jueves, 8 de diciembre de 2022

 Los cronistas taurinos fundamentales del siglo XX. –

En el escrito anterior con referencia a “Los escritores taurinos del siglo XIX, omitimos involuntariamente, el nombre de uno de los escritores más notables del mundo taurino:

D. Santos López-Pelegrín y Zabala.- “Abenamar”.



Nacido en Cobeta (Guadalajara), el 1 de noviembre del 1801, en el seno de una familia acomodada y de ideología liberal. Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Imperial de Madrid para después cursar en el 1819, Derecho en la Universidad de Alcalá, alcanzando el grado de Bachiller en Derecho Civil el año 1822. El título de abogado de los Consejos Reales lo obtiene en el año 1827.

A la vez que atendía su carrera política administrativa, desarrollaba otra no menos interesante actividad literaria con el seudónimo de “Abenamar”, que tuvieron una extraordinaria acogida en periódicos madrileños: La Gaceta, El Diario de Avisos y El Correo Mercantil.

Como periodista taurino fue, supuestamente, coautor junto con el matador de toros, Francisco Montes “Paquiro” de la “Tauromaquia completa, o sea el arte de torear en plaza, tanto a pie como a caballo”, que apareció publicada en el 1836.

Durante la segunda mitad el siglo XIX, en que empieza a madurar el periodismo taurino, y aún ya entrado el XX, abundan todavía los revisteros que por regla general se limitaban a dar referencia de lo sucedido en cada corrida; a la reseña. Y es don Santos López-Pelegrín “Amenabar, el primer escritor notable que incide con su crítica en el mundo taurino. Amigo de los grandes maestros de su época, se ha dicho de él que les ayudaba con sus consejos y advertencias. Y no sólo a toreros daba lecciones sino que también los impartía a sus lectores.

“Abenamar”, desde la altivez que le proporciona su categoría de docto en la materia, adopta un talante pedagógico que hace que en distintas ocasiones manifieste su autoridad como cuando dijo: “Preciso será para que mis lectores vayan entrando en la civilización tauromáquica, les expliqué yo el significado de ciertas palabras técnicas. Trapío en los toros es lo mismo que estampa en los caballos, cuerpo en las damas y facha en los ministros”. Sin comentarios…

Resumiendo: "Abenamar” fue un extraordinario escritor, excelente aficionado a los toros y un crítico muy notable, conocedor de la historia y de los problemas intrínsecos de la fiesta de los toros.

Falleció en Aranjuez (Madrid), el 21 de febrero del año 1846.

D. José de la Loma y Milego. “Don Modesto”.-



Desde que el aficionado “Un Curioso”, firmara la primera crónica taurina el 20 de junio del 1793, (publicada por el Diario de Madrid) hasta la llegada del primer cronista oficial que aparece en el periodismo taurino, José de la Loma “Don Modesto”, en el año 1895, pasaron, nada más y nada menos, que 102 años.

José de la Loma y Milego, nace en Madrid en el 1860, y comienza a escribir en el periódico El Liberal el año 1985 en sustitución de Mariano de Cavia “Sobaquillo”, que había abandonado la sección del periódico “Desde la Barrera”. Su primera crónica fue en la temporada madrileña, en corrida inaugural, y se publicó el 15 de abril de 1895 (toros de Bañuelos para Mazzantini, “Minuto” y “Bombita”). El 25 de marzo de 1915, se proclama cronista, y no revistero, en su “Charla Taurina”, impartida en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Fue tal vez el crítico que más influencia ha ejercido en el público de toros y en la fiesta misma, e incluso, en el lanzamiento de algunos toreros. Compañeros suyos de redacción aseguraban que muchas veces ni siquiera iba a los toros. Eran otros redactores los que asistían a la corrida, luego se la contaban y “Don Modesto” escribía sobre ella. En cambio consiguió que El Liberal aumentase su tirada los días que aparecía su crónica taurina, dejando atrás a otros articulistas literarios y políticos. Uno de sus alumnos fue Gregorio Corrochano”.

José de la Loma y Milego, falleció en su ciudad natal en el 1916.

