FEDERACIÓN TAURINA
La Federación Taurina
de Córdoba, dentro de sus actividades para esta Navidad, se desplazó a la Residencia
del Buen Pastor de la Capital cordobesa, para visitar al Decano de los
matadores de toros cordobeses Alfonso González Olmo “Chiquilín”. El maestro,
que se encuentra bien de salud, a pesar de sus años (el 27 de febrero hará 81),
sigue manteniendo ese porte de torero caro, que lleva en los genes; con los
ademanes que acompañan a sus palabras parece que torea. Y es que “Chiquilín”
resume torería por los cuatro costados, la que le transmitió la sangre de los Califas “Lagartijo el Grande”, y Manuel Rodríguez “Manolete”, ambos por vía paterna.
Su bisabuelo paterno, Rafael González Rodríguez, administrador de “Lagartijo”, casó
con María Manuela Molina Sánchez, hermana carnal del I Califa, y a su vez, era
hijo de Rafaela Rodríguez Rodríguez, hermana de “Pepete”, y como sabemos,
Manuel Rodríguez “Manolete”, era bisnieto de Manuel Rodríguez Rodríguez,
hermano también de “Pepete”.
Por otra parte, el abuelo de Alfonso, Francisco González Molina,
subalterno de “Joselito el Gallo”, casó con una hermana del famoso picador del
Primer Califa “Lagartijo”, “Juan el de los Gallos”. Nunca mejor dicho: ¡Sangre torera!
Despertó “Chiquilín” en sus comienzos enormes
esperanzas, caló en la afición, sus actuaciones se contaban con el “No hay
Billetes”; su toreo personalísimo era tan puro, y su esbelta figura templaba los toros tan
despacio, que en la prensa de la época aparecían sus fotos con el siguiente
slogan: ¿Manolete?..., no, no… es “Chiquilín”, aunque como el dice: - yo
no imitaba a “Manolete”, porque yo no lo vi torear…, si “Manolete” hubiera
nacido después que yo, él quizás se hubiera parecido a mi-. Buen
razonamiento, y lo cierto es que por sus venas corría la misma sangre.
Tomó la alternativa en Cabra, el 8 de septiembre de
1958, con Antonio Ordoñez de padrino y
“Chamaco” de testigo, con el toro “Campanero”.
Confirmó en Madrid el 29 de marzo de 1959, de manos
de Marcos de Celis y de testigo Juan Antonio Romero; el toro se llamó “Pies de
Gamo”.
-No me cuidaron- nos dice. -Vino
“Camará” a apoderarme, pero mi padre ya había firmado con Diego Martínez por
cinco años, entonces cogió a “Litri” y a “Chamaco”, pero le dijo a mi padre:
¡cuídalo Rafael!. No fue así, Diego me echó a los leones, diciendo: vamos a
verlo con el toro: me castigaron los toros mucho, porque hacía ese toreo con el
que te cogen los toros; cuando toreaba con “Litri” y “Chamaco”, formaba unos
líos muy gordos, incluso “Chamaco”, que era un león, me decía que le comía la
moral. Pero después de nuevo al calvario hasta que pasó lo que pasó. Un 20 de
agosto de 1960, en Muro (Mayorca), un toro de nombre “Cubetero”, que había
matado en el campo a un hermano de camada, segundo de la tarde, pues le di la
alternativa a Pepe Núñez, me cogió en el suelo, me clavó el pitón casi hasta la
cepa, me levantó y me zarandeó varias veces, tocándome la femoral, y
partiéndome el fémur. Después, yo ya en la enfermería, cogió a “Sanluqueño”, y
le dio tres cornadas, una en el pecho, gravísima que lo quitó del toreo. Llegó
Pepe Núñez a la enfermería, porque se corrió la voz de que yo había muerto, y
le dije: chaval… no mates ese toro que te va a coger también; me hizo caso y se negó a matarlo, por eso lo
detuvieron y encarcelaron. Al día siguiente yo oía llorar en la habitación del
hospital contigua a la mía, yo creía que era mi familia llorando por mi, pero
era la familia del rejoneador Salvador Guardiola, que lloraba, pues, por una
caída del caballo, perdió la vida, allí en Mayorca.
Tardé en recuperarme, casi un año, pero después ya
nada fue igual, así que viví las dos caras de la fiesta: la gloria y el olvido.
El festival benéfico que me dieron en Pozoblanco, fue de pena…, así que
seguí ¡tieso! Y ahora aquí estoy, día a
día con mis recuerdos, y los amigos que me visitan de vez en cuando como
vosotros; en esto si soy rico, que ya es algo.
Entre anécdotas y chistes, que nos demuestran que
Alfonso mantiene, además del tipo, su buen humor, nos despedimos del maestro.
Genio y figura por muchos años. Desde aquí transmitimos su deseo de mucha
felicidad para todos y también el nuestro.
Domingo Echevarría