lunes, 2 de julio de 2018

ALTERNATIVA DE MANOLETE

Por Antonio Luis Aguilera    

Alternativa de Manolete. Foto cortesía familia Chicuelo

Hoy se cumple el 79 aniversario de la alternativa de Manolete en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla, ceremonia que ofició el gran Manuel Jiménez Chicuelo, ante la mirada, entre barreras -aún no existía la figura del testigo-, de Rafael Vega Gitanillo de Triana, que completaba la terna. Los toros fueron de la ganadería de don Clemente Tassara, antes Parladé, y el ejemplar del doctorado se llamaba Comunista, aunque, por razones fáciles de entender, fue "rebautizado" para que saltara al albero como Mirador. La corrida se celebró el domingo 2 de julio de 1939, a las 6,30 de la tarde, y se anunció como de la Prensa. El toricantano estrenó un traje heliotropo y oro, y cortó las dos orejas del toro de la graduación, mientras que Chicuelo, que fue el gran triunfador del festejo, cortaría las dos y el rabo al cuarto, y Gitanillo de Triana, las dos del quinto.
La efeméride invita a reflexionar sobre aquél majestuoso torero, cuya huella, vista con  perspectiva histórica, permanece indeleble al paso del tiempo. De ningún otro espada se han escrito tantos libros biográficos, poéticos, críticos o ensayos, tratando de ahondar sobre su figura y el peso de su legado, que en el caso de Manolete, sigue proyectándose, cada tarde de corrida, en el claroscuro de todos los palenques donde suenan clarines y timbales. Es cierto que la muerte en la plaza mitifica al héroe, pero la obra del torero cordobés no está idealizada ni sobredimensionada, tampoco pertenece al mundo de lo onírico, sino que corresponde a una realidad histórica de tal hondura que adquiere rango de canon en la Tauromaquia. Manuel Rodríguez Manolete no solo fue el rey de los toreros de su tiempo, lo ha sido también de varias generaciones posteriores que, cautivadas por su empaque, personalidad y autenticidad, así lo aceptaron, al considerarlo el espejo donde debe mirarse todo el que se viste de luces.    
El toro de la ceremonia. De Comunista a Mirador  
El diestro que de niño jugó al toro en la plaza de La Lagunilla resulta definitivo en la evolución del toreo, donde su excelsa figura abrocha una cadena de oro que engarza la sabiduría plasmada por Guerrita en su Tauromaquia, la portentosa técnica revelada por Joselito, y la asombrosa quietud de Belmonte, todo aglutinado y pulido con el arte de Chicuelo. La puesta en valor de tan inmenso caudal de torería fue encarnada por Manolete, que por regularidad y valor consolida el toreo ligado en redondo, como modelo de faena que habrían de aceptar todos los coletas para expresar su acento artístico, ante la efervescente exigencia de un público intolerante con sistemas pretéritos. Manuel Rodríguez acorta las distancias, para obligar a los toros a embestir, liga los pases en series, otorgando sentido de unidad a la faena de muleta, y enseñorea el toreo, demostrando en el ruedo, con simpar elegancia, que a la escolástica norma “parar, templar y mandar”, le faltaban los verbos “aguantar y ligar”, para que pudiera cristalizar la técnica que sigue vigente en nuestros días. 
La alternativa en fotos. Desaparecida taberna de Paco Acedo
No han entendido a Manolete quienes se detienen en la expresión artística de su toreo -la verticalidad del cite de perfil con la muleta retrasada-, sin alcanzar a comprender la dimensión de su obra como puente que une dos siglos de Tauromaquia. El diestro de Córdoba, por bragueta y perseverancia, implanta definitivamente el toreo donde el espada no expulsa al toro hacia afuera, sino que lo deja venir por su terreno natural para obligarlo a volver, a ir hacia atrás y hacia adentro. De la expulsión a la reunión, del pase suelto, uno aquí y otro allí, a la ligazón en series, del verso suelto a las estrofas rimadas, para expresar la faena con aire de poema. Manuel Rodríguez no solo hizo el toreo, lo enseñó, para que su estructura fuera aceptada y adoptada por todos los toreros. Como en los cantares de Antonio  Machado, poeta de poetas: golpe a golpe, verso a verso... Manolete, torero de toreros, hizo camino al andar.

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