miércoles, 4 de septiembre de 2013

CORRIDA DE TOROS EN
PRIEGO DE CÓRDOBA

                                 ANDRÉS LUIS DORADO
                                             AMBEL POSADAS
                            CAROL GIL

“CUANDO TRIUNFAN LAS GANAS”
Priego de Córdoba. 1 de septiembre de 2013.
En la historia del toreo, cuando los empresarios eran aficionados de verdad porque casi todos ellos sentían de una manera u otra, ese “gusanillo” que hace a los hombres del toro diferentes, generosos y amantes de su profesión, las cosas eran de otra forma. Los empresarios admiraban esa ilusión de los chavales que demostraban, con su valor y entrega, las ganas de que su nombre figurara en los carteles de postín, les daban la oportunidad de ganarse a ley su repetición y el figurar en ellos en las mejores ferias. Esos empresarios bien llamados románticos, poco a poco han ido desapareciendo, y el toreo se ha convertido en un negocio que, carente de esa virtud, poco a poco, ha ido decayendo hasta llegar a la encrucijada en la que hoy se encuentra.
Muchas han sido las anécdotas que protagonizaron las ganas de ser torero. De entre ellas, viene a colación la que protagonizó Miguel Báez “Litri”, cuando alguien de su entorno le dijo: “a ver si hay suerte y hoy te embiste algún toro”. A lo que él contestó: “bueno…, y si no, embestiré yo”.

Eso ocurrió el pasado día 1 de septiembre en Priego de Córdoba, en la corrida anunciada con toros de Manuel Blázquez, para Andrés Luis Dorado, David Mora y Jiménez Fortes. Después de muchas vicisitudes, se logró salvar el espectáculo con un encierro de Jodar y Ruchena, para Dorado, Ambel Posada y Caro Gil.
No es la primera vez que Andrés Luis Dorado ha demostrado que con voluntad, con ganas y el factor suerte se cortan las orejas, porque los aficionados están ávidos de ver savia nueva, en la que se muestren esas ganas de agradar, como si de un principiante se tratara; “embistiendo cuando no lo hacen los toros”. Eso el público lo sabe reconocer, lleva al triunfo y, al final, todos contentos, aunque el éxito económico no sea el deseado. Esto último queda para los carteles de relumbrón, con toritos a modo que si no embisten, tampoco lo hace el torero, y si el público se enfada con él, encima, con toda desfachatez, declara en la prensa, al día siguiente, “que ese público no sabe de toros”.
Lo curioso es que, al año siguiente, vuelve a estar en los carteles de esa feria y el público se lo vuelve a tragar con más de lo mismo. Así está esto y la solución es difícil mientras la fiesta esté en manos de cuatro, que manejan todo a su antojo sin importarle otra cosa que su interés económico.
La caída del cartel de Mora y Fortes, junto a otros problemas surgidos, dieron lugar a que, al final, el público no asistiera con la afluencia que normalmente lo hace en esta plaza. Sólo se consiguió menos de la mitad de su aforo.
Los toros, cinqueños casi todos, se movieron sin más, excepto el cuarto que dio más juego.
Dorado, a fuerza de lo dicho, ante las condiciones del primero optó por el arrimón, acertó con la espada después de un pinchazo y le arrancó una oreja a ley. En el segundo, que dio el mejor juego del encierro pero que había que entenderlo, después de una faena muy entregada, con ambas manos, cuidando su embestida con mando y temple, consiguió una buena estocada entrando con muchas ganas, y  tras el descabello, le cortó las orejas, refundando el título de esta crónica: “cuando triunfan las ganas”.
No brillaron precisamente las ganas en Ambel Posada, pues el chaval se mostró toda la tarde bastante desganado, echándole poca carne al asador. Después de algunos muletazos de buen trazo, y estocada de rápido efecto consiguió una oreja en su primero. En el segundo estuvo algo más empleado pero el toro no le dio más opción.
Cari Gil, pese a las pocas condiciones de su lote, mostró muy buen corte de torero, sobre todo en su primero, con el que estuvo muy firme con capote y muleta, calentando al público, pero la espada le privó de trofeos. El público reconoció su labor y le hizo saludar desde el tercio.
En el segundo, que se rajó muy pronto, dando oleadas hacia las tablas, tampoco consiguió redondear y, después de una estocada, hubo silencio.
Destacamos un buen par de Tornay, y dos buenos quites de Arjona, ambos de la cuadrilla de Andrés Luis Dorado.
Se guardó un minuto de silencio por la muerte del Concejal José Moral Gutiérrez.
                                                  Domingo Echevarría



 REPORTAJE GRÁFICO J.L. CUEVAS
















 UN MOMENTO VOY A BEBER  AGUA 




















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