jueves, 30 de noviembre de 2023

 


 

Las fatigas de un maletilla (IV)


En Madrid y Salamanca, entre mangui y torero

Ya por Albacete no había toros, pero me acordaba que un maletilla me comentó que la última capea del año era en un pueblo de Madrid que se llamaba Torres de la Alameda.

Me fui unos días para Albacete. La capea de Torres de la Alameda era el primer domingo de octubre.

Llegó el día. Me fui desde Albacete a Alcalá de Henares en tren. Sin pagar claro, para no perder las costumbres.

Me bajé en Alcalá y fui a dedo (haciendo autoestop) hasta Torres de la Alameda, con mi maco, como buen maletilla.

Llegué al pueblo a media mañana. Hacían encierro y estaba a punto de empezar. Dejé el maco en un bar, pero cogí la muleta.

Echaban nueve toros; tres cada día.

Me fui para el encierro. Los toros eran muy grandes. Sobreros de Las Ventas, me dijeron. Y allí estaba yo con mi muletilla.

Qué barbaridad, los maletillas que había. Había hasta matadores de toros.

Por decir algunos: Frascuelo, El Peque de Béjar, El Santi, Paco Lucena, Paco Alcalde, el padre de El Juli, El Lobo, El Rerre, El Suso, El Melenas… Muchos más. Todos estos se comían los toros. Madre mía. Dije “Aquí hay que salir salga el toro que salga.”

No había ningún maletilla de los de Albacete. Eran todos de los que vivían en Madrid.

Yo tenía la moral por las nubes. Me había puesto delante de muchos novillos por Albacete. Iba a salir a lo que echaran. Y así fue.

Empezó el encierro y me fui a la plaza cuadrada del pueblo.

Llegó un toro solo. Me puse delante y se quedó conmigo. No sé por qué pero no había maletillas allí en ese momento.

Era un toro grandísimo. No me lo podía creer. Le pegué cuatro derechazos y un pase de pecho. Tuvieron que ser muy buenos porque no veas cómo aplaudía la gente.

Seguí dándole muletazos. La gente me decía “¡Cómo toreas, chaval!” Otros me decían “Como tú has toreado no ha toreado ningún maletilla aquí, en Torres de la Alameda.”

Me pedían que pasara el guante. Y como estaba yo solo, pues me ayudó uno del pueblo.

Pasé el guante y me llevé un dinero.

Luego llegaron los otros dos toros, pero fueron derechos a los chiqueros con los mansos.

Yo pensaba, con una sonrisa “Qué capeas tan buenas hay por Madrid.”

Ya por la tarde había allí veinte toreros. Fue muy difícil torear. Estábamos muchos maletillas.

A mí me cogió uno y me hizo un hematoma en el muslo muy grande. Lo tuve hinchado un mes.

Había toros dos días más. Tres toros nuevos cada uno.

Los dos días siguientes toreé bastante, pero estábamos muchos.



Pasé el guante con otros maletillas, y dormí tres noches con los otros compañeros en una fábrica de ladrillos. Se estaba muy calentito, y eso se agradecía.

Y se acabó Torres de la Alameda. Era la última capea.

Era octubre, y pensé, “¿Para dónde tiro?” Tenía catorce o quince mil pesetas, que era un dinero en 1968.

A mi casa no podía volver. Me lo dijo bien claro mi padre cuando salí de maletilla. Y pensé “Nunca he estado en Madrid, así que, a Madrid me voy.”

Desde Torres de la Alameda me fui a Alcalá de Henares, y en Alcalá cogí un tren hasta Madrid.

Era la primera vez que pisaba Madrid en mi vida. Qué impresión me causó aquello.

Llegué a la estación de Atocha. Salí a la calle y entré en una taberna a tomarme un café.

Recuerdo que había muchas fotos de toreros buenos: Camino, Antoñete, Ordóñez, El Cordobés y muchos más. Me encantó verlas. Las miré todas como si estuviera viendo un cuadro de Velázquez.

Me preguntó el camarero que de dónde venía de torear, porque me vio el maco. Por eso me preguntó. Era un hombre mayor.

Le dije que venía de Torres de la Alameda.

