“El Hencho” un torero de Santa Marina.
Frecuentaba este torero, en su temprana retirada, la misma taberna que solía entrar yo con mi hermano Manolo, los sábados a tomar una copita de vino de la tierra, y de camino charlar de toros que era y es, lo que más nos gusta.
Florencio Casado “El Hencho", estaba emparentado con un familiar nuestro; era concuñado de un primo hermano, o sea que los dos estaban casados con dos hermanas. Y por aquello de los bautizos de sus hijos, mi primo, que en aquel tiempo regentaba “El Bar Campero”, solía reunir a toda la familia y daba un poquito de fiesta para celebrarlo. Naturalmente allí también acudía el torero.
Y, porqué cuento esto? Primero por recordar aquellos viejos tiempos y segundo para que se vea que nuestra conocencia y amistad venía de lejos…que no era de dos días ¡vamos!.
Florencio Casado Morales, fue un buen profesional del toro. En su época de matador, llegó a cortar las orejas a los Miuras en Sevilla, saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe, y en las Ventas de Madrid, tuvo tardes de mucho triunfo con salida a hombros por la Puerta Grande también, y en otras…derramó en la arena su sangre de torero valiente.
“El Hencho" de su vida privada solía hablar poco y de toros aún menos. Su tiempo lo dedicaba exclusivamente a beber y fumar. Un día hablando de aquellas efemérides, por casualidad saltó la liebre, y yo le fui sacando…sacando, hasta que decidió contarme su historia vestido de luces.
Esta que sigue es, y fue publicada en la revista taurina “Toreros de Córdoba" de Julio del año 2001.
“El Hencho". Casta, valor y entrega
Ser de Córdoba está considerado, en el mundo del toreo, como algo de mucha importancia, sobre todo, para aquel que ha sido o quiera ser torero.
Este serio compromiso traspasa los límites de la responsabilidad si el que elige esta bonita y complicada profesión lleva el “sello de garantía” que tienen los toreros nacidos en el torerísimo barrio de Santa Marina.
Pasado algún tiempo y por circunstancias de la vida, nuestro entrevistado se traslada con -siete u ocho años- a vivir junto con sus padres al popular barrio de Las Margaritas dónde crece y se aficiona a la fiesta de los toros.
“El Hencho” es nieto de “Piconero” del que toma el apodo derivado de una deformación lingüística del nombre del abuelo. “Se llamó Florencio como yo -explica el diestro- y de pequeño, yo no sabía pronunciar bien su nombre y le decía: “papa Hencho”, de ahí me viene el apodo”.
Sin ascendencia taurina, torea y se gusta ante su primera becerra en la finca cordobesa “Alamiriya” propiedad de Ramón Sánchez Rodríguez y desde ese momento tuvo claro lo que quería ser.
Su primer paseíllo de luces lo hace en Priego de Córdoba el día 30 de mayo de 1964 y debuta con picadores el Montoro (Córdoba), el 14 de agosto de 1966 con novillos de Bernardo Jiménez, para presentarse posteriormente en la Monumental madrileña de Las Ventas, el día 1 de mayo de 1969.
Torero poderoso de honrada carrera profesional -por entrega y temperamento- el público le valoró y catalogó entre los toreros valientes, pundonorosos y a la vez artista.
No tardó en confirmar en Madrid lo que llevó a efectos el 24 de agosto de ese mismo año. La ceremonia fue apadrinada por el diestro Joaquín Benardó actuando de testigo Adolfo Ávila “El Paquiro,” con toros de Alejandro Espinosa de los Monteros. Esa tarde lució su toreo poderoso y artista con lo astados que le correspondieron, siendo su labor digna de elogio. “Ese día me pegué un arrimón tremendo -recuerda al maestro- el público de Madrid se volcó conmigo, pero no estuve acertado con la espada.”
