BUENA
Y LARGA CORRIDA DE TOROS AYER EN POZOBLANCO (CÓRDOBA). Sábado 28 de septiembre
2013.
4
toros de Domingo Hernández y 2 de Garcigrande, bien presentados, que dieron
buen juego. El segundo fue un gran toro.
Juan
José Padilla, de blanco y oro, apunto de indultar al primero de su lote de
nombre “Emoción”, un “colorao” nº 15, de Garcigrande. El presidente, en sus
trece, sin atender la insistente petición del público, le largó al torero dos
avisos, y éste, al final, optó por tirar por la calle de “en medio”. El toro
fue un gran toro pero no se empleó en el caballo, y mostró mansedumbre también
al ir a morir a chiqueros.
Insisto,
el indulto es bueno siempre para la fiesta, y mucho más en los tiempos que
corren. Se trata de premiar la nobleza y la buena colaboración de un animal
para corroborar la belleza de un espectáculo español y único en el mundo, que
entre la inoperancia de unos, y el oportunismo de otros, se viene a pique, ante
los ojos atónicos de un inconmensurable número de aficionados, a los que se
priva de esa libertad que tanto pregonan unos dirigentes, que todo se lo deben
al pueblo, pero que se saltan a la torera una democracia que manejan a su
antojo.
Padilla
estuvo cumbre con este toro, indudablemente el mejor del encierro. Había
brindado el jerezano a las alturas, en el centro del ruedo, en memoria de
“Paquirri”.
Un
bonito gesto del torero, con el que ya apuntó que venía a por todas. Construyó
una faena, iniciada de rodillas, llena de sentimiento y hondura, con las que
despertó a las musas soberanas de sol y sombra, e hizo que todos nos
olvidáramos del aire frío que nos castigaba los costados, y nos recordaba que,
a estas alturas de temporada, no se puede olvidar uno de una buena “Chupa”.
Poderoso
y templado, con ambas manos, Padilla dio una lección de toreo artístico,
cargado de ese sentimiento que guarda el que, como con él, se cebó la mala
suerte, pero que en cuanto puede, demuestra que le sobra afición y ganas de
seguir siendo grande en esta profesión que tanto sinsabores y tantas alegrías
le ha dado.
Varias
veces levantó la tizona pero el público le pedía que no lo hiciera, mientras el
presidente le indicaba, moviendo el
pulgar hacia abajo, que matase al animal, largándole dos avisos.
Agarró
una estocada entera algo trasera y caída, llegando a sus manos las dos orejas.
Pidió la vuelta al ruedo del animal, y las mulillas lo pasearon entre una gran
ovación.
En
el segundo, no tuvo más opción que echarle mucho carbón. No estuvo acertado con
la cruceta, saludando al final entre una gran ovación.
Manuel
Díaz, de verde y oro, a punto estuvo de conseguir las orejas de su primero,
pero el pinchazo, antes de la estocada, y la torpeza de su puntillero, que
levantó al toro varias veces, le privaron de la segunda. Peleó con su segundo,
que no le permitía ligazón y por su sosería colaboró muy poco. Consiguió de
nuevo una oreja.
David
Fandila, grosella y oro, muy bien de capote en su primero y en su palo fuerte,
las banderillas. Muy firme con la muleta por ambas manos, se dobló con él
magistralmente pero el toro se fue rajando. Pinchazo y estocada. Una oreja.
Con
su segundo, muy distraído, puso mucha voluntad y le cortó también una oreja.
La
corrida fue grabada por el equipo “Imandraproject”, dirigido por su director
creativo Juan de Dios Casquero Algarra, grupo que trabaja para el diseño del
nuevo Museo Taurino de Córdoba. Con ellos compartimos también, la tarde
anterior, en la Plaza de Toros de Córdoba, donde realizaron una grabación de
los entrenamientos de los alumnos/as de la Escuela Taurina del Circulo Taurino
de Córdoba, a las órdenes de su director artístico Rafael Jiménez
"Chiquilín”.
Una
larga corrida, que duró más de dos horas y media. Tarde muy desapacible, fría y
pasada por agua, en la que el público que cubrió la mitad del aforo, a pesar
del frío y el agua, salió contento y los tres espadas a hombros por la “Puerta
del Gallo”.
Domingo Echevarría
fotografias domingo echevarria
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