OREJA PARA PABLO Y HORIZONTE DE ESPERANZA PARA GUILLERMO
UN ENCIERRO IMPOSIBLE ANULO LA
ENTREGA Y BUENA DISPOSICIÓN DE LOS REJONEADORES
Plaza: "Los Califas": (1-6-2019). Pírrica entrada. No se
llegó ni al cuarto de plaza.
Ganado: seis toros de Fermín Bohórquez, reglamentariamente
despuntados para rejones, desiguales de presentación, sosos, parados y de deslucido juego.
Pablo Hermoso de Mendoza: pinchazo y rejón (ovación) y pinchazo
y rejón (oreja).
Lea Vicens: rejón y dos descabellos pie a tierra
(ovación con saludos) y pinchazo bajo y rejón (ovación con saludos).
Guillermo Hermoso de Mendoza: cuatro pinchazos y rejón (ovación con
saludos) y rejón y tres descabellos pie a tierra( ovación con saludos).
Ladislao Rodríguez Galán
Imagino que cuando los protagonistas de la tarde asomaron con
sus jacas a la puerta de cuadrillas para hacer el paseíllo le entrarían ganas
de volver grupas e irse al hotel. La imagen de la plaza fue patética con este
cartel de relumbrón. No recuerdo haber visto una asistencia tan pírrica con un
cartel de lujo. Y menos mal que el tendido 2, el de la propiedad, ayer estaba
casi completo y parcheaba un poco el aspecto. Antes los aficionados al caballo
( en Córdoba hay censados más de 20.000 equinos) eran una parroquia fiel a este
tipo de espectáculos (¿La final de la Champions?), sea por lo que fuere hoy no han arropado a los tres artistas del toreo a
caballo. Aunque se hubieran cabreado (como creo que estarían los protagonistas)
con el pésimo juego del encierro que ha enviado Bohórquez. Pero la lectura,
viendo la respuesta del público en general, es otra. ¿Quién arregla esto?. ¿Hay
que empezar de cero? . Mala cara tiene el asunto.
En fin, comentemos el festejo. En el cartel dos profesionales
cuajados en mil batallas, Pablo y Lea, y un chaval joven, Guillermo, con arte y
gracia, recién alternativado por su padre en la Real Maestranza de Sevilla. Y
frente a ellos, como ya he reflejado, seis toretes de desigual presentación
pero con el denominador común de no dar la respuesta idónea para salvar la
tarde. Muy al contrario, por su culpa, el festejo fue anodino y plano.
Y aunque no fue el triunfador Guillermo Hermoso de Mendoza,
chico simpático que conecta enseguida con el público supo, con su saber y buen
hacer, dejar una magnífica impresión en Los Califas. Consumado jinete y eficaz
y certero con arponcillos y banderillas, deleitó a la concurrencia con su toreo
de costadillo, algunas veces en terrenos inverosímiles. Lástima de no tener
enemigos enfrente. Su toreo es fresco, alegre y renovador. Te mantiene atento a
su evolución en el ruedo y eso es, indiscutiblemente, un tanto a su favor. Es
resuelto en los embroques y arriesgado en las salidas, algunas con piruetas
vistosas. En sus dos toros puso un par de las cortas a dos manos que encendieron los tendidos. Estuvo
acertado en todo menos a la hora definitiva del rejón. Ahí echó al traste toda
su espléndida labor. Pero afortunadamente, con este chico ha llegado la
renovación al escalafón de rejoneadores. Lo que necesita, aparte de suerte para
culminar una obra bien hecha, son toros colaboradores. Los de hoy, parados en
exceso, pusieron a prueba su capacidad ante la adversidad. Y pasó el examen con nota.
Pablo Hermoso de Mendoza, querido y admirado en Córdoba, es
un señor en el arte del toreo. Su elegancia y eficacia en la colocación de
arponcillos y banderillas encontró respuesta por parte del público que le
ovaciono constantemente. Lo deslucido del ganado le obligó a arriesgar en los
cites y sobre todo toreando de costadillo consintiendo mucho al burel. Dada la
poca movilidad del toro, las banderilla cortas, de una en una, los colocó
haciendo la rueda casi cosido al costado del animal.
Fue el triunfador de la
tarde con una oreja de peso, obtenida como premio a una labor seria y de mucha entrega con adornos marca de la casa.
Por su parte Lea Vicens, que tan buenos recuerdos tiene de
Córdoba (según sus propias palabras) por los éxitos aquí conseguidos, no tuvo
su tarde. A la pasividad de los toros hay que unir algunos fallos a la hora de
clavar banderillas y con los rejones lo hizo despegadilla. Tampoco estuvo acertada con los rejones de muerte. A su haber, certera al clavar en los quiebros, buenas
monturas, mucho tesón y esfuerzo por sacar agua de donde no había, y sobre todo
entregada de principio a fin. Las cosas unas veces salen y otras no, y menos con
este ganado que no permite el lucimiento.
Se acabó la feria. Lamentablemente la Puerta de Los Califas no se abrió
ninguna tarde.
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