Toreros Gitanos
Dinastía los “Gallo"
José Ortega Gómez “Gallito Chico".-
Hermano menor de Rafael Ortega Gómez “Gallito" e hijo del banderillero, Enrique Ortega Fernández, “El Cuco", y de Gabriela Gómez Ortega, hermana de Rafael y Joselito “El Gallo".
“Gallito Chico", había nacido en el pueblo sevillano de Alcalá de Guadaira, el 26 de septiembre de 1923, y necesariamente tenía que ser torero. Pero fue como un sueño imposible que buscaba el toreo y todo se le hizo oscuro, porque falló el corazón, José Ortega Gómez “Gallito Chico", intentó ser figura del toreo. Y solo fue…una estrella fugaz y que con él, se rompe la cuerda dinástica de los “Gallo".
Apoyado en su apellido, comienza a torear por plazas de Sevilla Cádiz. Con más gracia que ingenio, se le ve torear en tentaderos y novilladas sin picadores. Cuando está suficientemente preparado aspira a que le vean en Madrid la plaza que da y quita. El simple anuncio de su apodo torero ya le concede un crédito ante la afición. Después, a él, corresponde consolidarlo.
Llevaba solo cinco novilladas toreadas, las tres últimas, Málaga, Granada y Gijón, cuando le contratan para torear en la Monumental de Barcelona, el día 24 de junio de 1942. Llega a la Ciudad Condal con dos días de anticipación de la fecha programada, acompañado de un picador y de un banderillero de apellido Villalba. Cuenta el novillero que llegó enfermo a Barcelona… “Algo que comí en el tren y no me sentaría bien”. Se hospeda en el Hotel España y toda la noche la pasa toreando con una toalla, delante de un espejo. “Era mucha mi afición y además tuve un debut muy agradecido. Al cuarto novillo de doña María Montalvo, de nombre “Marismeño”, le realicé una gran faena por la que me dieron las dos orejas y el rabo. Balañá, creo que me pagó por aquella tarde…doce o catorce mil pesetas, no recuerdo bien".
En cuanto terminó la corrida, Balañá llamó al Hotel España para comunicarle a su apoderado Miguel Prieto, que los invitaba a cenar aquella noche. Aceptan, y después de tomar unas copitas por algún que otro cabaret, le contrata cinco novilladas. Esa misma temporada vuelve a torear a Barcelona los días 23 y 30 de julio, el 15 de agosto y el 13 de septiembre. En la temporada de 1943 vuelve otra vez a torear en la Monumental de Barcelona, el día 21 de febrero.
El 22 de agosto de 1943, queda anunciada su presentación en la plaza de Las Ventas para estoquear, otra vez, novillos de los herederos de doña María
Montalvo con Fidel Rosalen “Rosalito”, y Eugenio Fernández “Angelete”. Su primer astado marcado por el número 37, castaño, se llamaba “Saltador”. Ese día no tuvo suerte en su primera salida al ruedo madrileño. Sus ilusiones y aspiraciones le duraron un instante.
Sus ilusiones se evaporan aún más con la gravísima cogida que sufre el 19 de agosto de 1945, en la madrileña localidad de Miraflores de la Sierra, actuando en un festival. Piensa en su retirada. Abatido y sin ilusión alguna, emprende la oscura senda de abandonar muleta y estoque y, como de algo hay que vivir, se pasa al escalafón de plata del toreo.
Conocimientos del oficio los tiene. Su eficacia con el capote de brega lo acredita con los matadores que estuvo: Rafael Mariscal, Juan Posada, Alfredo Leal, Manuel Carrá, Pedro Martínez “Pedrés", Antonio Chenel “Antoñete" y finalmente, Jaime Ostos.
Siempre fue muy conformista, no le gustaba que le obligaran a nada. No tenía ninguna ambición, parecía que su voluntad había muerto. No quería molestar nunca, casi en silencio, continúa su andadura en los ruedos hasta que ya veterano, se retira totalmente para dirigir la carrera artística, de su hija, (destacada bailaora de flamenco). Llega el momento que a José Ortega Gómez “Gallito Chico", le seduce más el cante “jondo" que el toreo, aunque de los dos temas sabe una “jartá".
Era tan entendido que para coger tono solo le bastaba con escuchar los primeros rasgueos de una guitarra.
Sobrino de toreros,
nieto del señor Fernando,
su padre banderillero
“El Cuco” le llamaron.
Sus tíos José,
Rafaelito “El Gallo”,
y su hermano Rafael,
¡tres toreazos!
pa’ un gran cartel.
Antonio Rodríguez Salido.-
Rafael Valera Jiménez “Rafaelillo".-
De raza gitana, vino al mundo en Sevilla el 4 de diciembre de 1890. De joven se emplea en varios oficios, y en ninguno cuaja. Todo trabajo exige una sujeción, y para “Rafaelillo", era un absurdo, por sus locas ansias de campar libremente con los demás chicos del barrio de la Alameda de Hércules donde él vivia, y donde residía, el gran Joselito “El Gallo", espejo en que se miraban todos cuantos sentían el toreo. Inquieto, intuitivo, con vocación para la aventura, en sus años jóvenes, se siente paralizado ante tan fuerte ligadura, pero nada ni nadie le ata. Las ilusiones taurómacas y las esperanzas aún lejanas, le revolotean en su cabeza e intuye que su deseo es ser torero. Deja el trabajo y se dedica por entero a su sueño dorado.
