conocidos ya sus trabajos por la agencia EFE, con motivo del encuentro Atlético Madrid-Córdoba, le solicitan de dicha agencia, realizar dos carretes de fotografías, uno para el Atlético y otro para el Córdoba. Felicitado por dicho trabajo, se requiere su presencia en Madrid para una entrevista en EFE, siendo nombrado, a partir de entonces, corresponsal de la Agencia EFE para Córdoba y provincia.
Catorce años prestó sus servicios a EFE, durante los cuales, era solicitada su presencia a cualquier hora del día o de la noche. Entre otras vivencias, nos recuerda el accidente ferroviario ocurrido en la provincia de Jaén.
A altas horas de la madrugada, se presenta en el lugar de la catástrofe, pero no pudo llegar hasta el lugar, debido a los controles de la guardia civil y servicios de socorro. Enfangado y entre vicisitudes, llegó al lugar del accidente, y sobreponiéndose al horrible marco, captó imágenes que siempre –nos confesó- llevaba en el recuerdo.
Finalmente, trabajó para el diario La Voz, y por último, oficialmente, como Redactor Gráfico del diario que siempre soñó: Diario Córdoba.
Su debut taurino
Como fotógrafo taurino, se inicia en el festival pro monumento a “Manolete” en 1951.
Antes, en 1950, nos contó que presenció una de las cogidas que más le impactaron en su carrera taurina y en su vida. Fue la de ”Frasquito” en Córdoba «de la herida brotaba la sangre como una fuente» contaba.
Su relación con los grandes
Una de los taurinos que más le impactó fue Rafael Sánchez “El Pipo”, en los comienzos de Benítez, cuando se apodaba “El Renco”. En su presentación en Córdoba, “Framar” estaba de viaje de novios. Corría el año 1958. A la vuelta, llegó a su tertulia cotidiana del Bar Negresco, en la calle, La Plata. La componían
Pepín Garrido, “Columpio”, “Niño del Brillante” y “Minuto”, entre otros. «Paco… te perdiste lo del sábado; ese chaval de Palma de Río que parece un “segaor”». Es como don Tancredo; se queda como una estatua, y después de porrazo tras porrazo, en los que parece de goma, hace que el novillo acabe entrando por dónde él quiere»
Lo vio después cuando de nuevo le montó “El Pipo” aquella novillada de “Sólo ante el peligro”, con cuatro novillos de Benjumea. Le impactó aquella forma de quedarse quieto «Le publiqué una foto en “La hoja del Lunes”. Al poco tiempo, se lo encontró un día en la calle Cruz Conde con “Columpio”, y le dijo «¡Hombre!... ¿usted es “Flamitas”? Le invito a una copa de coñac». A lo que “Framar” contestó «No, gracias, ya tendremos tiempo de tomar Whisky que es lo que a mí me gusta; sigue por ese camino».
Después, siguió a Benítez, a todas partes, en aquella Vespa que tenía. Vivió con él los momentos más importantes de su carrera y, el hoy V Califa, siempre le siguió llamando “Flamitas”.
“Framar” también nos contó la presentación de Benítez en Madrid «¡fue impresionante!» y continuó «Me dijo que me fuera a su piso de Doctor Ezquerro, 162, que no iba a estar en ningún hotel. Cogí el tren y luego un taxi. Cuando llegué, sobre las diez de la mañana, la zona estaba colapsada de gente. Había policías por todas partes y era imposible llegar. Llamé por teléfono, se puso su cuñado Montes y me dijo que me fuera como pudiera hasta el portal y que bajarían a por mí».
