- Sin embargo, usted se convierte en micrófono para contar los recuerdos vividos. No es Alfredo Asensi.
- Sí, soy un micrófono, exactamente. Es el micrófono el que habla. El micrófono es que ha recogido absolutamente todo, el que ha entrevistado a gente muy importante y a gente que no lo es. El micrófono no entiende de ojos verdes, ni de pelo cano ni de voz ronca, ni de campesinos o millonarios. El micrófono recoge sensaciones. Lo que sí es cierto es que yo tengo una gran complicidad con ese micrófono. Es mi forma de ser, de entender la vida y la profesión. Lo mismo entrevisto a un chaval incipiente que quiere ser cantautor que a Nino Bravo, a quien tuve la fortuna de entrevistar, o Cecilia, por citarte dos monstruos de la música ambos fallecidos en accidente de tráfico.
- Son casi 450 páginas para resumir distintas etapas profesionales. ¿Cuál recuerda con más cariño?
- Con cariño y quizás nostalgia, la etapa primera en Radio Popular, porque fue el inicio, el descubrir el mundo de la radio desde el compromiso profesional de crearlo diariamente. Aquella etapa de ‘Club juvenil’, con dos horas de musical por la mañana, de 10 a 12, es algo que ahora resulta asombroso. Atendíamos las peticiones de los oyentes. No discos dedicados peró sí cartas solicitando selecciones musicales. O aquellos programas que hacía de madrugada, de los que tengo en el libro algunos testimonios de los oyentes, algo que me produjo en su momento una emoción especial. Y todo ello a pesar de la censura, porque yo me atrevía en aquella época a citar mucho a Lorca, Alberti o Penagos y eso podía ser un poco complicado. A las 12 de la noche , que era la hora del programa, desperté no pocas vocaciones poéticas. En el libro hablo de algunos de esos portadores de emociones, como por ejemplo Manolo Romero, Alfredo Jurado o Alfonso Toledano. Son personas que me han mandado comunicaciones dando a entender lo que la radio para ellos supuso y especialmente el trabajo y la elaboración de programas por parte mía.
El micrófono no entiende de ojos verdes, ni de pelo cano ni de voz ronca, ni de campesinos o millonarios.
- También tuvo la oportunidad de estar en el inicio de un proyecto histórico, que en su momento supuso una nueva etapa en la radio española, como fue Antena 3 ¿Se marchó dolido de Radio Popular porque entendió que no le supieron valorar?
- Absolutamente sí. Cuando llegó el momento de Antena 3 anduvieron por Córdoba personajes del despacho de Manolo Martín Ferrand. Recabaron la atención de mi compañero José Serrano, que hacía la información en el exterior y estaba al tanto de todo lo que acontecía. Él fue el que me dijo que Martín Ferrand me había escuchado, que necesitaba alguien al micrófono y que pensó que podía ser yo. Al poco Martín Ferrand me llamó, me hizo una proposición realmente buena y yo no dije nada. Corrió por Radio Popular la noticia de que Pepe Serrano se iba a Antena 3. De mí nadie sabía absolutamente nada. Fue el director quien me comunicó que se iba Serrano, que «nadie era imprescindible» y que yo me quedaría con los informativos. Eso suponía estar en la calle mañana, tarde y noche, atendiendo ruedas de prensa y actos. ¿ Y qué hacía yo con el programa cultural Caleidoscopio, de dos horas por la tarde? ¿Y con el musical de la mañana, las tonadas, las retransmisiones deportivas y la información taurina? Todo eso hacía yo. El director me dijo, sencillamente, que ya saldríamos adelante. No me sentí valorado, como es lógico. Además teníamos programas musicales a nivel nacional que yo coordinaba desde Córdoba. Me dio mucha pena. Ví que acabaría reventado, porque esa era la realidad. Y me fui a Antena 3.
- En aquella Antena 3 sufrió un infarto, que narra en el libro. Estuvo a punto de morir con las botas puestas. ¿La radio es una profesión que exige mucho?
-Sí. El infarto es un problema en la profesión periodística. Y más en el mundo de la radio. Tuve suerte y lo cuento porque ese fue otro capítulo mío en la radio. Y lo escribo con pelos y señales. También pretendo que los infartados que lo lean sepan que se sale perfectamente de algo así. Me ocurrió preparando un programa taurino, con Ángel Mendieta. Yo estaba perfectamente en mi casa antes de ir a la radio, llevé andando a mi hija al conservatorio y a las siete menos diez me visitó la muerte. Descrito está ahí como fue.
- Ha comentado antes que este libro se lo debía a la gente, los oyentes que le recuerdan, pero otra de las cosas que tiene la radio son los colaboradores que pasan por ella y que acaban convirtiéndose en amigos. También les dedica un capítulo.
- El colaborador es un personaje muy valioso para el radiofonista, que tiene la responsabilidad de hacer un programa diario, en el que hay que meter información cultural o política, y temas de todo tipo. De alguna manera hay que saber de todo, pero eso no es posible, y tienes que buscar apoyos. Yo he tenido la suerte de encontrar a una serie de personas que son las que destaco, con el temor de haberme dejado alguna atrás. Ha sido una amplia nómina de colaboradores con los que he podido hacer grandes programas de radio. Por lo menos, creo que buenos programas.
- Otro de los grandes hitos en la carrera de Alfredo Asensi ha sido recuperar la radionovela. Ahora está de moda, curiosamente, gracias a los pódcasts. Pero en 1997, cuando se embarca en la radionovela sobre Manolete, era un género radiofónico completamente abandonado.
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