OSTOS
CUELGA EL TRAJE

Todo
profesional de los de verdad requiere un rodaje y un sacrificio y ello
enriquece en valores pero, el toreo, además de enriquecer mucho en valores, es
de valor, (valga la redundancia) por más que lo desprestigien los que carecen
de la sensibilidad que pregonan presumiendo de ésta. La materia prima está ahí:
chavales dispuestos a sacrificar todo lo fácil y atractivo que hoy ofrece la
vida, por llegar a ser figura en la profesión que aman por encima de todo. ¿Es
eso grande? Pues con esa grandeza sentimental y romántica vive el chaval que de
verdad quiere ser torero. Pero amigo mío… ¿dónde están aquellos empresarios de
entonces que se fijen en ellos, que sepan ver la madera que lleva dentro, lo
que puede ser capaz de desarrollar, dándole oportunidad para ello; aquellos
apoderados románticos que eran capaces de arriesgarlo todo por sacar a un
chaval adelante, por llevarlo bien hasta hacerlo torero de relumbrón, de soñar
con ello más que el propio torero? Pasaron a mejor vida o los aburrió la
burocracia, los impuestos o la falta de apoyo a sus gestiones. Basta leer un
poco la biografía de los grandes toreros, para ver como a todos ellos, Dios les
puso en su camino a un hombre que supo cuidarlos como a su propio hijo,
defenderlos, luchar por ellos y llevarlos a la fama. Hoy, ante la falta de esa
figura del apoderado romántico, de ese empresario aficionado de verdad que
conoce a fondo la filosofía y la sensibilidad del toreo, los chavales que
sienten el “gusanillo” del toro, tras pasar no pocas vicisitudes, desisten de
ello, cuando esa madurez temprana que adquieren en el toreo, les hace reflexionar
llegando la desilusión, el “para qué”. Son muchos los que ya desistieron
teniendo cualidades pero, los años pasan, y aunque la añoranza permanecerá para
el resto de la vida, hay que buscar nuevos horizontes para sobrevivir.
Ignacio Ostos
Baena, cordobés de Puente Genil, a sus tan solo 15 abriles, ya lo ha
experimentado. Como él mismo ha dicho, nació con la afición a los toros, la que
desde muy pequeño, se le fue acrecentando viéndolos por la tele, hasta el punto
de decidirse a querer ser torero. Decisión bonita y grande, el que conoce las
inquietudes que llevan a ella lo sabe.
No vi a Ignacio
en aquella becerrada ferial de la mujer cordobesa de 2014, en la que debutó,
pero me llegaron muchos elogios sobre su forma de interpretar el toreo. Luego lo
vi en Cabra y comprobé que era cierto; tenía algo distinto, lo que llamamos
“pellizquito”, moviendo las telas; cierto desmayo dejándolas caer transmitiendo
su forma de sentir el toreo; eso que le da Dios a unos pocos, a los que su
capricho señala. Pero ahí quedó. Estudia ESO, en Trinidad Sansueña hasta ahora,
porque si no lo hacía no le dejaban torear-decía sonriente-. Admira, cómo no… a
Curro, a Paula y a Morante., pero no pasó desapercibida para él la faena de
otro grande del arte, Curro Díaz, en la pasada feria en “Los Califas”, el
ganador del “Trofeo al Toreo Eterno”, que concede la Asociación Cultural
Taurina Carloteña. Estaba Ignacio muy ilusionado, feliz, y tajantemente
afirmaba que la única ilusión que tenía era el toro. Es grande eso, repito; con sólo 15 abriles, pues nació en 1999, en
Puente Genil, tierra de cantaores grandes. Ahora tendrá que amueblar de nuevo
su joven cabeza.
Agradece
eternamente a todo el que aportó su granito de arena para ayudarle en su lucha
en el intento de ser toreo. Ahora ha decido tratar de ser feliz en la sencillez
con su gente; ha decidido colgar el traje de torero. -Me llevo la experiencia, la
madurez, la sensibilidad, el respeto y el sentimiento; soy consciente de que no
viviré algo igual en el resto de mi vida, por lo que seguiré siendo un
grandísimo aficionado- nos decía casi con lágrimas en los ojos; - el
corazón me ha hablado y me ha hecho pensar. Mi agradecimiento muy especial
también a mi pueblo de Puente Genil que se volcó igualmente conmigo; me llevo
el cariño de todas esas personas que me acompañaron en el mundo del toro,
grandes amigos que son como mi familia. Mi fuerte abrazo a todos ellos
– Esas han sido sus sabias y sentidas palabras de despedida del mundo práctico
del toro. ¡Que sea para bien chaval! Y a todo aquel que no obró bien contigo
que Dios lo perdone. Desde aquí te deseamos mucha suerte en todo lo que
emprendas de nuevo en tu vida. Te llevas, como decías, el cariño y el respeto
de todos a los que nos ilusionaste con tus maneras y tus ganas de ser
torero. Un abrazo.
POR:DOMINGO ECHEVARRIA
FOTOS: JOSE LUIS CUEVAS
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