D. César Jalón Aragón.- “Clarito”.



Natural de Nalda (La Rioja), fecha de su nacimiento, el 27 de septiembre del año 1889. Su gran amor y pasión, la tauromaquia.

Recién acabados sus estudios de bachiller y cumplidos sus deberes con la Patria, César Jalón Aragón, gana las oposiciones al cuerpo de Correos en Madrid. Pero su gran vocación pronto le lleva al periodismo y consigue entrar en la redacción de El Liberal, como sustituto de D. José de la Loma y Milego “Don Modesto”.

El seudónimo de “Clarito” se debe al parecer, a que el propio “Don Modesto” certificó o apostilló una de las primeras crónicas de César Jalón, firmándola con el seudónimo de “Clarito”, antes que pudiera hacerlo de otro modo su autor.

D. César Jalón “Clarito”, fue miembro del Partido Republicano Radical, llegando a ocupar la cartera de ministro de Comunicaciones. Su cargo político le hizo abandonar la redacción de El Liberal, pero no de su condición de periodista. De hecho, continuó siendo secretario de la Asociación de la Prensa de Madrid.

El estallido de la Guerra Civil le sorprendió en la localidad de Fuenterrabía (Guipúzcoa), donde fue detenido y encarcelado en Ondarreta. Una vez liberado se instaló en San Sebastián para más tarde vivir en Logroño.

Después de la Guerra Civil española fue nombrado redactor del diario Informaciones y pronto destacó por su agilidad e ingenio literario. Durante cincuenta años hizo crítica amena, brillante llena de sugestión y gracia que elevaba todos sus relatos taurinos a muy altas cotas de intelectualidad. Tanto en El Liberal como en Informaciones fue considerado uno de los mejores críticos taurinos de todos los tiempos.

También escribió en el semanario El Ruedo, que había nacido como complemento de Marca, el periódico deportivo de la cadena del Movimiento, en una de sus secciones más importantes titulada: “Desde mi rincón”.

En la posguerra organizó durante muchos años la Corrida de la Prensa de Madrid, por cuenta de la Asociación de la que él era su secretario. Como aficionado conoció la Edad de Oro del toreo y la rivalidad entre los toreros sevillanos Juan Belmonte y “Joselito”. Vivió los años treinta junto a figuras como Ignacio Sánchez Mejías y en los cuarenta con Manuel Rodríguez “Manolete”, y Pepe Luís Vázquez, los cincuenta con Luís Miguel “Dominguín”, Ordoñez, Antonio “Bienvenida”, Aparicio y “Litri”, los sesenta con Diego Puerta, Paco Camino, “El Viti” y como no, con Manuel Benítez “El Cordobés”, como revela El Cossío.

César Jalón Aragón, “Clarito”, falleció en Madrid el día 6 de diciembre de 1985.

D. Gregorio Corrochano Ortega .-



Nace en Talavera de Reina (Toledo), el 8 de abril de 1882. En el año 1900, termina sus estudios de bachillerato y se traslada a la capital de España para comenzar la carrera de Ingeniería de Caminos, estudios que más tarde abandonaría para realizar practicas de meritorio en el rotativo La Mañana donde comenzó a escribir críticas teatrales y taurinas. Esta última ocasión le llega, el 31 de mayo de 1911, que bajo el seudónimo de Alegrías, publica su primera crónica de toros, de una corrida celebrada en Aranjuez, encargo hecho por no poder asistir el cronista titular del citado periódico. Fue la única crónica de tema taurino que se publicó en aquel diario.

Tras su corta estancia en la revista Ecos, pasó al periódico ABC de la misma empresa cuyo cronista taurino oficial era Manuel Serrano García Vao “Dulzuras”, con el que hace una buena amistad y hasta le acompaña muchas veces a la plaza e incluso le sustituye cuando Manuel Serrano no puede ir a hacer la crónica. Pero cuando “Dulzuras” fallece el 16 de marzo de 1914, es Gregorio Corrochano quien ocupa su lugar a instancias del director del periódico. Al principio Corrochano, sigue la misma pauta en sus crónicas, que su antecesor, es decir, daba datos objetivos de cada toro (número de puyazos, caballos derribados o muertos etc.), hasta que un día se le extravían los apuntes de la corrida y hace una crónica “de conjunto”, muy adornada, dando pelos y señales de todo lo acontecido, que a su director Luca de Tena, le agrada mucho. En esa línea, el suplente de “Dulzuras” vuelve a incidir con un par o tres crónicas más anónimas de toros, realizadas con un estilo literario nuevo que incluían juicios técnicos y estéticos que gustaron bastante al público los aficionado, que pregunta quien es el autor. Don Torcuato, le llama a su despacho le da la enhorabuena y le dice: “desde mañana las crónicas taurinas las firma usted.