Su afición al “arte de Cúchares" le hace ir a tentaderos y capeas, en donde comienza a dar sus primeros capotazos y en el 1913, en Lisboa tiene la satisfacción de vestir por primer vez el traje de luces, como banderillero de la cuadrilla de “Niños Sevillanos”, capitaneados por Francisco Peralta “Facultades" y “Rubichi”, Tiene porte y buenas maneras y pronto da que hablar a la gente del toro. Anda desahogado en su labor con los astados, pero “Rafaelillo” no se conforma con eso, él quiere ser matador; sus aspiraciones eran ser jefe de cuadrilla. En Córdoba, aún de becerrista, recibe el bautismo de sangre, percance que no le aparta de sus doradas ilusiones. Pasa un tiempo actuando de espada sin éxito alguno y comienzan a ver volar sus ilusiones, donde parece que todo fue un sueño de niño. Sus equivocaciones le obligan a salir del engaño y se pasa a banderillero destacando rápido entre los mejores, pero su amor propio le empuja a volver a torear de matador. Siete novilladas sin apenas lucimiento. Alterna sus compromisos como banderillero, entre 1923 y 1928, con los de novillero, por los pueblos de Andalucía, consiguiendo presentarse, nada menos, que en Sevilla, para estoquear reses de Villamarta acompañado de “Carralafuente” y “Chamusquino”. El 21 de octubre de 1923, va a Madrid a lidiar astados de Andrés Sánchez de Buenabarba (Salamanca), en unión de Correa Montes y Agustín García “Mella”. No consigue que le cuadren bien las cuentas. Repetidas veces ha cogido la espada haciendo otros tantos paréntesis en sus actuaciones como peón de brega, hasta que, al fin, se convence de que tiene que abandonar definitivamente su sueño de hacerse matador de toros, y acaba por agarrarse a los palitroques como única forma de ganarse la vida.
“Rafaelillo”, que sabe manejar el capote a una mano, como pocos subalternos de a pie, y darle a cada toro la lidia que corresponde, ingresa definitivamente en el escalafón de banderilleros.
Va a América y Venezuela, en el invierno de 1918-1919 acompañando a Agustín García “Mella”, José Gárate “Limeño” y Francisco Díaz “Pacorro” y a la vuelta de aquel viaje ocupa plaza de banderillero en la cuadrilla de Curro Martín Vázquez.
Rafael une a su trato fino y afable, sencillez y alegría, una enorme capacidad torera. Conoce las querencia y resabios de los toros, como pocos. Es el mejor que banderillea por el pitón derecho y técnicamente, es muy bueno con el capote. Domina al manso y puede con el bravo.
Desde 1920 a 1922 forma parte de la cuadrilla de Pepe Belmonte, y en 1923, en la de “Algabeño", poco antes de que éste tomase la alternativa, permaneciendo a su lado hasta el año 1925, fecha en que reaparece Juan Belmonte en los ruedos e incorporándose a su cuadrilla, si bien en el invierno anterior, ya había toreado a sus órdenes en Lima, la capital de Perú.
“Rafaelillo”, sufrió pocos percances a lo largo de su carrera. El de Córdoba ya narrado, y otro en la Línea de la Concepción, el 19 de julio de 1925, toreando un toro de Gallardo, al saltar la barrera le infirió una cornada en el muslo derecho.
Después se incorporó a la cuadrilla del “Niño de Palma", y quedó en ella hasta la terminación del año 1927. Y desde 1928 hasta el 1936, torea sucesivamente a las órdenes de “Chicuelo", “Cagancho", Marcial Lalanda, Domingo Ortega y Rafael Ponce “Rafaelillo". (tío-abuelo del matador de toros valenciano, hoy retirado de los toros, Enrique Ponce Martínez).
La furia de la Guerra Civil se desata, en el año 1936, entre las dos Españas. Aquello le espanta y decide cruzar el Océano y se afinca definitivamente en Lima. Allí encuentra el calor y la ayuda de sus amigos, de manera muy especial, la de Jesús Montenegro Arrascue, que le ofrece la administración de su ganadería, “La Viña”, la que con el tiempo y bajo su dirección, consigue que sea considerada una de las mejores de todo Perú.
En aquel refugio, Rafael Valera Jiménez “Rafaelillo", ve acercarse el otoño de su existencia hasta su final, el 18 de junio de 1956, dejando memoria de su bien, como hombre y como torero.
Continuará…
Antonio Rodríguez Salido. –
Compositor y letrista. –
Escalera del Éxito 176.-
Montaje y Editor
Escalera del Éxito 254.-
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