Me preguntó que si había toreado, y le dije que había salido a los nueve toros que habían echado en los tres días. Me dijo que conocía el pueblo, y que allí echaban los toros más grandes de todas las capeas de Madrid. Y llevaba razón.

Le caí bien. No me cobró el café y me puso una magdalena. Yo tenía 18 años y pinta de torero. Era alto y delgado.

Le pregunté por dónde paraba la gente del toro en Madrid y me dijo que por la Plaza de Santa Ana, en dirección hacia Sol. “Allí verás muchos toreros y apoderados”.

Le pedí dejar allí el maco, y contestó que sí. Me daba vergüenza que me viera la gente del toro con los trastos al hombro.

Me indicó la dirección para llegar a la plaza de Santa Ana; calle Atocha arriba, y luego a la derecha.

Llegué a la plaza de Santa Ana y cogí para abajo, hacia Sol. Era medio día.

Madre mía, qué cantidad de toreros de todas las categorías; banderilleros, picadores, novilleros con picadores, sin picadores, mozos de espada, maletillas… Algún matador de toros como Dámaso Gómez, algunos más como Pedrín Benjumea, Raúl Sánchez, dando vueltas por la calle de la Victoria…

Me saludaron algunos maletillas que conocí en Torres de la Alameda. Hice amistad con uno que se llamaba Manolo Canales. Me dijo “El otro día pegaste buenos muletazos.” Le agradecí el comentario, y nos hicimos amiguetes.

Sería de mi edad, 17 o 18 años.

Pasamos todo el invierno juntos, pero la verdad es no sé cómo.

Él conocía a la gente del toro de Madrid, y también de fuera del toro.

Nos daban de vez en cuando alguna chapuza de trabajo. Y se sabía todos los sitios más baratos para dormir y comer.

Yo me dije “Con lo que este sabe, me va a venir cojonudamente madre juntarme con él.”

Dormíamos en la Cava Baja, por la Plaza Mayor.



En cada habitación dormíamos diez o doce personas. Y qué personas. Aquello era para verlo. Carteristas, gitanos, mercheros, talegueros…

Pero nosotros vivíamos como ellos. No les teníamos miedo. Al revés. Yo llevaba todo el verano durmiendo en pajares, y esto me parecía el Hotel Palace.

Les caímos bien a los gitanos y a los mercheros. Cuando les contamos nuestra vida de dormir en pajares y robar corderos nos daban hasta bocatas.

Los gitanos nos advertían que teníamos que tener cuidado. Nos hablaban en caló. Yo lo entendía bastante bien. Decían “Ese es parguela”, que era marica; ese es randaor, que era ladrón. Y cosas así.

Se portaban muy bien con nosotros, porque les explicamos nuestra vida, que en realidad era muy parecida a la de ellos.

De vez en cuando mangábamos algo, y pegábamos toques a algún julai que conocíamos, a toreros… Había que sobrevivir.

Nos sabíamos todas las artimañas de Madrid; cómo coger el Metro sin pagar, o cómo llamar por teléfono sin dinero con una moneda de 25 pesetas. Hacíamos un agujero en el borde y atábamos un cordón de 25 centímetros; así podíamos estar hablando por teléfono todo el día en las cabinas.

Así pasé la vida ese invierno, aunque como digo, lo pienso y no sé cómo sobrevivimos.

La verdad es que, por estar tieso, llevaba más vida de mangante que de torero.

Recuerdo un día; llegué a un bar y pregunté si hacían falta camareros. Me dijeron que sí. “Vente mañana a las ocho de la mañana.”

El bar estaba en el barrio de Lavapiés.

Le pregunté al hombre que me atendió que si me podía dejar 1.000 pesetas para pagar la pensión. Le dije, dando pena, que llevaba dos días buscando trabajo. Me preguntó que de dónde era, y le mentí diciendo que de Cuenca.

Me dio las 1.000 pesetas y me dijo que nos veíamos al día siguiente a las ocho de la mañana. Le di las gracias. Y al día siguiente no fui.

Esto solo lo hice en cuatro o cinco bares y cinco o seis obras.

Les pedía dinero y luego no iba a trabajar. Cosas de manguis.

En descargo de todo aquello que hice, debo decir que, en aquellos tiempos, cuando ibas de maletilla, la vida, a veces, te obligaba a sobrevivir de mangui, como si fueras un taleguero.

