lunes, 19 de mayo de 2025

                               

EL EJEMPLO DE CURRO ROMERO



El comportamiento, hábitos de vida, actitudes o modales de las figuras del torero, además de su técnica y arte, resultan fundamentales para la formación de los alumnos de las Escuelas Taurinas. No en vano son el 'espejo' donde intentan reflejarse estos adolescentes y jóvenes, desde que descubren su vocación, la más bonita y difícil del mundo. Por ello, es fundamental que los toreros consagrados lleven una vida ejemplarizante, y no sólo en el ámbito profesional, sino también en todas sus apariciones en público.

Dedicarse al toro es un sacerdocio que requiere una entrega completa a unos valores, propósitos y ritos, aunque no exista una sotana que diferencie a un diestro entre el resto de la población, pero sí que deben distinguirse por sus modos y maneras. Un torero lo es desde que abre los ojos cada día hasta que los cierra para descansar, y mientras duerme también. 

La Tauromaquia tiene unos principios y valores que deben respetarse siempre. El primero de ellos es que el principal protagonista de este rito milenario es el toro, por lo que el excesivo protagonismo de los diestros sobra y perjudica a todos los taurinos, pero en especial a los aspirantes a matadores. La sencillez, la humildad, la disciplina o el respeto son inherentes a esta profesión, que de lo contrario no se entiendería como tal.



Por ejemplo, las figuras del toreo que convierten sus vueltas o revueltas a los ruedos en un montaje o un show, con el interés que sea, qué más da, les hacen un flaco favor a la formación de los alumnos de las Escuelas Taurinas, porque en estas decisiones priman siempre los intereses particulares sobre los generales de la Tauromaquia, a la que todos debemos servir y no servirnos de ella.

El buen ejemplo para los aprendices de toreros es el del diestro que se marcha sin hacer ruido y para no volver, porque el toreo es algo más que serio y respetable. No puede ser un capricho o un juguete de quita y pon, que se abandona o recupera cuando a cada uno le interesa, para llenarse de nuevo los bolsillos o para lo que sea, qué más da también. 

Curro Romero volvió a dar otra gran lección más de torería cuando se cortó la coleta sin avisar a nadie, en una plaza de toros modesta, pero con la tradición e historia del coso de carros de La Algaba (Sevilla). Y lo hizo como manda la Tauromaquia, en silencio y para no reaparecer jamás, aunque no dejará de ser torero nunca. 



Otra acción ejemplarizante para los novilleros y becerristas del que llaman 'Faraón de Camas', aunque él seguro que le gusta más que le reconozcan como el niño que salió de su pueblo para cumplir sus sueños, cargado de ilusiones y de la honradez, ética y dignidad taurina que ha demostrado siempre durante su larga trayectoria en los ruedos, y que también muestra tras su callada retirada.

Ahora que la carga de los años le empiezan a pesar demasiado, él sigue luchando por seguir entre nosotros, con la elegancia de sus sublimes verónicas o el temple de sus eternos naturales, que paraban el tiempo, como nos gustaría a todos que pasara también para contar siempre con el diestro de 'La Pañoleta'. 

Por todo ello, y por lo mucho que nos ha hecho disfrutar a los aficionados taurinos, el hijo de Francico y Andrea es un torero de época, pero sobre todo un auténtico señor de la Tauromaquia y de la Humanidad. Que tu vida sea aún más larga y feliz todavía, Curro, como lo ha sido y será siempre tu torería. 

¡¡¡Va por ti, maestro!!! 

Por Antonio Cepedello

José Luis Cuevas
Maquetador y Editor

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