El novillero de Córdoba, Javier Moreno, sale a hombros tras unabuena faena al segundo de su lote y se erige triunfador de la Feria
A la última fue la vencida. Por fin, en la tercera de Feria de Blanca se consiguió abrir la puerta grande. Lo hizo el novillero que abrió plaza, el cordobés Javier Moreno 'Lagartijo', y con todo merecimiento, al pasear las dos orejas del segundo de su lote. El primero de la tarde fue un novillo muy bien presentado de Gabriel Rojas, como todo el encierro, que resultó muy parejo y de bonitas hechuras. Le ganó terreno a la verónica el torero de apodo mítico, andando hacia delante entre lance y lance. Se agarró bien en este primer tercio Vicente Moreno en un gran puyazo. Brindó el de Córdoba al público e inició su faena con cabeza, doblándose por bajo con el burel. Novillero con oficio y listo, solventó dos series en redondo y otra al natural con el astado desentendiéndose de la suerte a la salida de los muletazos. Animó al tendido con tres molinetes y un circular antes de cambiar el estoque simulado por el de verdad, con la que perdió el posible premio al pinchar en dos ocasiones antes de acabar con una media en la yema.
Volvió a mostrar su pericia con la capa Lagartijo frente al tercero; primero en el saludo, con un buen ramillete de verónicas, y después en el quite por tafalleras. Fue este un novillo de buena condición, que se dejó torear mucho, pese que al final se refugió en la querencia. Lo entendió a la perfección Lagartijo en una faena iniciada a pies juntos, por alto. Luego, con la diestra firmó tandas ligadas antes de una al natural sobresaliente. La mejor faena de una feria hasta ese momento pobre en alegrías, que remató con un arrimón con el astado ya cerrado en tablas y una estocada algo desprendida pero de efecto fulminante. Dos orejas de ley.
El novillero de Íscar, Darío Domínguez completaba el mano a mano. De mucha entrega fue su puesta en escena ante el primero de su lote, con un farol de rodillas para seguir toreando a la verónica y rematar con otro farol genuflexo en el que aguantó con valor. Dos puyazos recibió el bonito ejemplar de Gabriel Rojas. Con la misma disposición comenzó su faena de muleta, rodillas en tierra. Ya erguido, cuando quiso hacer el toreo fundamental, acusó el novillo el castigo en varas. Sin apenas recorrido, no se desanimó el vallisoletano, que puso gusto en dos ayudados por alto finales. Luego, con la espada mostró carencias. Los dos pinchazos impidieron que obtuviera premio. Saludó una ovación. Al cuarto lo tuvo que parar la cuadrilla. Fuerte fue el castigo en varas en dos puyazos. Fue toro encastado y exigente ante el que nunca se acopló el torero castellano, aún aprendiz del oficio. Volvió a mostrar sus carencias en el uso de los aceros.
Al final, Lagartijo abandonó la plaza a hombros, como triunfador de la tarde y de la Feria.
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