Así pasé el invierno con mi amigo Canales.

Llegó el mes de febrero y nos fuimos de Madrid a la capea de Ciudad Rodrigo, hasta Salamanca.

Fuimos en el tren.

Nos echaron dos veces. Pero cuando nos echaban, nos subíamos en el tren que venía detrás. Y así llegamos hasta Salamanca. Y de Salamanca fuimos a Ciudad Rodrigo haciendo dedo.

Llegamos andando hasta el barrio de Tejares. Está cerca de Salamanca. Nos montó un coche que también iba a los encierros de Ciudad Rodrigo. Al día siguiente era la primera capea por la mañana.

Echaron varios toros. Ahora, en la vida he visto más maletillas. Estaríamos cuarenta. No exagero. Cada dos metros había un maletilla; El Lobo, Paco Lucena, El Melenas, El Suso, El Rerre, El Litri, Curro Cano, El Peque de Béjar, El Santi… Y muchos más.

Yo, en todos los días de capea, pegué muchos pases; pero pases sueltos. Eran toracos, y éramos tantos que era imposible ligar muletazos. La verdad es que me puse delante de muchos toros. Por entonces no había recortadores.

Pasé tres guantes con otros maletillas, y los días que estuve allí dormí en otra fábrica de ladrillos.

Cuando se acabaron las capeas de Ciudad Rodrigo, nos volvimos. Mi amigo Manolo Canales se fue para Madrid, y a mí me llevaron a Salamanca.

Gerardo Roa, que ahora está millonario, tenía un Seiscientos, y con él nos fuimos Curro Cruz, El Duende de Salamanca y yo.

Cerca de Fuentes de San Esteban vimos una nave, y El Duende, que era de Salamanca, dijo que allí había corderos.

Paramos, y salté por una ventana.

No se veía nada, y caí encima de una vaca suiza que me tiró al suelo y me pisó. Había un poco de luz que entraba por la ventana, y vi corderos. Cogí uno y salté por la ventana con el cordero a la espalda. Recuerdo que se me meó encima.

Subimos al coche y cuando faltaban unos cinco kilómetros para Salamanca, dijimos de meternos en un monte, quitarle la piel y las tripas al cordero, y dejarlo allí escondido.

Hacía mucho frío, estaba helando y no se iba a poner malo. También lo hicimos por si a la entrada de Salamanca estaban los guardias civiles. Esto era de madrugada.

Llegamos a Salamanca y El Duende se fue a su casa. En una pensión tenían una habitación con dos camas. Curro Cruz y Gerardo Roa me dijeron de dormir con ellos sin pagar, pero en el suelo. Ellos en su cama. Vi el cielo abierto y les di las gracias, porque yo no tenía dónde dormir. Pero me dijeron “Te tienes que ir temprano, antes de que venga el dueño”.

Así lo hice. Acordamos a las ocho de la mañana, y a esa hora me fui. Luego quedamos a las diez en la Plaza Mayor para irnos a comer el cordero. Tomamos un café y salimos en busca del cordero.

Llegamos al sitio y allí estaba el que nos iba a quitar el hambre.

Hicimos fuego y nos comimos medio cordero. ¡Qué rico nos supo! ¡Cómo te cambia el cuerpo con la barriga llena!

Estaba helando pero estuvimos allí hasta medio día. Dejamos el medio cordero en el mismo sitio, en una encina, para que no se lo comieran los lobos, que los había.

Nos fuimos para Salamanca, y dando vueltas por la Plaza Mayor nos enteramos que ese día tentaba El Viti.

A media tarde salimos para la finca de El Viti. Y como nos pillaba de paso, cogimos el medio cordero que nos quedaba.

Cerca de la finca de El Viti pasaba un arroyo de agua muy clara. Echamos lumbre y, aunque hacía solo cinco o seis horas que nos habíamos comido la otra mitad, nos terminamos el cordero que quedaba.

La anécdota fue que, estando comiendo el cordero, pasó un Mercedes azul y se paró al lado nuestro. Se bajó el conductor, y era El Viti.

Nos preguntó “Ese cordero ¿no será de mi finca?”. Le dijimos, “Maestro, nosotros no les mangamos a los toreros. Nosotros mangamos a los julais.” “Era broma –nos dijo-. Yo no tengo corderos en mi finca.”

