Las andanzas del toro “Ángelo"
En Tauromaquia se considera que un toro de lidia es célebre porque ha pasado a la historia por su extraordinario comportamiento en el ruedo en la que la res ha mostrado excelente condiciones para la lidia y una bravura excepcional, bien fuese en el caballo durante el tercio de varas, por el número de puyazos recibidos etc.
El toro "Ángelo" de Hernández, sembrando el pánico en la Gran Vía madrileña.
Acierta al afirmar, el destacado periodista taurino Luís Nieto Manjón que: “toros extraordinarios“ que han pasado a la historia, han sido en muy contadas ocasiones, pero la “leyenda” y por motivos diferentes los hicieron famosos y fueron tratados así, vean y lean:
“Jaquetón"
El toro Civilón y su amor por Carmelilla
Otros motivos son por su nobleza como es el caso del toro “Civilón", de Juan Cobaleda, que con gran propaganda fue enviado a Barcelona, donde se lidió el 28 de junio del 1936 y tal fue su docilidad que hasta muy pocas horas antes de pisar la arena para ser lidiado se dejó acariciar por cientos de personas. Salió en quinto lugar de la corrida y su aparición fue saludada con un aplauso de cariñosa admiración. Su lidia le correspondió a Luís Gómez “El Estudiante", quien lo capoteó con unas verónicas rematadas con media. Al ordenar la presidencia la salida de los picadores gran parte del público protestó, pidiendo que “Civilón" fuera devuelto vivo a los corrales de la plaza. En esto, arrancando de largo y con rectitud arremetió contra el caballo que montaba “El Gallego”, quien señaló un puntazo. En plena suerte de varas, el mayoral lo llamó, y el toro acudió
docilmente dejándose acariciar. El público -que llenaba la Monumental de Barcelona- ante este gesto de nobleza, volvió a solicitar su indulto. Raras virtudes del toro “Civilón” que le hicieron ser un animal histórico.
Salieron estos en tandas de a tres, como estaba reglamentado, y el toro reaccionó ante ellos con tal brío que en un momento dejó muertos en el ruedo siete canes, resultando heridos otros tantos, de un total de dieciocho que le echaron, sin que ninguno consiguiese hacer presa en el toro. En vista de la codicia con que el astado se defendió, el público, impresionado solicitó el indulto del animal que fue devuelto al corral en medio de una atronadora ovación.
Otro caso fue el del toro “Caramelo" (colorao ojo perdiz y con ocho años de edad), del Marqués de Saltillo. Fue lidiado por el diestro José María Ponce y Almiñana, el 17 de junio 1867, en la ya derruida plaza de toros de la Tacita de Plata. Rompió cuatro garrochas de las 27 varas que recibió y mató a nueve caballos. Hubo petición de indulto, pero no fue concedido.
“Atrevido" ensabanado, alunarado (conocido como el toro blanco de Osborne) lidiado por el maestro “Antoñete”
También ha habido toros que alcanzaron la celebridad por el excelente comportamiento que demostraron en el ruedo durante la faena que el torero le realizó. Es el caso del toro “Atrevido" ensabanado, alunarado (conocido como el toro blanco de Osborne) lidiado por el maestro “Antoñete” el 15 de mayo de 1966 y que le permitió lograr una de las mejores faenas que se han visto en la plaza de Las Ventas de Madrid.
“Carretero”: toro que tras permanecer más de dos meses en los corrales de la plaza de Torín, (antigua Barceloneta) fue lidiado por el diestro cordobés Rafael Molina Sanchez “Lagartijo" quién le realizó una extraordinaria faena por la que recibió una de las más grandes ovaciones que se dieron en Barcelona a un torero y aún toro.
“Chicuelo": alcanzó su fama de toro excepcional por la faena que le realizó el diestro cordobés José María Martorell Navas, al enfrentarse a él el 24 de octubre de 1948. Por tan excelente labor Martorell se hizo acreedor a las dos orejas, rabo y pata de tan extraordinario animal.
“Belador”: toro de la ganadería de Victorino Martín Andrés,
“Velador” con “V”, y que por equivocación e injustificada falta ortográfica se escribió con “B”.
“Hortelano": toro de ocho años de edad. De la ganadería de don Manuel Francisco Ziguri, que fue lidiado y estoqueado con gran éxito por el primer Califa de Córdoba Rafael Molina Sanchez “Lagartijo" el 16 de agosto de 1869 en la plaza de toros de Badajoz, y cuya cabeza se conserva disecada en el Museo Municipal Taurino de Córdoba.