Así es como nace una nueva manera de informar taurinamente en la prensa hasta el día de hoy.

Corrochano vivió en primera persona la llamada Edad de Oro del toreo y la de Plata, en la década de 1920-1930, y que dio nombre a su obra “La edad de plata del toreo”. Presenció la mortal cogida de “Joselito El Gallo”, en Talavera de la Reina (Toledo), cuyo dolorido recuerdo marcó muchas de sus crónicas posteriores. “¿Que es torear? (Introducción a la tauromaquia de “Joselito”). “Yo no lo sé. Creí que lo sabía “Joselito” y vi cómo lo mató un toro”.

Corrochano fue muy respetado por todos los que le conocieron, incluso por los profesionales del toreo, ya que a su calidad literaria unía un profundo conocimiento del arte de torear.

Historiadores como José María Cossío y otros grandes literatos taurinos, alabaron con gran admiración sus muchas e envidiables cualidades como periodista. D. Gregorio Corrochano transformó y llevó la crítica taurina a su mejor momento con la riqueza de su buena la literatura. Crónicas como “El Cajón de los Merinales” o títulos como “Es de Ronda y se llama Cayetano” por sus frases hechas y buen gusto crean escuela.

Tuvo un hijo, Alfredo Corrochano que se hizo matador de toros el 28 de febrero del año 1932, dejando de torear en la temporada de 1950, cuando su padre se aleja de la crítica taurina.

Fallece el día 19 de octubre de 1961 en Madrid.

D. Antonio Díaz-Cañabate Gómez-Treviño.-



Abogado, escritor, crítico taurino y teatral. Había visto la luz primera en Madrid, el 21 de agosto de 1897, y de muy joven con los estudios de Derecho acabados, se dedicó al periodismo. Fino, de fácil expresión, docto, con un estilo coloquial amable y castizo, cultivó el género costumbrista, escribiendo para el periódico parisino El Fígaro y La Republique, acerca de la República española. Durante nuestra Guerra Civil conoce al escritor de toros José María Cossío con quien comparte amistad y afición por la fiesta española, con quien colabora en varios de los tomos del famoso “Los toros, tratado técnico e histórico”, conocido como El Cossío, (idea del gran filósofo José Ortega y Gasset).

Recién acabada la Guerra Civil española, comienza a escribir exclusivamente temática taurina en El Ruedo, el más importante semanario taurino de la época, donde llega a ser una de las principales firmas. Escritor muy versátil se convierte en todo un renovador en el arte de relatar una corrida de toros.

En resumen: don Antonio Díaz Cañabate fue un gran periodista costumbrista quien desde las páginas de ABC, además de juzgar acertadamente a los toreros actuantes, deleitaba con pasajes del acontecer diario de su “Madrid castizo”, lo que sumado a su honestidad y humildad, le hacía no admitir ni siquiera entradas de los toreros y le gustaba pasar totalmente desapercibido, hasta el extremo de declinar educadamente invitaciones a las fiestas, comidas y homenajes, donde abundaron vagos, figurantes y miserables trincones, de los que hablaremos al final.

D. Joaquín Vidal Vizcarro.-



Hemos consultado las páginas de Internet para recabar información de un periodista especializado en la crítica taurina, Joaquín Vidal Vizcarro, santanderino de naturaleza. Nacido el 14 de septiembre del año 1935, y formado profesionalmente en la Escuela Oficial de Periodismo, donde estuvo matriculado hasta acabar su carrera. Sus primeros años como periodista los ocupó como jefe de prensa del Instituto Social de la Marina. En 1972, pasa a trabajar en el periódico Hierro de su localidad donde desarrolla una excelente labor periodística que le vale para trabajar en los diarios Pueblo e Informaciones hasta el año 1977. Tras la dimisión de don Alfredo Corrochano como crítico del periódico El País, es Joaquín Vidal quien asume el cargo de cronista oficial, hasta su fallecimiento el 10 de abril del 2002.

