AÑO RONERO DE TORRES: EN EL 150 AÑOS DE SU NACIMIENTO
PRIMERA PARTE
30/05/2024 por MD.B.P.
Por Juan José García López
Licenciado en Filosofía y Letras
Presidente de la Asociación Cultural Pro Casa Museo Julio Romero de Torres
en Córdoba
Mayo en Córdoba
Hace unos días paseando por Córdoba, crisol de culturas, resplandeciendo con su gran pintor cordobés en este mes de mayo, Rafaé, Gertrudis, Catherine, Eustaquio y yo, nos encontramos en la Capilla de San Sebastián, actual Palacio de Congresos en la calle Torrijos, frente a la Mezquita-Catedral de Córdoba. Catherine, gran conocedora de los Sitios Culturales de la UNESCO, nos invitó a conocer este espacio, de los mejores conservados del antiguo Hospital de San Sebastián, sanatorio mayor de Córdoba entre los siglos XVI y XVIII. Las obras del hospital se emprendieron entre los años 1513-1516 por Hernán Ruiz I o el Viejo, autor local que se mueve entre el estilo gótico final e introduce los primeros atisbos del Renacimiento en la ciudad como iniciador de la saga de arquitectos más célebres de la ciudad. Este espacio diáfano se nos presenta como una iglesia de nave única con cubierta de bóveda de crucería estrellada ideal para recepción de congresos y usos culturales. Conserva aún la tribuna donde los enfermos seguían los oficios religiosos estando presidida por un retablo posterior barroco, procedente del desaparecido Hospital de S. Bartolomé. Entre todas las joyas artísticas, nos detenemos todos los allí reunidos, tanto que los viajeros turistas, al escuchar la disertación de Catherine sobre esta pintura «Purísima Concepción Inmaculada», se acercan para escuchar la historia de este cuadro pintado por Antonio del Castillo y Saavedra. Mi mirada palpitante y emocionada a cada suspiro al contemplar tan bella creación, y más al sentir los versos recitados por Gertrudis que anotó en un cuaderno el día del homenaje a Julio Romero de Torres en el cementerio de San Rafael, el pasado día 10 de noviembre, y dice así:
«Cuando levantan, en las plazuelas,
arcos de aljófar los surtidores
y abren los patios, tras sus cancelas,
rutas a ensueños, coplas y amores;
trémulos de ansia, tañen vihuelas,
los encelados trasnochadores,
en esas calles, con callejuelas,
donde hay ventanas llenas de flores.
Córdoba entonces viste de encanto
De una promesa que hizo con llanto;
y entre el perfume del pebetero
que enciende Mayo para su planta,
porque haya gloria Julio Romero
llorando reza, suspira y canta.»
De Francisco Arévalo García (1891- 1962). La promesa.
Manuscrito. S/F, gracias a José María por este recuerdo poético.
Antonio del Castillo, Purísima Concepción Inmaculada,
expuesta en el Palacio de Congresos Córdoba –
Antiguo Hospital de San Sebastián. Segunda mitad del siglo XVII, Colección
privada.
El Adiós a Julio Romero de Torres. Exposición
celebrada en el Museo de Bellas Artes de Córdoba en el mes de mayo 2024
Comenzamos este mes de junio con esta obra magnífica
del pintor cordobés Antonio del Castillo y Saavedra, representante del barroco
cordobés del siglo XVII, desde que sé de su existencia, siempre me acerco para
contemplarla cuando estoy en el centro histórico de Córdoba… sabiendo que para
nuestro Julio Romero de Torres y su familia, tuvo gran influencia tanto que en
1930:
“Julio Romero de Torres – cincelado ya su perfil de
medalla en la suprema serenidad de la muerte – duerme en el solar del pintor
Antonio del Castillo, su dilecto amigo del Museo Cordobés, que rigiera su padre
– pintor, como él,
Rafael Romero Barros -, y que hoy rige su hermano
Enrique, también pintor y fervoroso arqueólogo.” Estas frases aparecen en un
artículo publicado en el Heraldo año 1930, más adelante podremos leer
íntegramente.
