viernes, 15 de noviembre de 2024

 PERSONAJES ILUSTRES DE CÓRDOBA 

DE SÉNECA A GÓNGORA


OSIO OBISPO DE CÓRDOBA

          Obispo de Córdoba, el implacable que un día preside el Concílio Universal, el Concílio de Nicea (se celebró en Nicea de Bitinia, junto al Bósforo, en Asia menor, en el Palacio de verano del Emperador Constantino, entre el 20 de mayo de 325 y el 25 de julio del mismo año) durante el pontificado de Silvestre I. Hubo unos 300 participantes y todo lo escribió y narró Eusebio de Cesarea, un gran cronista historiador.

             Allí se estableció el Credo De Nicea

             Allí se convirtió al cristianismo el propio Emperador y declaró la religión cristiana como la oficial del Estado

          Cuando el mundo entero reza, cuando reza el Credo, lo reza con las palabras de este eminente cordobés, Osio.

           Córdoba ya es universal.

            En la céntrica plaza de Capuchinos se alza esbelta la escultura del Obispo Osio que aparece en pie, erguido sobre un hermoso pedestal en cuyas caras laterales se muestran en bronce escenas extraordinarias de su vida.



              Obra del escultor Lorenzo Coullaut Valera

              No se tienen datos exastos del lugar de nacimiento ni de la fecha de Osio, aunque diversos autores dan por bueno que fuera en Córdoba en el año 256. Su formación y dotes personales le hacen merecedor de ser ordenado Obispo de Córdoba cuando contaba mas de cuarenta años.

               Como Obispo de nuestra diócesis interviene en el Concilio de Elvira, Granada, entre los años 300 y 302, sin embargo se convierte en figura indiscutible de la primitiva iglesia hispánica y alcanza un prestigio universal cuando ejerce como íntimo consejero del Emperador Costantino, impulsor del famoso Edicto de Milán, 313 d. de J.C., que dio carta de libertad al Cristianismo.

                  Osio instruyó a Constantino en cuestiones eclesiásticas y religiosas y le aconsejó qué partido tomar ante ciertos movimientos heréticos que conmovieron la vida de la iglesia. participó en la polémica con los donatistas, tomando una posición conciliadora, pero influyendo con sus puntos de vista sobre muchos obispos de Hispania, Italia, Galia, para que no se inclinarsen hacia la herejía.

                 El emperador envió a Osio a Alejandría para entrevistarse con Arrio, promotor de la herejía que negaba que Cristo fuera igual en substancia a Dios, pero la visita fue infructuosa por lo que se convocó un gran Concílio Ecuménico en Nicea, Bitinia, que presidió el obispo cordobés (año 325)

                   El Concílio de Nicea (primer concilio de Nicea) se reunió de 20 de mayo al 25 de julio, durante el pontificado de Sivestre I, por iniciativa del emperador Constantino, para restablecer en la iglesia la paz amenazada por el arrianismo. En él se reunieron trescientos obispos (sólo cinco occidentales) que redactaron el Credo que excluye toda subordinación del verbo al Padre. Este es el simbolo de la fe o simbolo de Nicea. También se fijó aquí la fecha de la Pascua.

                    Vuelve a Córdoba y difunde las disposiciones niceanas por las diócesis hispanas, convertido en un fuerte bastión de la casa antiarriana.

               En el año 343 participa en el concilio de Sárdica convocado por Constante y Constancio, los hijos de Constantino, quienes habian tratado con tibieza las tendencias arrianas.

             Por defender la causa de la ortodoxia y no estar de acuerdo con las prácticas de Constancio, fur desterrado a Sirmium, Panonia, en el año 357. Acosado, solo y con cien años de edad fue obligado a retractarse de cuanto habia defendido rublicando los postulados contra los que tan ardorosamente habia combatido.

              En la iglesia de Occidente quedó marcado por su flaqueza final siendo olvidado en las fuentes litúrgicas, pero en la iglesia orientar griega, y por intervención de su amigo personal San Atanasio se le celebró como santo y se elogiaron sus muchas virtudes. Antes de morir, se dice que se arrepentió de su retractación forzada. se le rinde culto el 27 de agosto.

             Fue reconocido, junto con el Papa Liberio, por San Atanasio en su Apología y San Isidoro de Sevilla comenzó con la biografía de Osio el Liber de viris illustribus.


ÁNGEL OLMO RÍSQUEZ

RAFAEL GIMENO

DOCUMENTACIÓN Y MONTAJE GRÁFICO


JOSÉ LUIS CUEVAS

MONTAJE Y EDITOR

CONTINUARÁ


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