“Ratón": fue otro toro muy importante que tiene una historia muy singular pese haber salido de sobrero en la corrida que fue lidiado. Era la víspera de San Fermín del año 1944 y en Las Ventas madrileña se celebraba la tradicional corrida de la Prensa con la plaza completamente llena, hasta el tejado. En el cartel figuraba, nada menos que el diestro de Córdoba Manuel Rodríguez “Manolete", llevando por delante a Luís Gómez “El Estudiante" y Juanito Belmonte que habrían de vérselas con toros de Alipio Pérez Tabernero. A las 12 de la mañana tras el reglamentario sorteo quedó enchiquerada la corrida y sus sobreros correspondientes. Entre éstos, figuraba un toro negro de capa, excesivamente corraleado (llegó siendo utrero y fue lidiado cinqueño) de nombre “Centella" del hierro portugués Pinto Barreiro y que según los documentos oficiales era reseñado con el calificativo de “Ratón”, nombre con el que Paco Parejo (mayoral de la Plaza), lo había bautizado por ser un “vivillo” y comerse el pienso de los pesebres destinados a otros toros.
Islera madre de Islero
Excepcionalmente hay toros que han pasado a la historia por circunstancias ajenas a la de su lidia, por ejemplo aquellos que pudieron escaparse en el traslado.
Presentamos el caso del toro “Limonero", de la vacada de Manuel García Puente López (Aleas), que se escapó del encierro en la madrugada del 11 de octubre de 1870, cuando era conducido desde los corrales de la plaza de toros de Madrid (Puerta de Alcalá) a la dehesa, por haberse suspendido la corrida del día 10. El toro, que acompañado de otros siete y el cabestrante, se escapó del grupo y tomó rumbo al paseo de Recoletos, calle Almirante, Libertad, San Marcos y en el paseo del Prado terminó su andadura, después de dar muchos sustos y revolcones, donde fue recogido por los vaqueros y arropado por los cabestros.
Pero el más célebre en la parcela de los toros turistas” fue el toro “Angelo” propiedad del ganadero de Luís Hernández, que sembró el pánico por las calles de Madrid un 23 de enero del 1928. Aquella mañana fría y durante su traslado hasta el matadero de Legazpi, el citado toro y una vaca decidieron hacer turismo por Madrid y estando por el Paseo de la Virgen del Puerto comenzaron un iterinario diferente y por su cuenta que les llevó por la Cuesta de San Vicente, Leganitos, Plaza de España, Corredera de San Pablo y finalmente ante la Gran Vía. Nos podemos imaginar ahora el jaleo y el pánico que iban dejando a su paso esos dos animales. Desesperadas carreras con enorme griterío de la gente. Alarma y descontrol. Los portales y las farolas convertidos en improvisados burladeros…aunque no todas aquellas criaturas pudieron ponerse a salvo. Hubo hasta tres heridos por asta de toro. La vaca, con un trozo de soga al cuello, ejercía de acompañante sin dar el menor problema por lo que pronto pudo ser controlada. Muchos más problemas ocasionó su compañero de fatigas que después de acometer contra los puestos de hortalizas del Mercado de San Idelfonso siguió campando a sus anchas por el centro de Madrid. Pero su destino estaba escrito. La suerte quiso que estuviese por la zona un torero de Sestao Diego Mazquiarán apodado “Fortuna", que acompañado de su esposa caminaban hacía la casa de sus suegros.
“Fortuna" se desprendió de su abrigo y utilizándolo como capote dio unos cuantos pases a “Angelo” para fijarlo y que no siguiera La ⁰Gran Vía arriba. La muchedumbre, incrédula, asomaba la cabeza de sus escondites para asimilar ojiplática, lo que estaba sucediendo. Mientras el torero lidiaba con el morlaco, los balcones y las aceras se fueron llenando de gente. Nadie quería perderse aquello. Minutos más tarde alguien le llevó a Diego un sable del Casino Militar pero el torero lo desechó por endeble y poco manejable, así que le pidió a un jovencito fuese a su casa, cercana de donde se encontraban, en calle Valverde, para que le dieran un estoque de acero. Con él en la mano y la ayuda de su prenda de abrigo, “Fortuna" dio unos pases para igualar y se fue tras la espada.
La estocada fue limpia, pero necesitó de otra entrada más y el descabello. La gente al verse liberada de aquel peligro enloqueció, y enseguida rodearon al maestro al que auparon a hombros y así fue llevado hasta el Café Regina en la calle Alcalá subiendo su cotización como la espuma. De hecho, ese mismo año fue contratado para 18 corridas además de recibir la Cruz de Beneficencia por su heroicidad. Todo aquel que presenció el acontecimiento, fue consciente de haber asistido a una faena histórica.
Cuando el torero vasco Diego Mezquiarán ,"Fortuna", quiso matar al toro "Ángelo" en la Gran Vía de Madrid, con el abrigo puesto.
Tambien soy yo consciente de que habrá muchos que conocerán este relato, pero muy pocos que sepan el nombre del protagonista…. “Ángelo".
Antonio Rodríguez Salido. –