Joaquín Vidal Vizcarro fue, además de un riguroso crítico. Un gran defensor de la Fiesta y sus corridas, donde brillaba por su conocimiento y por su extraordinaria calidad literaria.

José María Gaona Chau.“Tío Caniyitas”.



Gaditano de nacimiento inició sus labores de información sobre la fiesta de los toros, allá por los años sesenta. A finales del 1972, llega a la ciudad de los Califas para ejercer las funciones propias de su profesión en la emisora EAJ 24 Radio Córdoba, cuyo director era D. Federico Algarra Ramírez, y en donde la calidad de las voces de los pioneros Rafael Muñoz, José Posadillo, o el mismo Algarra, surcaban al viento unidas a las de los más entrañables, Matías Prats Cañete y Rafael López Cansinos que llegarían para sustituirles.

José María Gaona, a su llegada a Córdoba se enamora del duende de la ciudad califal, que comparte con la salada claridad de su bello Cádiz, pero “don dinero” y las ansias de ganarlo, ficha por Radio Andorra de Madrid y Radio Intercontinental para desarrollar la información taurina en el programa “España Taurina”, convirtiéndose en alma mater del Semanario Gráfico “La Fiesta Brava” y “El Burladero”.

El apodo de “Tío Caniyitas” parece ser que lo adoptó del personaje principal de una ópera o zarzuela cómica denominada “isabelina”, que alcanzó un importante grado de popularidad, y que fue estrenada en su ciudad natal. La obra escrita en verso y hablada “en andaluz”, representaba a varios personajes típicos del Cádiz, del mediado siglo XIX.

Pero “El Tío Caniyitas”, crítico taurino, ya era empleado de Radio Intercontinental de Madrid. Y hemos de decir, que por aquel entonces, la costumbre de algunos periodistas era concertar con los toreros, en función de la importancia de los mismos, un dinero extra por hacerles una crítica favorable a sus merecimientos. El Cossío habla de ello en Los Toros (Tratado Técnico e Histórico). Uno de los que se prestaba a esas corruptelas era nuestro biografiado que, apañaba estos manejos publicitarios para poder sacar la cabeza y arañar algunas pesetas. Eran los tiempos de los llamados “sobrecogedores”.

Higinio Severino delapa Vega, amigo nuestro, abogado e hijo del empresario y ganadero del mismo nombre, cuenta en un artículo para la revista “Los Sabios del Toreo”, un par de anécdotas referentes al famoso “sobre”.

Dice nuestro amigo que en la mitad de siglo pasado, apareció una pléyade de vergonzosos oportunistas que lo único que buscaban era lucrarse con el vil metal y que fue el comienzo de lo que después se denominó “el sobre”, hasta el extremo de que trascendió en periódicos, tertulias etc., como si fuese algo normal.

La cosa consistía en que sus crónicas eran mejores o peores según la cantidad de dinero que los apoderados de los toreros metían en un sobre por cada actuación que hacían. Pero si tal sobre no era puntualmente entregado, el torero era tratado de forma inmisericorde incluso aún habiendo puesto a la plaza en pie. Respecto al referido “sobre”, hay anécdotas curiosísimas. Cuenta que desde los micrófono de una radio madrileña un crítico taurino andaluz con genial gracejo y de “armas tomar” dado su peculiar y guasón carácter, fijaba unas “tarifas” a los diestros para cantar su hazañas y al que no entraba por el “aro”, le ponía verde. Cuando se le preguntaba por su proceder se limitaba a reírse tocando su cartera con genial desvergüenza. Durante una corrida de beneficencia en la plaza de toros de las Ventas de Madrid, en un mano a mano de las dos máximas figuras de aquella época: el mexicano Carlos Arruza y el cordobés Manuel Rodríguez “Manolete”. Este último estuvo cumbre y salió a hombros por la puerta grande, pero como su apoderado, D. José Flores Cámara no había aceptado el elevado cachet del “respetable” crítico, dicho contador de las verdades de la fiesta, al hacer su “justa” crónica, no habló prácticamente nada del grandioso triunfo del hijo de Doña Angutias y solo se refirió a la parte económica y, como “Manolete” cobraba una muy elevada cantidad sin regalar ni un duro para el fin de la corrida y, sin embargo Arruza toreaba gratis, terminó así el relato de la corrida: “Arruza, torero mejicano, actuó desinteresadamente. “Manolete” torero cordobés cobró íntegra la cantidad contratada. ARRUZA, Dios te lo pague. “MANOLETE”, Dios te perdone.

