Tentadero
en “Los Monasterios”
El sábado 6 de mayo, los miembros de “Tercio de Quites” acudieron a
un tentadero de hembras en la finca “Los Monasterios”, situada en el término de
Baños de la Encina (Jaén), donde pastan las reses de casta vazqueña de la ganadería
formada en 1914 por don Jacinto Ortega Casado, en la que predomina la sangre de
la legendaria vacada formada por el Duque de Veragua.
Invitados por el matador de toros Juan Ortega, miembro de la
Tertulia, los de Tercio de Quites
disfrutaron previamente de la majestuosa belleza de la sierra de Andújar, que
presenta el lienzo verde que le han pintado las lluvias de abril, para que
entre su amplia muestra de colores corran cristalinas las aguas de los arroyos,
descansen los gamos, y luzcan flores silvestres como jaras, amapolas,
campanillas, retamas o margaritas, mientras las tórtolas detienen su vuelo en
los comederos de los toros que realzan el paisaje bravo.
Tras tomar la carretera que conduce al Santuario de la Virgen de la
Cabeza y desayunar en la clásica venta de “Los Pinos”, el microbús enfiló la
ruta que lleva a las ganaderías de Germán Gervás, Flores Albarrán, Román
Sorando o Samuel Flores, hasta arribar en “Los Monasterios”, donde aguardaba la
familia Ortega Pardo, para llevar a cabo las tareas del tentadero y brindar a sus invitados una magnífica jornada campera.
Había llovido durante la noche, pero las nubes dieron tregua a cuatro
encastadas becerras, que fueron probadas por las expertas manos del picador
Juan Pablo Molina, y examinadas con la suave y elegante torería de Juan Ortega
y Gonzalo Bienvenida, quienes hicieron gala de su arte mientras las golondrinas
curioseaban volando rasante, y una fresca brisa acariciaba el palco de la
bonita plaza de tientas, ubicada en el corazón de Sierra Morena, en una
inolvidable jornada entre lomas verdes y un cielo cárdeno, respirando
fragancias de flores silvestres y aroma a tierra mojada.
Después llegaría el momento del almuerzo y de la charla taurina,
donde Miguel Bienvenida deleitó con su magistral forma de explicar el toreo,
mientras los comensales, entre los que figuraba la ganadera María Jesús Gualda,
pudieron deleitarse con la magnífica comida servida por el eficaz equipo
comandado por Pedro Castillo, sobresaliente del maestro Rafael Alonso, que
envió parte médico por tener la suerte de ser abuelo por segunda vez.
Al caer la tarde, el autobús volvía a su punto de partida, la puerta
de “Los Califas” de la plaza de toros de Córdoba, donde finalizaba una jornada
única cerca del toro, disfrutando de la belleza de su entorno, de la entrañable
hospitalidad de la familia Ortega Pardo, y gozando de la amistad de un grupo al
que unió hace más de treinta años su afición por la Fiesta de los toros.
Texto: Antonio Luis Aguilera
Fotos: José Luis Cuevas
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