Mas de veinte años como matador de toros y aproximadamente unas ciento sesenta corridas toreadas, es el historial que avala a un torero que tuvo que ganarse todas las tardes en el ruedo el ansiado contrato a costa, muchas veces, de teñir con su propia sangre el amarillo albero de las plazas. Ahí quedan como claros ejemplos las tres cornadas que recibió en Venezuela, Madrid y Francia las tres de pronóstico grave. Percances durísimos, serios e importantes que, a veces, hacen dudar a cualquier torero pero que a él ni la afectó ni mermó un ápice a su toreo valiente y honesto. “La de Madrid fue gordísima me metió el pitón por el bajo vientre y me echó las tripas fuera -dice con un ligero y velado orgullo el valiente torero- que sin duda, en su vida taurina pasaría por momento más agradables y felices. ¡Claro que sí! en mi memoria siempre estará presente la tarde de los Miuras en Sevilla el día 10 de abril de 1970, junto a ”Limeño” y “Palomo Linares”. “Recuerdo que me vestí ese día de torero sin tener un contrato firmado y me la jugué de verdad. Al toro le hice una lidia completa. Lo toree muy despacito y le dí todas las ventajas para poder lucirlo,” comenta lleno de satisfacción el maestro. “Al final le corté las dos orejas y salí a hombros por la Puerta del Príncipe. Seguidamente aclara, “Ahora se necesitan tres para cruzar a hombros esa misma puerta”.
Transcurrió el tiempo y ni este importante triunfo unido a su enorme entrega y valor puestos cada tarde a contribución de su mejor toreo, sirvió para que rompiera en “figura” a pesar de que su concepción del toreo evolucionó con el paso de los años hasta alcanzar elevadas cotas de perfección llegando a torear muy requetebién muchísimos toros en su etapa de extraordinario lidiador. “Lo que tú dices es verdad Antonio -habla emocionado el maestro- yo cuajé muchos toros con el capote y lo mismo hice con la muleta. Llegué a disfrutar mucho toreando y aún más, cuando descubrí el temple y aprendí a dosificar las embestidas de los toros".
Quizás le faltó al maestro el refrendo de un triunfo fuerte, incontestable en la primera plaza de toros del mundo (Madrid), que le hubiese aupado a ese último peldaño que les separaba de la cima del toreo. “No creo que fuese eso lo que me faltó porque la verdad pura y llana -señala diestro- es que en Madrid tuve éxitos muy importantes. En una corrida de toros corté tres orejas y en otras dos. En otra dí seis vueltas al ruedo, tres en el primer toro y otras tres en el segundo". ¡No, mira! Lo que ocurre es que cuando eres joven no te das cuenta de nada de lo que pasa a tu alrededor solo piensas en divertirte y pasarlo en grande.
“El Hencho” fue un torero que despertó mucho interés en la afición cordobesa. Lo prueba, caso único, de que el empresario cordobés -por aquella fechas Diodoro Canorea- lo mantuviera en cartel durante cinco domingos seguidos. A pesar de aquellos continuos y resonantes éxitos -corto orejas casi todas las tardes- él sigue pensando que mereció más atención y ayuda por parte de sus paisanos: “Yo fui un torero incomprendido. Lo dí todo por Córdoba y me entregué al máximo. Quise ser figura del toreo y creo que tuve condiciones para ello". Con la seriedad con que pronuncia estas palabras da la impresión de que esté molesto con el pasado. Herido en su amor propio por duros, o tal vez, tristes recuerdos que permanecen aún dormidos en su interior y que le lastiman al revivirlos en esta conversación. Seguidamente en un alarde de nobleza reconoce: “Creo que yo tuve parte de culpa… me rodeé de falsos amigos, aduladores sin escrúpulos qué no me beneficiaron en nada y sí en cambio, arruinaron mi carrera profesional”. Comenta arrepentido el torero. Y añade: “Hoy día pienso que nada de esto me hubiera ocurrido si alguna persona seria y responsable hubiera creído en mí de verdad, podría haber estado más tiempo toreando”. Y concluye diciendo: “Nadie apostó por mí, ni me ayudó. Fui por libre y así es muy difícil por no decir imposible poder tirar pa’lante”.
Su última corrida qué lidió en Córdoba se remonta al 26 de mayo de 1980. Sustituyó al salmantino Julio Robles que se encontraba herido, y alterno con Agustín Parra “Parrita” y Paco Ojeda, con toros de Celestino Cuadri. Su último paseíllo lo hizo en Cabra (Córdoba), el día 24 de junio de 1990 con toros de varias ganaderías, siendo sus compañeros de terna el madrileño Paco Lara y el venezolano “Morenito de Maracay”.
Desde aquel día no volvió a vestir más de seda y oro.
Florencio Casado Morales, “El Hencho", de 69 años de edad, falleció el 28 de octubre de 2014. Descanse en la paz del Todopoderoso.
Antonio Rodríguez Salido. –
Compositor y letrista. –
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