«Cuando llegué a su habitación me dijo: está la cosa muy mal, más de la mitad del papel que tenía se lo ha llevado don Livinio, porque no da abasto a sus compromisos, así que a ver cómo lo arreglamos. Al final, don Livinio me hizo un papel manuscrito para que lo presentara como pase en la puerta de servicio. Me fui temprano a la plaza. Cuando llegué, había cuatro de uniforme con gorra en la puerta; miraban el escrito de don Livinio y se lo pasaban de uno a otro y, al final, se lo enseñaron a otro que debía ser el de más rango y me dijo: esta es la primera vez que he visto algo así de don Livinio. Y yo le contesté: y esta es la primera vez que torea “El Cordobés” aquí. Reímos y me mandaron al acomodador. Aquel hombre, también con cierto asombro, me acomodó en el sitio oportuno en el tendido, porque, aclaro que, en aquel tiempo, en Madrid, era prohibitivo lo del callejón. Los de la prensa estábamos en el tendido. Lo demás, os lo puedes imaginar, los que vivisteis también aquellos tiempos. Hoy la gente joven, y no tan joven, no se pueden imaginar quién era Manuel Benítez; hoy, merecidamente, V Califa del toreo. Después del cornalón de Bilbao, tenía el muslo abierto en canal, pero no le afectó arterias. Ya en Córdoba, curándolo don Antonio Ortiz Clot, dijo el torero: don Antonio… mañana toreo en Córdoba. ¡Pero hombre!... después de la corrida me voy a donde usted me diga. Y así lo hizo. Benítez era único».
«Finalmente, al respecto, he de decir que gozo de haber hecho a “El Cordobés” mis mejores fotos».
Algunas anécdotas
«Con el Califa, iba a todas partes. De esta manera conocí a todas las figuras de su tiempo, con los que conversé y realicé también muchos reportajes».
«En Almería. Le salió a Diego Puerta un torazo con muy buenas condiciones. En un remate con el capote se lo lio de tal manera que los cuartos traseros aún no habían pasado al torero y la cabeza del toro seguía los vuelos del capote. Diego salió airoso de la suerte con una elegancia indescriptible. Ese momento lo capté con mi cámara. Más tarde, en una actuación en Linares, Diego se vistió en el Zodiaco de Bailén. En el hotel le enseñé la foto y en seguida me dijo: ¡esto fue en Almería!... ¿pero hombre cómo no me has llamado para ofrecérmelo? Mándame seis docenas. El mozo de espadas replica: ¡maestro!... de esta lo menos ocho. Diego concluye diciendo: Manda diez docenas».
«Grabado me quedó también aquel remate de Rafael de Paula en el Puerto de Santamaría, en el centro de la plaza. Algo sublime, de lo que se queda como un clavo para siempre».
«En otra ocasión, en la puerta de cuadrillas, me ve llegar Curro Romero y me dice: ¡niño!... ¿cuantos años llevas ya echando fotos? Yo le dije: maestro… los mismos que lleva usted pasando miedo. Reímos los dos, y aquellas carcajadas me las grabaron en una foto».
Los percances
«Sin ser torero, mi profesión me puso en serias dificultades. Cuando Benítez aún era “El Renco”, un día en “Los Tejares”, saltó un novillo. Yo, al saltar al otro lado del burladero, un apretón contra las tablas me rompió el pantalón casi de cintura para abajo, dejándome en paños menores. Me dejaron una manta, me la lie, salí de la plaza, me fui a mi casa de la calle don Lope de Sosa, cogí otros pantalones y me volví a la plaza».
«En otra ocasión, en Linares, toreaba Luis Miguel pegado a tablas por estatuarios. Como la barrera es bastante baja, en el último, el toro saltó al callejón
muy cerca de donde yo estaba. Aunque fui rápido en saltar al otro lado, el toro me empaló la pierna izquierda, y me lanzó casi a las rayas de picadores. Me llevaron a la enfermería con un gran hematoma, pues temían que llevara una cornada interna. Así visité la enfermería donde murió “Manolete”».
Su última etapa
Al final de su carrera, para matar el gusanillo, colaboraba con la revista “Toreros de Córdoba”, y con “La Córdoba Taurina” que editaba la Federación Provincial Taurina de Córdoba, así como en los casos especiales que era solicitado su trabajo.
Falleció en su tierra natal, Córdoba, el 16 de diciembre de 2018. Su archivo taurino y no taurino están entre los más importantes del mundo, dada la época que le tocó vivir, junto al V Califa, Manuel Benítez “El Cordobés”. Y por sus conocimientos, discreción y bien hacer en la fotografía taurina, siempre estará entre los profesionales más considerados del orbe taurino. ¡Gloria para ti, amigo!
Domingo Echevarría
José Luis Cuevas
Montaje y Editor
Escalera del Éxito 254...
Excelente comentario sobre un histórico del periodismo gráfico, ejemplo de discreción y buen hacer.
ResponderEliminarEnhorabuena, Domingo.