Mayo florido de celebraciones entorno al fallecimiento
de nuestro malogrado pintor español Julio Romero de Torres. La Chiquita
Piconera viaja a Madrid, homenajes en Córdoba y Madrid, retransmisiones
radiofónicas sobre este evento anual, sobre la vida y obra del pintor cordobés
por Rtve y CanalSur, la prensa escrita y digital publicando la noticia,
documentales sobre su vida artística, presentación en prensa sobre las
Exposiciones a celebrar en otoño del presente año en Córdoba, apertura del
patio de la casa en el Festival de los Patios, Cartelería en nuestras fiestas
de mayo, en las cruces de mayo, y en la feria en sus casetas, todo dentro
de la magia del 150 Aniversario de su nacimiento el 09 noviembre de 1874.
En una tarde de sábado un poeta cordobés me dedicó
este poema, él se llama Antonio Rodríguez, dice así:
Mujer y Pecado.
Arterias mesiánicas de pasadizos laberínticos,
esquinas centinelas de figuras pétreas,
repintados balcones en rosa, blanco y rojo,
y a sus pies, … ese manto adoquinado de requiebros
indomables
que conduce cada noche al portón de los sustos.
Cuna y catre de lienzos paternos,
de bosquejos exuberantes y afónicos estremecimientos.
Piedras y hombres, …silencios y retratos.
Mujeres enlutadas por negros atuendos,
de subrepticias miradas que tranquean sin remedio,
las sonrisas quiméricas del gesto inacabado.
Calles… padre… mujeres…,
tupieron la sibarita pretina que atrapó su cuerpo,
trabando la cincha a la gesta secular de su entelequia
pía,
a la dirección de sus trazos, a su propio antojo,
a la arrinconada fantasía oculta,
… el símbolo ganó a la figura,
y ese hado inmortal, porque inmortales son los sueños,
trazó en deleite mezcolanza, la mujer… y el pecado.
El Adiós a Julio Romero de Torres. Exposición
celebrada en el Museo de Bellas Artes de Córdoba en el mes de mayo, 2024.
Cuando regresamos al taller – estudio donde los
lienzos se amontonan, los libros son columnas dóricas en equilibrio y las ideas
fluyen, seguimos investigando en la hemeroteca digital de la Biblioteca
Nacional de España, acceso libre por internet, encontrando interesantes
artículos periodísticos que se transcriben para vuestra lectura y conocimiento.
De Los Debates a El Heraldo de Madrid hasta la Vida Galante, con sabrosos
testimonios, obras inéditas y momentos históricos. Todo se intercala con
fotografías alusivas a lo plasmado. Para aquellas personas que la lectura es
necesaria, creemos que van a disfrutar mucho, y para personas que estén más en
la onda radiofónica, queremos destacar la gran labor del periodista y escritor
Alfredo Asensi Díaz, que amablemente nos ha atendido, y nos dice:
“El recuerdo-homenaje a Julio Romero de Torres en su
150 aniversario será variado a lo largo de 2024. Con este motivo, voy a
publicar en mi facebook los 55 programas (radionovela) que escribí para Radio
Córdoba (SER) y que fueron emitidos entre marzo/mayo de 2003. Participaron un
total de 225 voces. Un hito único en la radiodifusión cordobesa, por no decir
nacional. “
En próximos meses mostraremos estos programas
“RadioNovela” junto con más proyectos culturales en homenaje a Julio Romero de
Torres, su época histórica y su familia. Ahora si presentamos:
Prensa de la Época.
Los Debates (Madrid.
1897). 1/8/1898.
Ha fallecido en Córdoba el laureado y joven pintor D.
Rafael Romero de Torres, que ha dejado numerosas obras pictóricas, muchas de ellas
premiadas en exposiciones y concursos.
El Heraldo de Madrid, Jueves 24 de
julio de 1930.
Rafael Romero de Torres, hijo del célebre pintor,
levanta estos días el estudio de su padre.
Las obras que dejó el maestro no se venden, y a la
desaparición del último descendiente quedarán de propiedad del Museo de
Córdoba.
El Estudio del Maestro
La estampa del estudio de Romero de Torres, idéntica a
cuando él la animaba, está muerta. Sin el calor del artista todo allí resulta
apagado. No brillan en la vitrina con el fulgor de otras tardes los caireles de
los trajes de torero de Lagartijo. La guitarra, rotas de pena las cuerdas, sin
savia flamenca en las venas, no volverá a comentar el cuadro del «Cante hondo».
