Por Luis Miguel López-Rojas.
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Inicio de la jornada. El grupo (mejor dicho, los madrugadores del grupo) en la Torre de la Malmuerta (Fotografía de José Luis Cuevas)
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Soy uno de los afortunados que tuvo el privilegio de vivir esta doble jornada (conferencia y ruta) bajo el título “Manolete, la culminación de un sueño”. Frase que puedo hacer propia, porque para mí, también han supuesto la culminación de mi sueño. Mi sueño sobre Manolete. “Vivir y palpar” todas esas cosas que siempre he leído sobre el “Monstruo”. Pasear por donde él paseo, vivió, jugó y soñó con ser torero…tantas y tantas cosas.
Esta entrada, que en un primer momento sólo aspiraba a ser un comentario de la primera entrada de la serie, era para mostrar mi agradecimiento público a Jose Morente. En primer lugar como convocante y alma de la organización de este acto. En segundo, por la grandiosa exposición en la conferencia del viernes. “Sin entender a Manolete, no se puede entender el torero moderno”. En tercero, cuarto… y todos los que se me ocurran, por su amistad. Es un regalo.
A Manolo Vázquez y su familia, por mostrarnos la esencia de Pepe Luis. En la sencillez y sentimiento de sus palabras, en el trato que nos dispensaron en la cena posterior…. “La naturalidad” que siempre pregonó su padre, también estuvo presente y más viva que nunca. San Bernardo también se dio cita en Córdoba.
A D. José María Portillo, la Tertulia Taurina “El Castoñero” y el Real Círculo de la Amistad de Córdoba, especialmente a su anfitriona. Por ceder ese marco incomparable y por hacernos sentir como en casa.
A D. Antonio Luis Aguilera, por su medida y precisa intervención en el acto del viernes. Brillante. Nos encandiló desde el primer momento, pero al final, aun siendo grande, no fue más que un aperitivo para lo que nos tenía preparado para el día siguiente. Verdadero hilo conductor de toda la ruta. Sus descripciones, sus explicaciones, sus relatos según íbamos haciendo el recorrido eran puro primor. Accesible en todo momento a nuestras preguntas y cuyas respuestas, siempre saciaban nuestra curiosidad. Todo su esfuerzo para abrirnos puertas que sin él, a buen seguro que hubieran estado cerradas. Visita a Cofradías, Salesianos, tertulias… donde contemplar verdaderas reliquias de “La Estatua”. Mi agradecimiento también a todas estas personas que nos dedicaron su tiempo y su generosidad.
A todos los aficionados de Córdoba que nos acompañaron (familiares directos de Manolete incluidos). Nos hicieron sumergirnos en otra época. La época de Manolete y prácticamente tocar al “mito”. Especialmente también a D. Rafael Sánchez González. Por su comentarios impregnados de sentimiento y arte. Todos esperamos que Antonio Aguilera dijera “Vamos Rafaeee” para quedarnos ensimismados escuchando… Córdoba pura.
Gracias también a todo el grupo de personas que fuimos a estos actos, pues siendo un grupo tan diverso y venido de tan distintos lugares (Málaga, Sevilla, Valencia, Alicante, Zamora, Toledo, Valladolid, Madrid... y hasta de tierras italianas), reinó una armonía mágica, diría yo. Gracias a todos. Amigos, todos.
Para que los que no pudieron asistir puedan “vivir”, y los que allí estuvimos podamos “revivir” la ruta “manoletista” que D. Antonio Luis Alguilera y D. José Morente nos tenían preparada, daremos unas breves pincelas.
El paseo del sábado
A primera hora de la mañana, nuestro
alfa en forma punto de
encuentro se situó en la
Torre de la Malmuerta, en pleno barrio del
Campo de la Merced. Barrio de los
toreros cordobeses por antonomasia.