Le ofrecimos, cogió un trozo y nos dijo “Dentro de una hora vamos a tentar. Iros para allá.”

Tentaron los hermanos Esplá. Seis vacas. Estábamos los tres solos. Salimos cada uno a dos vacas. Toreamos bastante. No se dio mal el día, hartos de cordero y de torear.

Eso sí; como aquel día en mi vida vinieron pocos. Todo lo contario. Hambre, mucho frío y poco torear.

Sin un coche en Salamanca era muy difícil torear.

Había una forma de enterarnos de algún tentadero: entrando en el hotel, llamado el Gran Hotel. Allí entraban todos los toreros y ganaderos, pero como estaba tieso no podía entrar a tomar algo para ver a algún ganadero o algún torero. Total, pasé seis meses en Salamanca y solo saldría a 14 o 15 vacas y algún novillo con la luna.

Pasé mucha hambre y mucho frío.

Ya aburrido de tanta ruina encima me volví para Madrid.

En el tren me echaron en mitad del camino. Se me había olvidado comprar el billete, como siempre.

Me subí en el siguiente. Llegué a Madrid tieso perdido.

En Madrid me tiré tres meses pasando igual que en Salamanca, hambre y frío.

Hice amistad con El Carloteño, que era novillero, pero llevaba una vida de mangui total. Incluso había estado en el talego por pegarle una puñalada a un julai.

Me fui con él y la verdad es que llevábamos vida de mangantes. Me enseñó a tangar a los camareros en el cambio, y a sacar dinero de las máquinas tragaperras; uno controlaba y otro metía monedas portuguesas. Se llamaban escudos. Eran de cinco céntimos, y en la máquina entraban como si fueran de 100 pesetas. El Carloteño tenía un montón de monedas portuguesas, que consiguió pasando el guante en las capeas de Portugal.

Estuve tres meses con El Carloteño en Madrid, llevando una vida poco aconsejable.

Un día vi que con El Carloteño acabaría en Carabanchel, porque bebía mucho y llevaba una navaja muy grande. La guardaba en los picantes en caló- calcetines en payo-.

Un día íbamos los dos por Vallecas, bien a gusto. Serían las tres de la madrugada. Nos cruzamos con uno. El Carloteño sacó la navaja y se la puso en el cuello. Le quitó algo de oro y diez mil pesetas y cogimos un taxi para la pensión, que estaba por la Plaza de Santa Ana.

En aquel momento pensé “O me separo del Carloteño o acabo con él en el talego.”

Al día siguiente, estando por el centro me enteré que había una capea en un pueblo que se llamaba Anchuelo.

Total, que para que no se mosqueara le dije que me tenía que ir, que estaba mi madre ingresada en un hospital de Valencia.

Era mentira. Me fui a la capea de Anchuelo.

Menudo descanso al separarme del Carloteño.

Le deseé suerte, salí de la pensión y él se quedó durmiendo.

Un tiempo después, cuando llevaba cinco o seis capeas después de separarme de él, un maletilla me dijo que estaba en Carabanchel porque discutió con un julai y le pegó un navajazo.

Este maletilla me lo dijo porque me había visto con él por el centro de Madrid. Dije para mí “De la que me he librado. Si llego a seguir con él, estaríamos los dos en Carabanchel, sin ninguna duda.”

Seguí por los pueblos de Madrid y Guadalajara; pueblos como Meco, Pozo de Guadalajara, San Fernando de Henares, Coslada, Villalbilla, Loeches, Torres de la Alameda, Driebes, y un montón más.

Ese verano me pondría delante de cien toracos. No exagero.

Me cogieron seis toros para matarme. Por ejemplo, en Meco, en Pozo de Guadalajara…

En Torres de la Alameda estuve dos veces ingresado, una en Guadalajara, otra en Madrid, en el Sanatorio de Toreros, que estaba al lado de Las Ventas (situado en la Calle Sancho Dávila número 12, cesó su actividad en 1975).