Este mismo periodista en cuestión estaba enemistado con el apoderado y padre de una gran figura del toreo (el que se autodominó el número uno), y por no acceder a sus pretensiones pecuniarias, cada vez que actuaba le trataba cruelmente desde la radio, hasta que un 30 de mayo en la plaza de toros de Aranjuez, los dos hermanos del diestro, que también eran matadores de toros, le dieron una soberana paliza, que le propició 27 días de internamiento hospitalario.

Cuando ya estaba recuperado se presentó de improviso en el domicilio de la familia aludida y le abrió la puerta la madre de los toreros, que se quedó anonadada al comprobar que el visitante llevaba una pistola en la mano. Al decirle que iba a ver a sus hijos muy asustada le pidió que esperara un momento. De inmediato salió el cabeza de familia quien con su habitual sorna y nervios templados, a pesar de la difícil situación le dijo, al crítico muy tranquilamente:

“¿Y esto no podemos arreglarlo con dinero…? En el acto guardó la pistola y comentó: “Eso ya es otra cosa…” Y desde esa fecha ya cantó y contó las hazañas del matador con ferviente entusiasmo.

La falta de escrúpulos del citado crítico, queda reflejado en otra anécdota ocurrida en años posteriores en una Semana Grande de San Sebastián. Allí después de la corrida de la tarde se personó José María Gaona, “El Tío Caniyitas”, en la habitación del triunfador, el cordobés José María Martorell, y a pesar de tener acordada de antemano con el diestro y su apoderado una especie de iguala por actuación, le indicó a D. Diego Martínez, apoderado y hombre de confianza del torero, que si le entregaba 5.000 pesetas más, comenzaría la crónica llorando. Ipso facto D. Diego le dio dicha cantidad, y a la hora de su programa, empezó así su relato: “…perdonen ustedes mis queridos radioyentes que hoy comience mi crónica llorando. Pero no puedo evitarlo ante la indescriptible emoción que me produce aún, la grandiosa actuación del diestro de Córdoba José María Martorell…”

Aquella fue una época tan adulterada que se llegó al extremo de que muchos críticos taurinos compraban a los periódicos y radios su espacio de actuación, bien programa de radio o bien artículo, desde los que cobrar sus “tarifas” por lo que todo no era sino, una publicidad encubierta en un falso halo de crítica taurina, cuando ni se acercaba a serlo ni merecía en ningún caso tal distinción.

Pues, para que veamos, hoy día “El Tío Caniyitas” tiene dedicado uno de los pasodobles más toreros y flamencos de todo el panorama de la música torera. Su autor el musicólogo y director de orquesta gallego D. Ricardo Dorado Janeiro.

Y como final, del triste episodio de los “sobrecogedores” no podemos dejar en olvido la célebre anécdota ocurrida a Manuel Lozano Sevilla, comentarista de Televisión Española, y al diestro Jaime Ostos, en corrida televisada desde la plaza de toros de Marbella en el año 1968. El torero de Écija cansado de los abusos y exigencias del periodista citado, le brindó un toro con esta dedicatoria: “Tengo el honor de brindar la muerte de este toro a don Manuel Lozano Sevilla que es el “trincón” y más sinvergüenza que ha habido nunca en la crítica española. Si quiere el dinero de los toreros póngase el vestido de torear y deje de robarnos”.