Antonio Aguilera rápido nos sumergió en la
vida de ese barrio en los siglos XVIII y XIX. La vida alrededor del
matadero. Los toreros y la génesis de sus apodos (“
Lagartijo” de su habilidad para escalar, “
Machaquito” de “
Machaco” (machacar de los zapateros), “
Guerrita”, “
el niño dios”…) no había torero cordobés que se preciara
sin apodo. Cómo el barrio se quedaba
vacío los días de festejos y como la vida volvía, repleta de
alegría al caer la noche, si todos habían resultado
ilesos… el origen de guiso de
rabo de toro (lo que hoy consideramos manjar, pero que surgió de pura
necesidad y esa
magia de las madres, hermanas, esposas cordobesas, para convertir un
despojo en
alimento de primera necesidad)…
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Hablando de rabo de toro este es el trapío del que nos comimos en la Taberna San Cristóbal después del recorrido (El fotógrafo gastrónomo es Ignacio Sánchez-Mejías)
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Todo ello sin perder de vista la veleta manoletista, que sería hilo conductor. A nuestra espalda, la desaparecida Taberna de Paco Acedo, donde Manolete se juntaba con los amigos y primeros seguidores.
A Antonio le acompañó, en todo el recorrido,
D. Rafael Sánchez González quien nos fue presentando a todos los
amigos cordobeses que estaban dispuestos a
acogernos y arroparnos en nuestra visita. Todos ellos
leyenda viva de la Córdoba taurina y sus familias toreras. Y es que la historia del torero
sin Córdoba no se puede entender.
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Rafael Sánchez (segundo por la derecha) y Antonio Luis Aguilera (tercero por la derecha) disertan. Los demás escuchamos y aprendemos (Fotografía José Luis Cuevas) |
Una vez formado el grupo y como no podía ser de otra forma, primera estación, visita a
San Cayetano. Donde se veneran las imágenes de
Jesús el Caído y la
Soledad, de cuya hermandad,
Manolete fue
Hermano Mayor. Allí fuimos recibidos por varios hermanos que con verdadera
pasión, nos abrieron el corazón de los
tesoros que custodia su hermandad. Pudimos contemplar el
primer traje de Manolete (de los tres que veríamos). Un
morado y oro, con la duda en el aire de sí sería uno de los tres que prestó
Manolete a
Carlos Arruza para su presentación en Madrid.
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En la Casa Hermandad de Jesús el Caído y la Virgen de los Dolores (Fotografía José Luis Cuevas)
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El traje de luces que conserva esa Hermandad (Fotografía de Manuel Jaimez Pastelero)
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Desde allí a la plaza de la Lagunilla. Donde vivió Manolete de niño. Jugó y soñó con ser torero. Un busto suyo preside la plaza. Sólo queda el lugar de la casa donde residió. Precioso un nuevo relato de D. Antonio Aguilera, con historias de la niñez de Manolete que le han contados personas muy cercanas a él y las reliquias como esportones, estoques y capotes del Monstruo, que el mismo ha tocado.
Adentrándose ya en pleno
barrio de Santa Marina, visita a la
Hermandad del Resucitado, donde contemplamos en último traje que vistió
Manolete saliendo en pie de una plaza (
Santander)… antes de la próxima cita del
Monstruo con “
Islero” en Linares. Justo enfrente, la “T
aberna la Sacristía”. Verdadero
museo taurino. Sólo por ver todo lo que cuelga de sus paredes,
merece la pena un viaje a
Córdoba.
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Traje de luces de Manolete que conserva la Hermandad del Resucitado (Fotografía de Ignacio Sánchez-Mejías)
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Interior y exterior de la Taberna la Sacristía con decoración netamente taurina (Fotografías José Luis Cuevas) |
Próxima parada, grupo escultórico que se hizo para homenajear a Manolete, en la Plaza Conde de Priego. Para financiar la obra, su rival y gran amigo Carlos Arruza, organizó una corrida de once toros en el coso de los Tejares, en el 1951. Rafael, siempre Rafael, nos recitó de memoria uno a uno todos los actuantes, como si el festejo hubiera sido la tarde de ayer…
De testigo y frente a nosotros, la
Parroquia de Santa Marina donde tanto toreros cordobeses (no
Manolete) fueron bautizados.