Jose Luis Cuevas

Montaje y Editor


 

AL-TEQOA TEATRO

PRESENTA

MANUEL LAUREANO, “EL DANDI DE CÓRDOBA



Al-Teqoa Teatro, desde 2008

Manolete siempre colaboró con las causas benéficas, mostrando su sensibilidad y compromiso, prestando su vida en favor de los más necesitados.  
Padrino del evento: Rafael Jiménez González “Chiquilín” y Señora.
Organiza: Tucasacórdoba Inmobiliaria

Real Círculo de la Amistad de Córdoba, domingo 3 de diciembre a las 18h.

Programa del evento

  • Recepción de invitados y personalidades.
  • Copa de cava de bienvenida
  • Acto de inicio del evento con miembros de las entidades beneficiarias
  • Mensaje del Padrino del evento
  • Mensaje de Tucasacórdoba
  • Representación de la obra. Primer acto
  • Descanso. Sorteo de Cena para dos personas en La Casa de Manolete Bistro
  • Segundo acto
  • Despedida y cierre

HAZ TU DONACIÓN A LAS ENTIDADES COLABORADORAS:

ASOCIACIÓN SAN RAFAEL ALZHEIMER & OTRAS DEMENCIAS

Proporciona confianza y bienestar tanto a las personas con Alzheimer, como a sus familiares.

Se trata de una entidad de auto-ayuda, sin ánimo de lucro, declarada «Utilidad Pública», en virtud de la orden del 19 de septiembre de 2001
Formada por familiares de personas con alzheimer u otras demencias, colaboradores y profesionales de diferentes disciplinas implicadas en la atención de personas que padecen la enfermedad.
Trabajamos por un concepto integral de salud, investigación y dotación de recursos asistenciales.

BENEFICIARIO: Asociación San Rafael de Alzheimer y otras Demencias
CONCEPTO: Donación Teatro Solidario

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BIZUM: al 38049
c/ Escritora Gloria Fuertes, s/n (14004, Córdoba)

COTA CEROASOCIACIÓN NACIONAL DE PERSONAS CON DISCAPACIDAD

Las reivindicaciones por la accesibilidad, en Córdoba, tienen nombre propio

Cota Cero, trabaja junto a instituciones y entidades, para aportar mejoras de accesibilidad urbana. Su trabajo constante por la concienciación en accesibilidad, para hacernos empatizar y entender una situación en la que podemos estar todos, en cualquier momento, en un periodo de nuestra vida o condicionados en nuestra rutina diaria. Pensar en accesibilidad, es pensar en todas las personas, en las que sufren hoy estas barreras, en las que las sufrirán en su vejez, o aquellas personas a las que por un mal giro de la vida, se ven sujetas y dependientes, si entre todos no ponemos solución. Repensamos todos los espacios comunes, repensemos las viviendas, su construcción y reformas, para que todos estemos incluidos.

BENEFICIARIO: Asociación Nacional de personas con discapacidad, Cota Cero
CONCEPTO: Donación Teatro Solidario

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FUNDACIÓN DON BOSCO

Fundación de la Inspectoría Salesiana María Auxiliadora que trabaja por la promoción y pleno desarrollo de la infancia, la adolescencia y juventud en situación de desigualdad social.



Atendemos a través de nuestro trabajo las necesidades de sus familias y la de otros grupos en situación de vulnerabilidad: migrantes, mujeres, personas en situación de desempleo, con adicciones…

Mas infor en su WEB

BENEFICIARIO: Fundación Don Bosco
CONCEPTO: Donación Teatro Solidario

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c/ San Francisco de Sales, nº1 (14010, Córdoba)

CÁRITAS PARROQUIAL DE SAN LORENZO MÁRTIR

Cáritas Parroquial de San Lorenzo Mártir, trabaja en la zona de casco antiguo, prestando apoyo y ayuda en múltiples niveles a todas aquellas personas necesitadas que se acercan a sus puertas. Apoyo, ayuda al desarrollo social, clases para niños, distribución de medicamentos y alimentos, son algunas de las tareas que llevan a cabo los voluntarios y miembros de la organización.

