EN CABRA: “LAS
MONTERAS BOCA ARRIBA”
7 de septiembre 2013. Algo menos de media entrada.
Entre las
supersticiones del mundo taurino, las demás “cara al público“, están las del
color amarillo y la de la forma de caer la montera después del brindis. El amarillo
por su parte es el color de la ictericia o humor amarillo, vocablo que deriva de amargo o amaro, por lo que
unido a que es el color de muchas sustancias venenosas se asocia al “mal
fario”. Sobre el vocablo fario hay varias versiones. Según Casares, se parece
mucho al verbo latino “fari” que significa hablar, decir. Por tanto según esta
etimología entramos en el uso mágico del lenguaje: maldecir/maldición.
Según el académico
José María Mena es una palabra de origen árabe: fal = augurio = agüero.
Respecto a la montera,
al parecer, es costumbre que heredaron los toreros de los primeros alanceadores
de toros, pues cualquier prenda que cubría la cabeza, si caía hacia arriba suponía
mal augurio, aunque para Rafael “el Gallo”, era lo contrario – y esto no deja
de ser curioso por lo supersticioso que era – pues “el divino calvo” pensaba,
que si caía hacia arriba, atraía la gracia del cielo.
Lo cierto es que en la
corrida del pasado día 7 en Cabra, en la que se corrieron toros de Jaralta, la
montera de Andrés Luis Dorado y la de José Ramón García “Chechu”, cayeron hacia
arriba después del brindis al público. Dorado perdió las orejas de su primero,
pues después de una buena faena a este bravo toro, que no se tragaba más de
tres con la zurda, la espada le privó de ello.
El comentado
“malfario” se prolongó a su segundo. Un toro que, al tomar el capote, hizo que
el torero tomara los recursos de su maestría para que no se lo llevara por
delante. Pero “Estirado”, que así se llamaba, después del caballo, rompió, se
vino arriba, y el torero, sabiamente, se dobló con él con mucha firmeza, mando
y torería, en el recibo con la franela,
ganándole así la pelea, pues el toro quedó ya a su merced toda la faena. Faena
muy importante, pues el toro quedó muy entero en varas y Dorado, echándole la
muleta abajo, sometió su bravura, calentando el ambiente a un nivel, que de no
ser por la espada, hubiera refundado, el éxito del pasado año. No obstante dejó
patente de nuevo que es un torero muy digno de tener en cuenta. Agradeció el
público la entrega del chaval, pidiéndole finalmente la oreja que el
presidente, justamente concedió.
Topó “Chechu” con un
huidizo primero, al que finalmente le consintió tablas, y allí lo toreó
magistralmente con ambas manos, pero al final, por la imposibilidad de ligazón
y el descabello quedó en una oreja.
El segundo, el más
grande de la lidia ordinaria, se rajó pronto, y el desacierto con la espada
hizo silenciar su labor.
Brindó el rejoneador
portugués, David Gómes, uno de sus toros, a la reina de las fiestas y a sus
damas de honor. No acerté a ver cómo cayó su chapéu portugués pero algo debió
ocurrir, pues la mala suerte también estuvo presente al devolver una prenda a
las damas del palco, ya que la envió al tejado de la plaza, aunque en esta
ocasión, fue motivo de chispa humorística para ellas y el público. La faena a su primero estuvo muy trompicada,
llegando el bravo toro varias veces con contundencia al caballo al realizar los
quiebros. Se premió su voluntad con una oreja, al igual que en su segundo que
también fue muy bravo. Salió a hombros.
También
puso su chispa de gracia el puntillero del portugués al finiquitar al primero,
pues con sus ademanes destacó su fornido físico y puso otra nota simpática a la
tarde.
¿Monteras hacia arriba
o hacia abajo? Dejemos a cada uno con
sus creencias, pero que siempre atraigan a la buena suerte.
Domingo Echevarría
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