CONTRAMIRADAS
Randy López, músico: «No
pasa de moda lo que nunca estuvo de moda»
Randy López pertenece a una generación de rockeros incombustibles. Pocos pueden presumir de haber militado en dos de las bandas más emblemáticas del rock andaluz: Mezquita y Medina Azahara. Pero ahí sigue. Imparable a sus 69 años. El bajista cordobés es memoria viva de un movimiento cultural, inconformista y rebelde, que se resiste a morir. Son las doce de la mañana y al otro lado del teléfono no dejan de llover anécdotas y aventuras excitantes de un tiempo irrepetible.
-¿El rock andaluz ha muerto?
-Ni mucho menos. Hay grupos nuevos como Sherish, Anairt o Aisha, que están pegando fuerte y sacando discos. Y también los que seguimos más antiguos. Yo, por ejemplo, acabo de montar un grupo nuevo, Mozárabe, para hacer versiones del rock andaluz. Y Medina Azahara sigue. Hay una vuelta a los orígenes. Y el rock andaluz es muy respetado.
Randy López nació en Tánger en 1953. Su padre era tramoyista del Teatro Cervantes cuando la ciudad marroquí era un enclave cosmopolita que irradiaba luz y diversidad en todo el Mediterráneo. A los 6 años regresó a Córdoba. Su primer contacto con la música fue a través de la escolanía del Colegio Cervantes. Con 15 años conoció a José Rafael García con quien montó el dúo Libra y Tauro. Fue el embrión de lo que dos años después cobró vida bajo el nombre de Expresión. El rock progresivo había irrumpido en España como un ciclón. «Teníamos referentes maravillosos: Cream, LedZeppelin, Deep Purple, Pink Floyd. La música de los setenta es la que ha marcado el rock», afirma.
Y cuando estaban a punto de grabar su primer disco como Expresión, llegó el rock andaluz como una vendaval. Su productor, Mariscal Romero, levantó el teléfono y les sugirió que se subieran al carro, cambiaran el nombre de la banda y añadieran unos toques flamencos a su rock estridente. «Nosotros ya le dábamos un tinte arábigo a nuestra música», aclara Randy López. «Al principio, lo aceptamos un poco reticentes, pero luego vimos que fue un acierto». Había nacido Mezquita. Durante tres años, la banda recorrió media España bajo la bandera del rock andaluz, antes de que la movida diera un nuevo giro copernicano a la cultura musical y se llevara por delante los riff guitarreros, las melenas ingobernables y una forma de entender el mundo. De eso hace ya cuarenta años.
-¿Dónde hay más ADN de Randy López: en Mezquita o en Medina Azahara?
-Evidentemente en Mezquita. Nosotros nunca nos hemos separado. Aunque parezca mentira, solamente aparcamos el grupo. Somos una familia. Somos como hermanos. Estábamos muchas horas juntos. Vivíamos en el ensayo. Trabajábamos mucho. Empezábamos a las diez de la mañana, íbamos a comer a mediodía y seguíamos por la tarde todos los días. Yo he pasado con ellos más horas que con mi familia. Por eso hay más mío en Mezquita que en Medina Azahara, que también lo hay, porque compuse algunas de las canciones más famosas.
-¿Triana sigue de moda?
-Triana cada día está más de moda porque nunca estuvo de moda. Tú oyes a Pink Floyd o a Triana hoy día y te suena fresco. No pasa de moda lo que nunca estuvo de moda.
-Con Miguel Galán ha montado también una banda llamada Los Ex Medina. ¿Algún mensaje para alguien?
-No. Solamente que somos gente que estuvo en Medina Azahara, queremos tocar nuestros temas y hay gente que quiere oírlos. Nos juntamos para eso sin querer hacer la competencia ni muchísimos menos. Medina Azahara siguen tan felices haciendo giras, tocando y ganando mucho dinero. Nosotros somos un poquito más modestos. Tenemos un gran repertorio de temas que hemos compuesto nosotros.
-¿Quién es Randy López en el siglo XXI?
-Alguien que sabe mucho. He aprendido muchas cosas de la vida. De la política y de la música.
-¿Por ejemplo?