BENEFICIARIO: Cáritas Parroquial de San Lorenzo Mártir
CONCEPTO: Donación Teatro Solidario

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c/ Pérez de Castro, 4, 14003 Córdoba


Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, más conocido como Manolete, fue uno de los grandes toreros de la historia de la tauromaquia de España en la década de 1940.​​ Murió en el Hospital de San José y San Raimundo de Linares. ¿Quieres saber más? Hazte con tu invitación, colabora con tu donativo, y ven a ver esta obra de teatro que se sumerge en la biografía de uno de los más grandes del toreo, y de Córdoba en el último siglo.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

JOSÉ MIGUEL CÁRDENAS SÁNCHEZ

NACIÓ PARA SER TORERO, Y FALLECIÓ SIENDO ESCRITOR


JOSÉ MIGUEL CÁRDENAS SÁNCHEZ SEGUNDO PORLA IZQUIERDA

Fue un torero romántico que supo construirse su complicada trayectoria taurina, a base de mucho sacrificio, amor a la profesión elegida, valentía y habilidad, para estar en boca de todos sin tan siquiera haber representado mucho en el toreo, salvo su ingenio para que se hablara de Miguel Cárdenas…

Tengo una anécdota personal, que suscribe lo anterior. Cuando conocía a Miguel en Córdoba fue en 1961. Porque él estuvo en Córdoba, provocado por el ruido taurino y mediático que se levantó en torno al Manuel Benítez El Cordobés, fue ese movimiento de locos, que estaba entonces produciéndose en torno a la figura, primero del Renco emergente y después del Cordobés figura, que lo fue de forma incuestionable, conocido cariñosamente cono “el Benítez” y sabemos todos quien es, a pesar de lo común del apellido… Pues bien, volviendo al tema; conocí a Miguel, porque cuando yo era muy joven, y escribía en la revista El Califa que dirigía Tarik de Imperio. Y por esa proximidad con toreros y escritores taurinos, creía que le venía bien mi amistad. El caso es que un día paseando por la calle Cruz Conde, me hicieron entrega de un tríptico que reflejaba la vida resumida del torero en cuestión, y cual fue mi sorpresa al comprobar que quien lo firmaba era yo, sin tan siquiera tener conocimiento de ello. El “autor” era Francisco de Asís, que por aquel entonces era uno de mis seudónimos, además de Franan y mi propio nombre. El caso fue que de forma sorpresiva me encontré con un texto que yo no había hecho… Por cierto que hace poco vi en internet a la venta un ejemplar del tríptico.



La verdad es que Miguel Cárdenas estaba muy preparado, me decía que había estudiado Filosofía y Letras, sólo tres años, porque tuvo que dejar los estudios, por las circunstancias económicas.

En el mes de marzo de 1962 le hice una entrevista para EL CALIFA, en la que se sinceró argumentando el motivo principal de su estancia entre nosotros y las ganas que tenía de torear en nuestro coso de Los Tejares:



-- “ ¿ Qué opinas de Manuel Benítez El Cordobés ?

Ser el ídolo de los paisanos de Manolete lo dice todo.

– Entonces te agradará mucho torear en Córdoba.

Pondré todo cuanto soy en el empeño. Aquí tengo muy buenos amigos y estimo que, como ellos, serán todos los demás, de esta que yo llamo mi patria chica...

Volviendo al tríptico que antes mencioné que él mismo Miguel redactó, entresaco literalmente los siguientes textos:

Encabezaba el tríptico con este titular:

“EL DUENDE DE BARCELONA, OTRO DIVINO CALVO”

“Miguel llegó a España con la simbólica cifra de siete pesetas, venía a estudiar letras a la Universidad, y contaba con seiscientas que recibiría todos los meses. El único familiar que le podía ayudar, no daba para más, estaba enfermo y desde su humilde dedicación a la venta de lotería no era posible. .../… Puso sobre la mesa el mapa de España, cerró los ojos y empezó a trazar círculos y salió !Córdoba ¡… siguió jugando y después el dedo se paró en un pueblo portugués y después en Liria ... “



Tras muchas vicisitudes llegó a Valencia, desde donde pretendía llegar a Liria. Pero en su camino se interpuso la casualidad y es casualidad fue, que la única persona que le invitó a subirse al camión, iba en dirección a Denia.

“En Denia, a lo largo de tres años estudiaba, lavaba platos y partía leña en el Hotel Fornos…./… Al muchacho sólo le quedaban dos años de estudio cuando una desgracia vino a cambiar su vida…/… Desgraciadamente para Miguel, su padre murió en el primer minuto de un primero de enero.”