«Pacheco», el galgo favorito, negro, lustroso y fino con nombre de bandido
cordobés, pasea triste por el estudio su elegante
indolencia racial. La mano sabia que pulsó la guitarra, que acarició la carne
trigueña de las modelos al rectificar una «no sé», no volverá a palmotear
jubilosa sobre el torso de Pacheco para devolverle una zalema. Y el can,
auténticamente triste, con siniestro pesar de perro, tambalea su tristeza sobre
el encerado brillante del estudio, donde rebota su silueta alargada.
Faltan las modelos, musas palpitantes del maestro, que
en las jornadas invernales alguna vez nos hicieron el honor de un alto en la
jornada, para en torno al brasero, presididos por la cordialidad señorial de
Julio, beber unas cañas de manzanilla olorosa con aire de tio hospitalario.
¡ No sé por donde empezar !
Rafael Romero de Torres tiene de su padre la cortesía
exquisita y la cordialidad desbordante que prende al interlocutor en las redes
de una amistad estrecha. La pena honda del hijo, entre las paredes de este
estudio que viene a levantar, angustia por lo desbordante. Habla el mozo con
voz que a veces se ahoga en lágrimas:
– Sí, sí; hay que levantar el estudio. La idea de que
esto quedara así, como museo de mi padre, era bonita, pero irrealizable.
Nosotros vivimos en Córdoba, allí al lado del museo; mi madre quiere tutelar
estas obras, y allí estarán.
– ¿No venden ustedes nada?
– En absoluto. He recibido tentadoras proposiciones de
Europa y de América, y todas las hemos rechazado. Aquí hay muy poca labor; la
mayoría, que estaba en Sevilla, se ha llevado ya a casa. Esto irá también.
– Córdoba quiso comprar…
– Efectivamente. Mis paisanos idólatras de mi padre y
generosos hasta el despilfarro, pensaron en que la ciudad comprara todas sus obras; pero nosotros no hemos querido permitir
el dispendio. Las obras de mi padre serán de Córdoba sin desembolso para la
ciudad.
– ¿Cómo?
– Desde el mes que viene ya estarán en el Museo de
allí expuestas al público, bajo nuestro cuidado, y al fallecimiento del último
descendiente de mi padre quedará ese legado en beneficio del patrimonio
artístico cordobés.
– ¿Cuándo calcula usted que terminará el
desmantelamiento?
– Dentro de unos diez días.
Pasea nerviosamente por el estudio, recorre con la
vista los lienzos colgados, y luego deja caer los brazos desalentado y exclama:
¡ No sé por donde empezar !
Un cuadro madrileñista inédito
Admiramos una vez más la obra del maestro. El cuadro
publicado profusamente cuando murió, y en el que había trabajado un par de
sesiones, y una cabeza de mujer en la que sólo pintó una sesión.
Luego Rafael Romero de Torres me enseña un cuadro de
su padre, lo más madrileñista que salió de aquella paleta de privilegio, y que,
como no lo expuso en Sevilla, lo conocen tan sólo contados amigos. Se titula
«Nocturno». En el lienzo se representa una calle de Madrid, afluyente de la
Plaza Mayor, en la que siete busconas de la peor estofa acechan al paso de los hombres…
En los rostros de las busconas el pintor brujo plasmó soberbiamente los
distintos estados de ánimo que informas sus vidas trágicas. Esperanzadas unas,
hastiadas otras, viciosa aquélla y vencida, rota por el cansancio y la
desesperación la del fondo, que duerme sentada en la acera…
La Generosidad del Pintor
Habla el hijo incansable de la bondad de su padre
muerto. Al socaire de la charla prolongada surge esta anécdota.
«Un día se presentó al pintor en el estudio un
bohemio, roto, deshecho, que llevaba por toda ropa interior un pedazo de toalla
que le cubría el pecho, y enfundaba su desmedrada humanidad en un gabán raído.
El desconocido dijo así:
– Soy escritor. Ya ve usted cómo estoy de
vencido. Mi porte astroso me inutiliza…
Romero de Torres hizo ademán de ir a sacar dinero, y
el bohemio le atajó:
– No quiero dinero. Usted no es rico, y sus diez duros
nada me resolverán. Pero usted puede salvarme. Conozco a un señor rico que
quier una obra de usted. Hágame un retrato mío, que yo venderé a ese señor. ¡
Le pido el socorro de unas horas de trabajo !
