ENTREVISTA A FINITO
El Fino es distinto, un torero exclusivo que nació torero, uso y disfrute de los que saben disimular sin rencor el ansia de la eterna espera del milagro de una muñeca rota y un lance más lento que la lentitud de un atardecer en Córdoba desde la Mezquita. Esa Mezquita de la que el emperador dijo que habían edificado lo ordinario sobre lo extraordinario. En paradoja, sobre el pedestre miedo, la banal apatía, la desazón ordinaria, son capaces las muñecas, que a este Juan Serrano le llegan desde el rizo hasta las punta de los pies, de construir, no ya lo extraordinario, sino lo único y lo imposible, el detenido movimiento de un natural sempiterno, el dormido sueño del lance infinito o la imposible transmutación del aire en muleta y de esta en arte embarcando la embestida del burel. No se prodiga Juan Serrano, no le pidamos afanes, ni ansias ni bullas. Pidámosle torería ¿les parece poco?
Es tan distinto que es capaz de dar vida y eliminar la distancia a una tarde en la que el viento nos quería sacar de España. Él en Córdoba, yo en Huelva, la distancia entre ambos fue cercanía desde el primer momento, "que ganas tenía de charlar contigo". Y eso fue, la entrevista, hablar de toros, la verdad de quien se te entrega sin matices, de quien desnuda su corazón, para dejar entrever su torería y sus maneras puras.
De él dijo una poeta berrenda en colorao que lo odiaba como sólo se puede odiar a los dioses, pues también se le puede querer como sólo se puede querer a los sueños.
- Juan ¿Quedan ilusiones?
(El silencio, largo, tres segundos. De repente rasgado por la voz de torero, el alma ya de camino por la Carlota, y sensaciones que todos hemos vivido cuando sabemos que la tarde rompe en grande).
Bonita pregunta, ¿Sabes?. Me esperaba que me preguntases por mis contratos, por mis tardes, por qué pinto yo por aquí, pero esta pregunta me cambia los terrenos. ¿Ilusiones? Claro, todas. ¿Crees que podría estar aquí si no las tuviera? Vestirse de torero, sentirse torero, es la cosa más grande que hay en el mundo y sólo con ilusión se puede uno sentir torero.
- ¿Hay cuentas pendientes entre Juan Serrano y el toro?
No, yo no soy de llevar cuentas, pero si que siento que me quedan cosas que decir en una plaza de toros y que hay que gente que lo quiere escuchar.
- ¿Para qué hace falta más valor, para torear o para comentar en la tele?
Para torear hace falta mucho valor, muchas más cosas, pero mucho valor. Lo de la tele tengo que agradecerlo mucho a Manolo y a todo su equipo. Lo mío eran comentarios técnicos, he intentado hacerlo bien, respetar a todo el mundo, decir la verdad, pero yo, que siempre he sido de los que he dicho que cualquiera de los que habláis de toros os tendríais que poner delante de un animal bravo, cualquiera que fuera su tamaño, os digo ahora que os admiro más, que la inmediatez de la opinión, la importancia de cualquier cosa que se diga y ese valor del que tú hablas es verdad que dan importancia a vuestra labor. Me alegro haberlo hecho.
- ¿Qué aporta Simón Casas a Finito de Córdoba a esta alturas?
Simón es la ilusión, un romántico de esto, el último bohemio del toro en el siglo XXI. Ha sido ilusionante encontrar a estas alturas de mi carrera un hombre del toro que cree en mí y que está dispuesto a ofrecerse para hacerme las cosas en los despachos. ¿Sabes como surgió el asunto del apoderamiento? En Saintes Maries de la Mer, había acabado de torear y me estaba secando con la toalla en el callejón, sentí que alguien bajaba siete u ocho gradas para acercarse, y cuando estaba a mi lado me dijo, con acento francés: "Gracias, gracias Juan por haberme hecho sentir otra vez lo que tantas tardes". Levanté la mirada para agradecer al aficionado sus palabras y era Simón. Luego tuvimos poco más que hablar. Todavía quedan sentimientos en el toro.
- ¿Es el año de la despedida?
No, rotundamente no. Hubo un malentendido con Simón, se aclaró y a mi no me gusta hablar de retirada ni de corte de coleta. No sé cuando descansaré, no lo sabe nadie, me iré sin ruido. Algún compañero tuyo, no sé, alguien en las redes sociales, ha dicho que doy una vuelta a España para pasar el guante y eso duele. Duele porque es una opinión malintencionada y falsa que parte del desconocimiento de Finito como persona, como torero, desconoce mi trayectoria quien diga eso. Yo no estoy aquí para que yo abuse del público o de las empresas, de los compañeros... Ni está la cosa para eso. Sería una falta de respeto que yo anunciase mi retirada. Estoy aquí para torear, a mis partidarios les digo que disfruten, a mis detractores que me esperen que a lo mejor les sorprendo si sale un toro que me sirva y ellos están con el alma limpia.
- Me dice un partidario suyo desde su época de becerrista, que hizo usted entonces cosas que le hicieron tener fé, una fé que no se agota. ¿Tiene esa impresión?
