La Carpeta Taurina de Alfredo Asensi (II
Alfredo Asensi
De nuevo indagamos en esta carpeta donde el amigo Alfredo atesora tantos recuerdos taurinos. Pero, hoy, queremos más. Sabemos
que últimamente está enfrascado en escribir sus memorias; un trabajo que él posiblemente titule, según me comenta,
Memorias de un micrófono. Esto, promete. No en balde, Asensi, ha tocado en su tiempo de profesional de la radio todos los ‘palos’. O, sea: información local, deportes, toros, vida social y cultural de la ciudad, miles
de entrevistas, otros tantos programas variados, etc. En fin, como digo
la sustancia de una ciudad de la que él ha sido testigo a lo largo de sus más de cincuenta años de profesión, donde ha conocido a tantas personas y tantas
vivencias.
Hoy le hemos solicitado, a lo que accede un poco a regañadientes, que nos desvele algo de esas memorias, especialmente en
lo que se refiere a su actividad taurina en Córdoba.
- Vale, José Luis-, me dice-. Lo haré por ser vos quien sois. Te lo facilito en distintas entregas, o sea, esas partes que
ya considero terminadas. Van sin orden cronológico. Si tus lectores se aburren, ya me lo dices y cortamos. Un
abrazo.
Y aquí os dejo, en cursiva, la primera entrega que nos hace, y que titularía, con su permiso,
“Cómo conocí la plaza de los Tejares”. Y, al final, van algunas
fotos de su Carpeta taurina
José Luis Cuevas.
Haciendo el programa "Lugares de Encuentro" en la taberna Santa Marina. A la izquierda, Chiquilín , uno de los invitados.
Libro en un escaparate de la calle Alcalá mirando a las Ventas
Alfredo Asensi, Juan Miguel Moreno Calderón y Carlos Clementson.
Pagina en el diario Córdoba de su radio novela Maquito el torero de emoción
Entrevistando a Parrita la tarde de su alternativa ( 27 de mayo de 1976). Comprobando el sonido se ve ' el flequillo' de Rafael Moreno
José Luís Moreno y José Muñoz en su etapa de novilleros.
Y… Córdoba
(…) Ya estamos en 1966. Y mayo. Año y mes de la inauguración de Radio Popular, que tan emotivamente te he contado en el primer
guión “Inauguración de los estudios”.
Lo primero que recuerdo de mis iniciales paseos por Córdoba era la proliferación de carteles anunciando a El Hencho, aún novillero,
del que yo en ese momento tenía escasa información. Sí, de Zurito, Montilla, El Cordobés, El Puri, Sánchez Fuentes, Tortosa… Y algo que recuerdo muy bien es cuando accedí al mítico coso de Los Tejares, cerrado ya un año, y antes de que la piqueta… ya sabes.
Tan neófito y tierno, radiofónicamente hablando, estaba en aquellos días, cuando me fue encomendada la tarea de hacer una
especie de reportaje sobre un espectáculo que se daba en este lugar sobre Justas y Torneos Medievales “con la participación de 200 actores, 24 especialistas y 75 caballos”.
Y allá que me fui con mi magnetófono y mi desconocimiento del tema a la plaza de toros a la espera de poder entrevistar a
uno de estos actores. Así tuve la ocasión de conocer el viejo coso y dar rienda suelta a la imaginación. De Lagartijo –pensaba– a El Cordobés, pasando por los otros tres Califas, Guerrita, Machaquito y Manolete. ¡Cuánta historia se ha vivido aquí! ¿Y cómo
estaría la plaza aquel 21 de octubre de 1951 cuando, ¡ahí es nada!,
se celebró la conocida como “Corrida del Siglo”, en la que hicieron el paseíllo tras el rejoneador Duque de Pinohermoso, Gitanillo de Triana, Carlos Arruza, Agustín Parra
Parrita, José María Martorell, Julio Aparicio, Jorge Medina, Capetillo, Anselmo Liceaga y Rafael
Lagartijo? Nueve, fueron nueve, los protagonistas de la corrida pro -monumento a Manuel Rodríguez Sánchez Manolete, que yo supe a través de mis lecturas taurinas? ¿Desde qué barrera presenció Ernest Hemingway la actuación,
¡cómo no!, de Antonio Ordóñez, muy destacada en la prensa taurina de entonces?
En eso estaba, con la imaginación desbordada, cuando hicieron entrada por la puerta principal,
que daba a la entonces Avenida del Generalísimo, un tropel de caballistas que venía de hacer promoción del espectáculo por las calles de Córdoba. Pregunté por el responsable y me señalaron a Ricky, una especie de ‘Gran Capitán’, que sin bajarse del caballo
pareció entender mis torpes preguntas sobre el evento, y que fueron contestadas con unas no menos torpes explicaciones, ya
que el jinete, al parecer inglés, hablaba escasamente el español. Y yo, más que nada, pendiente del caballito, que no veas cómo hacía saltar, con su patear, la todavía escasa arena de la plaza. Como adivinarás, aquello fue un desastre.
Pero, bueno, así se hace uno en este oficio de la improvisación. Hasta que Matías Prats me dio un consejo, que conocerás cuando llegue el momento(…)
Alfredo Asensi
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