Sigue su narración: “El estudiante tenía que valerse de su espíritu resuelto, para afrontar cuantos problemas vendrían. Había de apartar de sí lágrimas y lamentaciones, había que tragarse la tristeza. ¡ El mundo poco sabe de dolores ajenos !.

Ya no era un estudiante, ahora estudiaba en la real academia de la vida. Habían pasado cuatro años desde la muerte del padre, y trabajaba de albañil, labrando la tierra, de recogedor de naranjas, y de pintor de brocha gorda. Su espíritu se empezaba a perfilar; ignorante el pobre, quería meterse a la más difícil de todas las profesiones: el toreo...”



También comenta que estuvo en Sevilla, y que conoció a Vicente Vega Gitanillo de Triana Chico. El accidente de Vicente, en la finca de Clemente Tassara, fue el culpable de que no culminara la idea de ayudar a Miguel. Sucedió, que un novillero entró a matar una vaca, y saltó el estoque, clavándose en el brazo del futuro valedor, … rápido al hospital etc. y el colombiano entendió, que no era el mejor momento para pedir favores.

“...en sueños, su padre desde el más allá le trasladó un mensaje: Debería irse a la Monumental de Barcelona y posarse en sus puertas hasta que lo contrataran; así sería grande; un toro le mataría después de situar a su madre. La visión desapareció. Aquello era increíble. Era de día, no de noche como la primera vez. Posarse a las puertas de una plaza de toros para que lo contrataran era una locura o al menos un sueño concebido en la fantasía de un loco...”

En el transcurso de unos días, pensó seriamente que el consejo soñado, podría ser una solución a sus pretensiones. Y así fue, se plantó a las puertas de la Monumental de Barcelona,

durante 17 largas noches. Y por fin el empresario Pedro Balañá le concedió la oportunidad de torear en el citado coso. Coincidió su debut (26 de mayo) con el entierro del Divino Calvo, Rafael Gómez El Gallo, al que le profesaba una admiración incuestionable, por todo lo que había leído de él.



“El embrujado destino quiso que a ambos “duendes”, los alzaran a hombros, a la misma hora, mes, y año. Un “duende” llevaba en el traje de luces el luto del otro...Uno nacía y era proclamado triunfador y ser paseado a hombros en el ruedo de Barcelona, y el otro, el “Divinísimo Calvo”, iba a hombros, avanzando lentamente para perderse para siempre, en el profundo pozo de la eternidad. “

ORIGEN Y TRAYECTORIA

Nació el 16 de noviembre de 1933 en Bogotá (Colombia), y falleció el 8 de octubre de 2020.

Su trayectoria taurina de fechas, lugares, etc. viene reflejada de forma más exhaustiva en la enciclopedia taurina COSSÍO por ejemplo, pero aquí nos vamos a ocupar del hombre y sus circunstancias, dejando constancia sólo con pinceladas del devenir taurino. Por ejemplo, recordar que se marchó de Colombia con 20 años aproximadamente, razón por lo cual su nombre figura en algún que otro festejo económico, sin ir más lejos el 18 de julio de 1953 torea en Las Ventas con los Charros Mexicanos, sufriendo una cornada en el muslo izquierdo. Seguidamente debuta con picadores en Vistalegre. En agosto de 1953, salta de espontáneo en Las Ventas, en un novillo de Victoriano Posada. Y tras mucho batallar figura en dicho ruedo el 13 de agosto de 1961.


Sigue alternando de forma esporádica, hasta que decidió pedir una oportunidad… ( pasaje ya relatado anteriormente)… y Balañá vista la tozudez del joven aspirante a figura, decidió, primero hacerle un hueco en un festival y a partir de ese primer paso, torear más tardes en consonancia con su buen hacer.

Tras torear veinte tardes, de ellas seis consecutivas en Barcelona, dio el salto a Bogotá donde se presentó en diciembre de 1960.

En la mencionada temporada del 60/61, se trasladó a Córdoba y por estos lares toreó en varias plazas de la provincia, incluida una tarde en Los Tejares (10-6-1962).

Tenemos noticias de sus actuaciones hasta iniciada la década de los setenta.