Romero de Torres, por toda contestación, dijo al
bohemio:
– Siéntese.
Y en el acto estuvo trabajando sin descanso hasta que
en la sesión terminó el cuadro, que, fresco y todo, se llevó el solicitante. A
la media hora le pignoraba en mil quinientas pesetas.
Meses más tarde Vidal y Planas, que era el bohemio,
estrenaba «Santa Isabel de ceres», y su primer cuidado era rescatar el retrato
que tan generosamente le hiciera Julio Romero de Torres.
Así era el soberbio artista y gran señor cuyo estudio
desaparece estos días de Madrid.
Firmado por Gerardo Ribas.
Nocturno. 1930. Óleo y temple sobre lienzo. 140 x 168
cm. Museo Julio Romero de Torres, Córdoba, (España).
Antes de transcribir la siguiente referencia, este mes
hemos accedido al patio de la casa familiar gracias a la Diputación de Córdoba,
que desde 2014 está realizando una inversión anual en mantenimiento y
rehabilitación de estas zonas de la casa familiar. Desde aquí solicitamos la
apertura del patio-jardín desde septiembre de este año hasta finales de año
2024 en merecido homenaje al nacimiento de nuestro pintor.
Ya si nos acercamos a esta penúltima referencia:
En la revista semanal ilustrada «La Vida Galante«,
26 de febrero de 1899. Sección «Germinal», pp. 207.
Esta sección que nuestro querido compañero Zamacois
inauguró con el retrato de Arturo Reyes, y que bien a pesar nuestro tuvimos que
suspender durante varios números, ahora la continuamos con el retrato del
simpático pintor cordobés, Julio Romero de Torres.
A Romero le conocimos en Madrid hace algunos años. Es
alto, delgado, moreno como un árabe, con la mirada inquieta y ardiente, el
carácter expansivo y la conversación fácil, ligera, irresistible, de los
naturales del mediodía. Pensando en él me he acordado muchas veces de aquel
Lafontaine de que habla Daudet en uno de sus libros.
Romero de Torres tiene un alma de artista, llena de
colores y de melodías; lo que una vez se pinta en la cámara obscura de su
cerebro ya no se borra, y a esta relevante aptitud de su temperamento obedece
al riquísimo colorido de sus lienzos, que como los de Gonzalo Bilbao, chorrean
luz, alegría, juventud…
El cuadro que, a nuestro juicio, consagró a Julio
Romero como artista de buenísima cepa, es ¡Mira qué bonita era!… Adquirido por
el Estado y que obtuvo premio en la Exposición de 1891. Es una obra genial, un
verdadero alarde de poesía dulce y melancólica.
Romero de Torres, como la mayor parte de nuestros
artistas, es muy perezoso, y en vez de luchar por la gloria que tantas sonrisas
le ha dispensado, vive en Córdoba tranquilo, tal vez sin afanes, malogrando una
juventud hermosa que no vuelve.
– ¿Por qué no trabajas continuamente? – le hemos
dicho. – ¡Oh, sí!… Hago cuanto puedo. – En España la vida de los artistas es
muy ingrata, y al público casi le cautiva más la cantidad que la calidad
de las obras… Fijate en lo que a los escritores les sucede. Aquel que no sea
capaz de escribir, por lo menos, un artículo diario, es hombre muerto.
– Ya lo sé… ya lo sé… Desde el lunes de la semana
próxima pienso cambiar de vida…
Esto nos lo decía en el café, reclinado en el diván y
con la cabeza caída hacia atrás, en una actitud de pereza infinita.
A Julio Romero solo le falta un poquito de actividad,
muy poca; porque de tener mucha… ya no sería Romero de Torres.
Ahora está preparando para la Exposición que ha de
celebrarse en Madrid, un cuadro en el cual ha puesto muchas y muy legítimas
esperanzas.
Por este esfuerzo enviamos a Julio Romero nuestro
pláceme más entusiasta y más cordial: si con este nuevo cuadro no logra obtener
un triunfo franco y decisivo, no importa, que no desmaye…
Romero de Torres es de los artistas que triunfan.
Firmado por R.
JOSE LUIS CUEVAS
Montaje y Editor
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