'RESULTADISMO' DAÑINO
La formación de los alumnos de las Escuelas Taurinas es algo delicado y difícil de acertar, porque son muchos los factores a tener en cuenta, con unos críos que se encuentran en una etapa fundamental en sus vidas. Lo principal para mí es tener siempre presente que está antes la persona que el personaje. El niño, el adolescente o el joven que el aprendiz de torero. Y recalco mucho este tema porque es algo que se olvida demasiado a menudo, a pesar de que se nos llene siempre la boca de decir que lo importante es transmitir los valores, principios y conceptos de la Tauromaquia, pero luego lo único que importa para muchos son los trofeos de las clases prácticas, que de cara al futuro no sirven para nada, pero en el presente este 'resultadismo' absurdo es muy dañino para ellos.
La obsesión por contar orejas, como objetivo fundamental para estos novilleros sin picadores, les obliga a olvidarse de las razones de ser de su actual etapa taurina, que no son otras que formarse, corregir, aprender y sobre todo disfrutar en cada festejo o entrenamiento de salón y en el campo. No pueden ser nunca los despojos concedidos por presidentes caprichosos o un público sin criterio definido, sino el superar poco a poco el miedo, mejorar su técnica y actitud para sentirse cada vez más seguros ante los pitones de un animal bravo. Esa satisfacción es la que asentará y aumentará su afición por este maravilloso y legendario arte milenario, además que permitirá que se convierta en una vocación y en una profesión y medio de vida si también la suerte y otros factores externos lo permiten.
Los trofeos que hayan cortado aquí o allí, nadie, ni ellos mismos ni sus seguidores, y menos aún los espectadores o aficionados, se acordarán pasados unos años, pero todas estas experiencias, aprendizajes, satisfacciones y reflexiones personales les servirán para siempre, y les darán más sentido a su lucha por hacer realidad sus sueños e ilusiones como 'torerillos'. Lo que les vale de verdad son las sensaciones de verse capaces de pasarse la punta de unos cuernos cerca de los muslos, y cada vez con más seguridad y firmeza, porque van adquiriendo más mando y poder para ello con su capote y muleta. Eso es lo que, todos ellos deben luchar y trabajar por alcanzar. Lo demás, sobra. Y el chico que no tenga esto claro, creo que lleva un camino equivocado.
El 'resultadismo', término futbolero también denostado entre los deportistas, lleva a estos becerristas a arrastrar decepciones y frustraciones que más tarde o temprano les afectarán de forma muy negativa en su vida personal. Es muy triste escuchar a estos chavales, tras acabar sus faenas, decir cosas como que "los toros hay que matarlos", tras fallar con la espada, sin resaltar cómo se han sentido, ni comentar ninguno del resto de numerosos matices que habrá tenido su lidia. Para matar bien ya están los matadores, que no se llaman así por capricho, y que además son los que se juegan su futuro con los triunfos, porque son ya profesionales del toreo. Estos comentarios y conclusiones les llevarán a un estado de depresión y desánimo por sentirse fracasados, que puede amargarles sus vidas durante mucho tiempo e incluso para siempre.
Es también deplorable oír las broncas sin sentido de energúmenos, atrincherados tras el burladero, contra estos novilleros sin caballos, por fallar con el estoque y no cortar orejas por ello. "No puedes fallar ahora, que lo que tienes delante es una 'mona'. Es imperdonable'", voceaba uno de ellos a un alumno nervioso y afligido. Menudo sátrapa, ignorante, maleducado, sin vergüenza, ni dignidad, ni ética taurina, porque en ese momento, además de hundir sin justificación a un crío, estaba blasfemando contra la Tauromaquia. Otra vaquilla, al que este impresentable e indocumentado salvaje llama 'monas', fue, por ejemplo, la que mató al inolvidable Antonio Bienvenida. Qué falta de respeto.
Esta contraproducente actitud también provoca que los seguidores de estos chavales se conviertan en espectadores fanáticos, por lo que estas clases prácticas parecen algo más parecido a una competición deportiva que a un espectáculo artístico. Estos certámenes están bien como oportunidad para torear y aprender, pero crean muchas veces una competitividad peligrosa e insana, tanto en el albero como en las gradas, porque está bien que superar al otro en el ruedo sea un aliciente, pero nunca derrotarle a cualquier precio. Y más en cualquier arte como el nuestro, donde la evaluación de las faenas siempre será subjetiva.
Son muchas más las consecuencias negativa para los aprendices de toreros de este afán desmedido por cortar orejas y rabos, como que se elogien y aplaudan estocadas muy mal colocadas, con la excusa de que el novillo caerá y así se concederán trofeos, o que se desprecien faenas de gran mérito, "porque no han sido culminadas con la espada". Es peor utilizar una 'firma' falsa para alcanzar un triunfo o también firmar un falso éxito, que no hacerlo. Agradezco el símil al maestro Ruiz Miguel.
Los 'resultadistas' están mejor en el fútbol, aunque tampoco allí sean bien aceptados por todos. Los taurinos nos quedarnos con otros valores mucho más trascendentales, que debemos transmitirlos a nuestros futuros toreros para que, aunque la mayoría no lleguen a ser figuras, al menos no se conviertan en otros 'juguetes rotos' más de la sociedad, sino que lleguen a ser personas felices y privilegiadas como taurinos, ocupen el lugar que ocupen en las plazas de toros cuando sean mayores.
Antonio Cepedello
No hay comentarios:
Publicar un comentario