Tuvo bastantes percances, su toreo arriesgado le hacía acreedor a cornadas alguna de ellas de gravedad. Para muestra basta un botón: cuando floreció la primera oportunidad de torear en la Monumental de Barcelona, se fue al centro del ruedo y recibió al novillo con el capote en la espalda...

Desde 1975 residió en Denia ( Alicante ). Por cierto que he intentado a través del Excmo. Ayuntamiento de esta localidad, recabar datos más concretos, y aunque he de agradecer su exquisita atención, no han logrado aportar más información de la que vengo relatando.

UN ALTO EN EL CAMINO

En julio de 2004 sufrió un infarto cerebral, según consta en la prensa del momento. Fue atendido en el Hospital Universitario de la Ribera de Alcira.

Este incidente le marcó para el resto de sus días. No obstante él que era un luchador nato, se dedicó a escribir, - tenía como he reflejado antes – un buen fondo cultural y estaba dotado de gran facilidad para su particular afición de escritor. De hecho nos dejó una novela de ficción, titulada LOS DOCE APÓSTOLES DE LA NADA, que publicó el día primero de junio del 2009.

A este episodio se refería en EL MAGACÍN CULTURAL del EL ESPECTADOR, la profesora de la Universidad de LA SABANA -COLOMBIA, Nelly Rocío Amaya Méndez, en un brillante artículo:

” ...Creo que ahora tendré que pedir permiso para morir un poco ¿eh gracias?.

Estas fueron las últimas palabras que dijo José Miguel Cárdenas al salir del apartamento y bajar por las escaleras, aquel verano de 2009. Luego levantó el brazo derecho para despedirse, con una vaga expresión de camaleón verde-gris en los ojos. Sobre la mesa quedaban dos ejemplares de su novela...”

Tuvo otro conato cardíaco en su tierra, en 2017 y fue atendido en Urgencias del Hospital Simón Bolívar de Bogotá. Tras esta incidencia médica, volvió a España.

Como he reflejado, la figura siempre inquieta del novillero Miguel Cárdenas, nos dejó en octubre de 2020, q.e.p.d.

Francisco Bravo Antibón

Jose Luis Cuevas 

Montaje y Editor

 

POR EL INTERES QUE DESPERTO ESTE ARTICULO LO 

REPETIMOS

UN LIBRO NUEVO, UN AUTOR AVESADO

 

 Hacía ya algún tiempo que este autor cordobés no publicaba y es sabido que la demanda por su obra ha sido siempre una
constante muy atractiva.

Don Ángel Olmo, Director T. del Colegio La Salle durante bastantes años y Profesor del mismo centro, más de cuarenta, ahora jubilado, sigue alternando sus tertulias y obligaciones familiares con el placer de escribir, aunque él dice que todos son un placer.
Prologa su obra Don Javier Caballero Villarraso, (Doctor en Medicina) y retrata al autor y su poemario con absoluta fidelidad,
calificando al poeta de "maestro artesano de la lírica", tanto que "sabe condensar en unos pocos poemas,  el contenido de un largo camino.
Así lo creemos nosotros y pensamos que este nuevo poemario, con matices claramente diferenciadores de otros que le precedieron, entraña un fuerte compromiso con el momento actual y no siente pudor alguno en hacer una crítica severa, a veces muy severa, de las circunstancias que envuelven las vidas de la mujer y el hombre de hoy: el trabajo, la política, la educación, la familia, la amistad, los códigos deontológicos... sin olvidar nunca su tierra (el Valle de los Pedroches) por la que siente verdadera pasión.


Ángel Olmo no baja la guardia y sigue luchando, -en muchas ocasiones , silenciosamente y en solitario, contra quienes abusan de sus posiciones de privilegio, contra quienes carecen de sensibilidad, contra quienes venden su alma sin oponer una mínima resistencia...


Hemos tenido el gusto de asistir a la presentación de su poemario "DE GLORIA SUENAN CAMPANAS", el día 14 de este mes de junio en el Salón de Actos de la Fundación MIGUEL CASTILLEJO.
Desde aquí felicitamos al autor, que estuvo acompañado por numerosísimos amigos, al tiempo que le deseamos mucha suerte y muchos éxitos.

POR: JOSÉ LUIS CUEVAS
FOTOS: JOSE LUIS CUEVAS