Como el brindis fue escuchado por la inmensa mayoría de la audiencia, la versión le llegó a D. Manuel Fraga Iribarne por entonces Ministro de Información y Turismo del Gobierno de Franco y, lógicamente, se lo planteó al propio Caudillo por si dada su amistad con el que era su taquígrafo personal, le podría favorecer en tan “aireada” situación, a lo que Franco le contestó: “Yo no conozco a ningún crítico taurino”. Fraga no tardó ni cinco minutos en cesarlo y sustituirlo por el popular y gran escritor de toros Pepe Alameda. Después ocuparon la tribuna de comentaristas de TVE, el periodista y crítico taurino, Manuel Campos de España y nuestro paisano Matías Prats Cañete.

El tema de los “sobres” estaba muy extendido entre la mayoría de periodistas-críticos, y así ocurrió también con Gonzalo Carvajal, (diario Pueblo), Manolo Castañeta, (diario Madrid), Ernesto Franquet, (Marca), Gonzalo Cardona, (Radio España) y un largo etcétera. Pero no todos fueron igual de apegados al vil metal.

Siguiendo el ejemplo de Díaz Cañabate, hubo alguno más que tampoco quiso doblegarse a los poderes fácticos de la época, como fue nuestro siguiente personaje:

Alfonso Navalón Grande.-



Andaluz de nacimiento, nacido en Huelva el 5 de abril de 1993. Fue novillero, ganadero licenciado en Derecho y crítico taurino. Con edad de 16 años mató su primer novillo en Fuentes de Oñoro, (Salamanca). Comenzó a trabajar en Madrid, el año 1962, para el semanario El Ruedo, junto a otros redactores de la categoría de Joaquín Jesús Gordillo o Vicente Zabala Pórtoles. Colaboró en el periódico Informaciones consiguiendo la pluma de oro y en el diario Pueblo sustituyendo a Gonzalo Carvajal, vivió uno los mejores momentos de su carrera, ya que en aquellos años, un crítico de toros que vendiera un millón de ejemplares en un solo día, era un gran privilegio que solo lograban los elegidos. Estaba claro, su pluma era magia pura para los aficionados, y un látigo-azote para las figuras de aquella época que se lo llevaban calentito, matando el toro de mentira, chico y “afeitao”. Hay quienes piensan que fue el mejor crítico taurino del siglo XX, por su defensa a ultranza del público que pagaba. Su estilo crítico tremendamente incisivo y su fuerza para defender la verdad, le granjeó una gran popularidad a la misma vez que le odiaron a muerte aquellos a los que molestaba con sus verdades. Abusó de la ironía y la crueldad, con ataques directos, por lo que más de una vez se vio obligado a pasar por los juzgados para defenderse de las amenazas y agresiones físicas que sufrió por parte de alguna cuadrilla estimulada por el matador. Polémico, incomprendido, pero siempre defensor de sus principios y de su pensamiento. Tuvo un inmenso y profundo conocimiento de la Fiesta y demostró una gran honradez cosa poco común en aquellos tiempos. Para él, lo blanco siempre fue blanco y lo negro fue siempre negro, ahí no había medias tintas. Que se lo cuenten a “Paquirri” q.e.p.d, que tenía “enmarcás”, en su casa, la mitad de sus crónicas.

El crítico Navalón era persona integra, in-so-bor-na-ble. Ni la sangre ni el dinero pudieron con su espíritu indómito. A pesar de los pesares y digan lo que digan, no sé de ningún otro crítico que los aficionados lo hayan sacado a hombros, nada menos, que en dos ocasiones, de la plaza de Las Ventas de Madrid. Una de ellas, en la Feria de San Isidro.

Como ganadero, su mayor error fue no percatarse de que, las reses que poseía en su finca salmantina, para que pudieran lidiarse, tenía que hacer uso del “serrucho”, como lo hacían todos los demás…y tanto fue así, que sus toros murieron de viejos pero él se negó a pasar por el “aro”.

Su amor al toro integro, le llevó hasta la muerte y no por los pitones de ninguno de sus astados. Es anecdótico que el día que Alfonso Navalón entregó su alma a Dios, en su finca “El Berrocal”, de Fuente de Oñoro, el 27 de agosto del 2005, muchos de sus enemigos descansaron, hasta el punto, que hubo quien se alegró de su muerte.



Antonio Rodríguez Salido. –

Compositor y letrista.-

Escalera del Éxito 176.-


Jose Luis Cuevas

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254.-


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