Claro, es lo que te digo. Si no fuera así estaría en casa. Esa fé de mi gente y la que yo tengo en mí mismo se retroalimentan y es lo que me hace vestirme de torero. Pero todo parte de un sentimiento personal. Gente como este señor de quien me hablas y yo sabemos lo que hemos disfrutado mutuamente. A eso voy a una plaza, a sentir y hacer sentir cosas, pero que nadie me espere con el toro que me quiere arrancar la cabeza, no es mi forma, respeto esa lidia de riesgo en este mundo de tragedia y de arte. A mis detractores, a los que quieren que me quite de una vez, me gustaría explicarles que sólo soy feliz con una muleta y un capote en mis manos, que me dejen tranquilo, que yo no obligo a nadie a ir a los toros a verme, que no le quito el sitio a nadie, que no me pidan torear a contraestilo y que me juzguen con el toro que me embista, con él que me de algo.
- ¿Está contento con la temporada 2012?
Esta temporada pasada me he sentido extraño. Después de 25 años, torear sólo 5 festejos, me ha resultado raro. He sufrido como artista, me ha dolido como torero no poder estar presente en ferias, no torear más, he pagado mis errores. He aprendido, siempre se aprende, sin rencor pero con memoria. Además este año he disfrutado mucho de mis compañeros en la tele. Siempre hay que ver la parte positiva de todo.
- ¿En qué plazas le gustaría estar en 2013?
Donde se me quiera. Se me está juzgando por estar en las primeras ferias como Castellón y Valencia. Cualquiera que sepa de que va esto sabe que Simón me va a intentar encajar en las plazas que él gestiona, pero no por la cara, llevó toreadas 1400 tardes, algo he hecho en el toro. Me pregunto: ¿Qué he hecho yo que no hayan hecho los demás y que han hecho los demás que no haya sido capaz de hacer yo? Me da la impresión de que hay gente que se levanta todos los días enfadada y yo me levanto cada día ilusionado, queriendo ser mejor y dar lo mejor de mí mismo. Y parto de que las comparaciones son feas, me comparan con toreros que no están en los carteles y que yo admiro, los admiro a todos, y todos tienen derecho a torear, tanto como yo, y yo tanto como el que más.
- ¿Qué puede más para torear, el dinero, la afición o la costumbre?
Sin una afición infinita no se viste nadie de torero durante 25 años. Esto tiene mucho riesgo, no es ninguna broma. Yo, que si no veo al toro no soy de arriesgar, si el toro me sirve, me lo paso muy cerca, yo siento pasar al toro por los tobillos, por la espinillas y si me tiene que coger que me coja un toro que sirve, no uno de tragedia. En el toro yo entiendo que tiene que haber de todo pero yo, como espectador y como torero soy de "olés" más que de "uys". Una tarde bonita, y si no puede ser, dejar un detalle una media, un trincherazo, una forma de andarle a los toros.
Porque soy como soy, me entrego en lo bueno y en lo malo, no me sé tapar, si estoy, estoy y si no, no estoy. Soy el peor relaciones públicas de mí mismo. No siempre os he atendido a los medios con el mismo cariño que me habéis dado. En fin, no me quejo, he recibido de acuerdo a lo que soy.
- Si no hubiera sido torero ¿hubiera querido ser....?
Futbolista. Me ha vuelto loco el fútbol, se me ha dado bien siempre, he jugado muchos partidos benéficos en el Bernabéu, en el campo del Rayo, en el Pizjuán,... Por cierto nunca he jugado en el Nou Camp y me gustaría. He pisado su césped como aficionado en tiempos de Ronaldinho y he estado en el vestuario, pero nunca he jugado.
- Y Barcelona en lo taurino duele especialmente a un hombre nacido allí.
Duele hasta lo absurdo, duele hasta pensar que la culpa es nuestra. Me lo dijo Toño Matilla hace ocho años. Él hablaba con políticos de allí, con artistas y me advertía que "Barcelona se acaba". Cuentos de empresario, pensé. Esa es la plaza de mi infancia, donde iba con mi padre todos los domingos a los catorce años, se me saltan las lágrimas al acordarme de Isla Fantasía, la Monumental donde vi a todos mis héroes, mis modelos y luego cuajé tantas tardes e indulté un toro ante mi gente porque yo soy tan catalán como andaluz. Duele saber que dejamos a Serafín sólo, llorando, porque somos 214 en el escalafón y lo dejamos solo. ¿Dónde estábamos los demás?. Me duele hasta la injusticia de saber que son mentira los argumentos por los que han prohibido una fiesta que era pura Barcelona, que una ciudad con tres plazas ahora no tenga toros. Duele no saber que hacer para que nos respeten. Me duele que un día pasaré con mis hijos por esa plaza y les tendré que hablar como de un sueño, de una cosa vieja, antigua, y fue ayer. Pero lo más doloroso es que la culpa es nuestra de los toreros que decimos que vamos a hacer, que tenemos dos h.., que muchas cosas en la mente, pero en realidad no tenemos nada, no hacemos nada..., yo el primero, no enfrentamos este toro.
Aquí se rompe la voz del torero, y se estremece el alma del entrevistador, respiramos hondo. ¿Cómo puede doler tanto una plaza y una decisión administrativa de unos políticos?...
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