TAL DÍA ESTA SEMANA… 28 DE MAYO DE
1994
Finito de Córdoba, al natura ante Tabernero.
Finito de Córdoba esculpe con Tabernero un monumento al arte del toreo
Alfonso Ávila
MARTES 28 DE MAYO DE 2024
FUENTE APLAUSOS
Hace justo
treinta años, el torero del Arrecife de La Carlota cuaja una de las obras
cumbres de su carrera ante un bravo toro de Gabriel Rojas que fue indultado
Tabernero, negro mulato, marcado con el número 167, del hierro de Gabriel Rojas y con
toda la sangre brava del encaste núñez en sus quinientos cuarenta y seis kilos
de anatomía. Bajo de agujas y acodado de pitones, un astado nacido para
encontrarse con un torero de Córdoba, ilusión y
bandera de sus paisanos, un 28 de mayo en el coso de Los Califas de hace justo
veinte años.
Reproducimos la crónica de nuestro compañero Guillermo Mira para Aplausos: “Tras tomar dos
puyazos en los que se le midió el castigo, Finito percibe en el dibujado quite
la calidad del toro y muestra un cierto rictus, mezcla de tensión y esperanza,
en un tercio de banderillas protagonizado por un pletórico Cruz Vélez”.
El culmen de la faena llegó con la muleta: “Las primeras arrancadas del toro, llevado
a media altura por Juan Serrano, son sólo los compases iniciales de una obra
sinfónica. A partir de la tercera serie con la diestra, Córdoba enloquece.
Finito y Tabernero elevan a la categoría de arte la tauromaquia. No hay nada
más hermoso que contemplar en el centro del ruedo el callado diálogo del toro
bravo y el torero en trance. Si la perfección es dable a lo que el hombre
ejecuta, Finito con la impagable colaboración del pupilo de Gabriel Rojas,
estuvo sencillamente perfecto. Faena inmaculada, emotiva, inacabable. La
consustancial estética del torero cordobés alcanzó cotas desbordantes.
Incansable la embestida que ni soñada del toro, conducido por una muleta
mágica, esculpiendo sin disonancia alguna un monumento al arte del toreo.
Conste y dicho queda, que no fue fervores de paisanaje. Lo de Finito y
Tabernero fue una página para la historia, en Córdoba y en cualquier plaza del
orbe taurino.
Se emborrachó del toro
Finito y se enamoró Tabernero de la tela roja a la que seguía con un temple y
una clase excepcionales. Cada serie superaba la anterior, cada vez más
despacio, cada vez más sentido, cada vez más de ensueño. Afloraron unánimes los
pañuelos pidiendo el perdón del toro que el presidente concede sin dudarlo. La
apoteosis está servida. Córdoba es un manicomio desbordante.
Finito simula la
suerte de matar con una banderilla y todavía se presta el toro a un final de
deslumbrante fantasía. Todos corren en el callejón a abrazar al ídolo, quien se
dirige al ganadero y juntos emprenden una vuelta al ruedo inolvidable, con el
ruedo sembrado de sombreros cordobeses, entre los que creímos ver los de
Lagartijo, El Guerra, Machaquito, Manolete y El Cordobés, y todos los grandes
de Córdoba, que se arrojarían desde los palcos del más allá”.
Tabernero volvió al campo, donde se recuperó muy bien de sus heridas y allí
vivió junto a su lote de vacas hasta que en 2003, con trece años de edad, murió
en la dehesa El Castillo, mostrando su extrema nobleza hasta tal punto que lo
llamaba el mayoral y acudía para comer de su mano. En este tiempo como semental
dio muy buenos productos para la ganadería, destacando en estos su nobleza y
clase.
Del resto de la tarde, César Rincón no
encontró material apropiado para lucirse, mientras que Chiquilín estuvo valentísimo en sus dos toros y el mal manejo de la espada le
privó de cortar algún trofeo.
Con casi lleno en los tendidos se celebró la octava de feria en el Coso de
Los Califas de Córdoba. Se lidiaron tres toros de Cayetano Muñoz (1º, 2º y
4º) siendo ovacionado el buen segundo y tres de Gabriel Rojas (3º, 5º y
6º), destacando el excepcional quinto toro de nombre Tabernero que fue
indultado. César Rincón (palmas y ovación), Finito de Córdoba (ovación
y dos orejas y rabo simbólicos) y Rafael González “Chiquilín” (ovacionado en ambos).
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