-Ahora me grabo mis propios discos en casa y voy con mi ordenador portátil al ensayo a grabarle guitarras a mis amigos para que completen el disco. Y he aprendido que la política no sirve para nada. Yo preferiría un consejo de ancianos y gente que gestionara sus órdenes. Hay que acabar con la política completamente. Son los que tienen arruinado al mundo.
-¿Qué queda de la generación del rock progresivo?
-Muchos músicos. Algunos están jubilados. Y toda esta gente a la que enseñamos una filosofía. Jimi Hendrix se subía al escenario y no había ensayado nada. Esa cultura de la improvisación se ha perdido casi completamente. Solo está en algunos grupos heavy y en los jóvenes que hacen rock progresivo.
-¿Los viejos rockeros andaluces nunca mueren?
-Espero que no. Yo pienso que antes de que me muera van a inventar algo para que nadie se muera.
-Su último disco se llama «Apocalipsis?» ¿De qué nos quiere avisar?
-De lo que está pasando en el mundo. De la economía, de las guerras, de la pandemia. Hice este disco en 2018 aunque salió en 2021. Las canciones miran al futuro. En el mundo están pasando cosas muy importantes que van a cambiar nuestras vidas.
«Hay una vuelta a los orígenes. La música de los años setenta es la que ha marcado el rock»
-¿Hacia dónde?
-Si hay una facción que gana, irá a peor. Pero si ganan los buenos iremos a mejor.
-¿Y quiénes son los buenos?
-¡Ah! Que cada uno lo vea. Yo no me puedo mojar en eso.
-Usted ha dicho: «Espero una revolución como la del 68». ¿Qué es lo que quiere derribar?
-El orden establecido. A eso que se llama democracia, que no es democracia. Y lo que algunos medios de comunicación están influyendo en la gente por medio del dinero. Me gustaría que volviera a pasar una revolución como la de mayo del 68 cuando los hippies acabaron con el sistema establecido, la guerra de Vietnam y una sociedad acomodada. Fue una generación revolucionaria que trajo muchos años de paz al mundo. La industria musical acabó con ellos. Se la comió y la acomodó. Llegaron los ochenta y se acabó el paraíso.
-¿Y qué le queda a usted de la filosofía hippy?
-Yo sigo siendo un viejo hippy. Por ejemplo, yo no tengo carné de conducir. Voy andando a todas partes. Y tengo el pelo largo, aunque eso realmente no es algo importante. En mi cerebro, la paz y el amor son muy importantes. Me gusta el amor libre, aunque no lo practico, porque estoy casado y con niños. Sigo conservando la cultura hippy.
-También ha dicho: «Nos encaminamos hacia la destrucción política de la cultura».
-Sí. Están acabando con la cultura a marchas forzadas. Coja una lista de éxitos de los setenta y una de ahora, donde solo hay reguetón y rap. En aquel tiempo, un número uno podía ser de Led Zeppelin, de Pink Floyd o de los Beatles. En la lectura y la pintura ha sido caótico. Han destruido los valores más importantes de la sociedad. No se da importancia a la calidad sino a lo que está de moda en el momento. Luego se usa y se tira. La cultura no es eso.
Tecnologías
-¿Usted tiene Spotify?
-Yo amo las tecnologías. Mi primer ordenador fue un Atari y ya hacía música hace treinta años. Hoy tengo cinco ordenadores, un estudio en casa y otro en el ensayo. Estoy al día de la informática musical y de internet, por supuesto.
-¿Tocar es vivir?
-Subirte al escenario es un chute de una droga muy poderosa que no te hace daño. Si tú mandas una señal al público y el público te la devuelve es como si te tomaras un par de cubatas de los buenos. Te pone a tono totalmente. Para mí, es importantísimo subirte a un escenario.
-¿Randy López morirá en el escenario?
-No creo ni que me vaya a morir.
-¿Qué epitafio le escribiría a Paco Rabadán [ex de Medina Azahara]?
-Amigo, descansa ya, y sigue haciendo tu música maravillosa.
-¿Qué se muere cuando se muere un músico como él?
-Se mueren un montón de recuerdos y que esos temas que componía tan bonitos ya nadie va a hacerlos.
-¿Qué le pide a 2023?
-Salud, música y paz para todo el mundo.
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