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Nuestro grupo ante el monumento a Manolete en la Plaza del Conde de Priego (Fotografía de José Luis Cuevas |
Seguimos
caminando por las calles cordobesas por el mismo camino que cada día recorría en niño
Manuel rumbo al colegio de los
Salesianos. Parada en la Taberna “
el Rincón de las Beatillas”, en pleno
barrio de San Agustín, donde tiene su lugar de reunión la
Tertulia Taurina “Manolete” (varios de sus miembros nos acompañaban). Lugar también que el que siempre que iba a
Córdoba, visitaba
Federico García Lorca. Otro
tesoro escondido.
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El dintel de la puerta de entrada a la Tertulia Taurina de Manolete en la Taberna "Rincón de las Beatillas" (Foto de Ignacio Sánchez-Mejías)
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Interior del salón donde se reune la Tertulia Manolete |
Llegar al colegio de los
Salesianos, pasar por su patio, era revivir los correteos del niño
Manuel, el hijo de
Doña Angustias y “Sagañón”. Expresamente y no con poco
sacrificio, puesto que ese mismo día tuvieron que renunciar a otra cita de Hermandad salesiana, se quedaron para
atender a nuestro grupo y
abrirnos las puertas del lugar donde se encuentra el último de los trajes que veríamos. Un
verde y oro. Traje que quedó como
suplente la trágica tarde de
Linares. Donado por
Doña Angustias en agradecimiento al colegio donde estudió su amado hijo. Quién sabe si a última hora, una decisión de
Manolete, hizo que ese
rosa palo y oro que se convirtió en traje de
luto y muerte, pudiera haber sido
verde y oro.
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El traje de Manolete que está en el Colegio de los Salesianos de Córdoba (Fotografía de José Luis Cuevas)
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A la salida, paso por la Iglesia de San Miguel, donde por motivos del reparto de feligresía de los barrios de cordobeses, pertenecía y fue bautizado Manuel Laureano Rodríguez Sánchez.
Subiendo por
la cuesta de Baílio, se sitúa el
azulejo de la fachada del convento de
San Jacinto donde a
Manolete le gustaba rezar a la
Virgen de los Dolores, para desembocar en la plaza de los
Capuchinos. Presidida por el venerado
Cristo de los Faroles. Resucitamos la foto de
Manolete junto a
Él. Y nuestra visita se impregnó de
romanticismo y
devoción…
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El grupo ante el azulejo de la Virgen de los Dolores y ante el Cristo de los Faroles (Fotografías de José luis Cuevas)
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Reiniciamos nuestro camino hacia el
cementerio pasando por la
Calle Torres Cabrera. Una placa nos recuerda la casa donde un 4 de julio de 1917, vio sus primeras luces el niño
Manuel. Pasamos por la
Taberna San Miguel, lugar en que se fundó, un 18 de julio de 1896, el
Club “Guerrita”. De aquí a la calle
Góngora donde vivió el segundo califa cordobés. Pasando por el
antiguo coso de los Tejares, desaparecido y cuyo lugar ocupa hoy
el Corte Inglés.
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La placa que se sitúa en la fachada donde estaba la casa en la que nació Manolete. El próximo año se cumple el Centenario de su nacimiento que seguro que en Córdoba sabrán celebrar como se merece el grandioso torero (Fotografía de Ignacio Sánchez-Mejías)
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Última etapa, el cementerio de la Virgen de la Salud de Córdoba. Donde reposan los restos mortales de “Lagartijo”, “Guerrita” con esas flores blancas naturales (único color de flores que por mandato expreso de sus descendientes) que siempre luce su mausoleo. “Machaquito”, José Flores Camará, apoderado eterno… y poner colofón en el majestuoso panteón de Manolete, frente al que se rezó un emotivo Padrenuestro y de forma espontánea, Manolo Jímenez Bravo, se arrancó con esa canción que de niño le hicieron recitar y cantar los padres salesianos sobre Manolete. Hasta ese punto llegó la importancia y la influencia de este mito en su tiempo. Digno colofón a forma de media verónica para rematar esta inolvidable cita “manoletista”.