UN ABRAZO PARA DON ELISEO MORAN
La Tertulia Taurina El Castoreño del Real Círculo de la Amistad manifiesta su más profundo pesar por el fallecimiento de quién fue el mejor amigo que hayamos podido tener cuantos hemos gozado de su amistad.
Doctor en medicina, cirujano taurino y ganadero de reses bravas con el hierro de La Morantilla,
don Eliseo Morán se interesaba por los demás lo mismo que si se tratara de sus hermanos. Doy fe de ello por el interés mostrado por la evolución de la enfermedad de mi mujer María, con una ayuda moral que se manifestó en su insistencia en invitarla a un tentadero."Mira - me dijo - junto a la plaza de toros hay una vivienda perfectamente amueblada, y desde allí podréis seguir la lidia sin ajetreo alguno, sin las molestias de la polvareda que levantan las vacas y sin pasar calor". Y como a pesar de todo tuviéramos reservas, me venció cuando me dijo: "Y además, en el almuerzo, voy a sentar a María enfrente de Espartaco", como así fue. Y es que mi amistad con Eliseo fue especial: me acompañaba a misa cuando me veía solo entrando en la iglesia durante la enfermedad, me telefoneaba para interesarse por mi salud cuando yo padecía secuelas graves del virus, asistía a todos los actos de nuestra Tertulia... Y como Eliseo cumplía el precepto evangélico de que su mano izquierda no supiera lo que hacía con la derecha, puedo imaginar que las mismas buenas acciones y muchas mas las llevaba a cabo Eliseo con los demás. Y siempre callado, es decir, haciendo, no diciendo, porque en él se cumplía la copla flamenca que señala: "El hombre, para ser hombre, necesita tres partias: hacer mucho, hablar poco, y no alabarse en su vía". Un día, sin embargo, Eliseo se mostró muy locuaz: cuando me llamó para contarme emocionado el homenaje-sorpresa
que le había organizado en Carcabuey por Ladis conjuntamente con las Peñas y amigos de la Campiña. Yo envié un cuadro y una carta, porque mis hospitales no me permitían asistir. Pero yo nunca lo había escuchado tan alegre y entusiasmado. También lo escuché conmovido cuando sus bravos y encastados toritos fueron lidiados en la Plaza de Huesca, y al término del festejo, no sólo le aplaudió el público, sino que las propias cuadrillas lo ovacionaron rodeándolo en los medios. No puedo terminar mis palabras sin traer a ellas a Paquirri, pues su nombre y el de Eliseo estan unidos en la historia del toreo. Un día, accediendo a mi petición, explicó en la Sede de El Castoreño la verdad profunda de
la cogida de Pozoblanco. El le salvó la vida en la enfermería, y el traslado a Córdoba lo hicieron los doctores y asistentes a la perfección: lo que mató a Paquirri fue el difícil trazado de la carretera. "Tengo mi conciencia tan tranquila, concluyó Eliseo, que estoy seguro de que llegado el momento, Paquirri será el primero que vendrá hasta mi para darme un abrazo". Pues ese abrazo ya se ha producido, Eliseo. Y yo te mando el mío más sincero desde aquí abajo.
José María Portillo Fabra, presidente de la Tertulia Taurina El Castoreño del Real Círculo de la Amistad.
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