Pintura y escultura: La búsqueda de un lenguaje propio, el esfuerzo y la vocación en el arte
Encuentros culturales
José Manuel Belmonte y Clara Gómez Campos hablan sobre sus trayectorias, la frustración, la ilusión y la enseñanza en un diálogo organizado por 'El Día de Córdoba'
Córdoba/El arte se respira en Córdoba. Se siente en cada rincón. Córdoba es madre de grandes pintores, escultores, dibujantes... Creadores que han dejado su impronta en una ciudad cargada de talento y que su vez sirve de inspiración.
José Manuel Belmonte y Clara Gómez Campos son dos artistas contemporáneos cordobeses de generaciones diferentes, de disciplinas distintas y cuyas carreras viven momentos muy dispares. Sin embargo, comparten su vocación por el arte y su visión de que sin esfuerzo y sacrificio es imposible hacerse un hueco en este mundo.
ELDIADECÓRDOBA
El escultor y la pintora hablan sobre sus trayectorias, sus retos, la frustración, su forma de ver el arte y sus próximos proyectos en el cuarto encuentro cultural organizado por El Día de Córdoba con motivo de su 25 aniversario.
El origen de la vocación
Como es lógico, por edad, la trayectoria de Clara Gómez Campos es más corta que la de Belmonte. Estudió Bellas Artes, la especialidad de pintura, en Sevilla porque "siempre se habla mucho de la tradición clásica de Sevilla" y ella tenía "mucho afán por aprender a dibujar bien". A lo largo de la carrera tuvo "la suerte de poder hacer esculturas, grabados, incluso algunas asignaturas de restauración" que cree que han "aportado mucho" a su obra.
"Desde antes de empezar la carrera, siempre tuve claro que quería ser artista", confiesa. De hecho, en el colegio le encargaban a ella que hiciera dibujos para los fines de curso y las fiestas porque se le daba muy bien. En Secundaria tuvo una profesora, que es restauradora actualmente, que estaba muy involucrada en el mundo del arte. "No es normal que te hablen de que existe esa opción desde tan jóvenes y yo desde ese momento, a lo mejor un poco kamikaze, siempre lo tuve claro", apunta.
Y tuvo "la suerte" de que sus padres la apoyaron, "que no es una cosa que siempre pase". Ahora que es profesora en la Escuela de Arte Mateo Inurria ve que "muchas veces las familias" no ven las salidas profesionales que tiene el arte, pero "ser artista es algo multidisciplinar" porque te pueden pedir "que apliques tu creatividad a un cartel, a un diseño de cualquier imagen corporativa, ilustración, pintura, el muralismo... Es muy versátil" y va "más allá de hacer una exposición".
Ella empezó a pintar en 2008 y, desde entonces, no ha parado. Pinta con témpera sobre papel y desde hace cuatro años está más centrada en el muralismo. En la actualidad, tiene una exposición itinerante por la provincia con la Fundación Botí con el título Los habitantes de la salsa barbacoa.
José Manuel Belmonte, por su parte, reconoce que de pequeño "era un fracaso escolar", pero era "un manitas" que se construía sus propios juguetes. Cuando fue más mayor, empezó a estudiar una Formación Profesional con vistas a trabajar en el negocio de su padre, un establecimiento de fontanería. El destino quiso que finalmente acabara en la Escuela de Artes y Oficios, donde descubrió su vocación.
La obra pública es lo que te da el dinero que te puede servir para hacer tu obra personal", dice Belmonte
Estuvo cinco años haciendo la especialidad de Vaciado y Modelado y después dos años estudiando talla en madera porque su "inquietud era saber todas las técnicas para no estar limitado a la hora de crear, porque cada obra te pide un material distinto". Fue el "expediente académico más brillante" desde que se fundó la escuela.
Estuvo becado en Italia, donde aprendió a trabajar el mármol, luego viajó a Singapur para trabajar como restaurador de un templo y, cuando regresó a Córdoba, comenzó a hacer obra pública como el Monumento a la belleza de la mujer cordobesa, las estatuas en homenaje a los Patios de Córdoba o la del Obispo Infante Florido. "Intento hacer siempre una obra que pueda ser entendida en todos los sitios y para todos los públicos", señala.
"La obra pública es lo que te da la parte económica, o las clases en el caso de los pintores; es decir, ese dinero te puede servir para hacer tu obra personal, para alimentar, no el bolsillo, sino el arte", apunta Belmonte, que confiesa que se ha desarrollado a nivel personal a través del arte: "El arte me ha hecho mucho más tolerante, más permisivo y más libre".
En la actualidad, expone obras en la muestra colectiva Realism Now en el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) de Barcelona, tiene una individual en la galería Xerión de La Coruña, otra en la galería Espacio 75 de Madrid, va a comenzar a trabajar con una galería de Mykonos (Grecia) y está preparando la exposición que inaugurará el 2 de octubre en Casa de Vacas en Madrid.
Un lenguaje propio
Belmonte asegura que se siente "totalmente contemporáneo". Parece que "arte contemporáneo se refiere a modernidad o a excentricidad, pero contemporáneos somos todos, cada uno con su lenguaje". Lo que sí tiene que ser "contemporáneo es el mensaje" porque ahora "está todo el mundo empeñado en utilizar materiales nuevos, que si la escultura para ordenador, que si la inteligencia artificial... pero la base siempre ha sido el dibujo y el volumen en mi caso".
En este sentido, agrega que le resulta "penoso que haya chavales que terminan la carrera de Bellas Artes o de Artes y Oficios y salen sin saber dibujar" y tienen que "volver, como antiguamente, a los talleres de los maestros para aprender porque en realidad en las escuelas se enseña lo básico". Por ejemplo, "lo que yo di de modelado en cinco años ahora se da en tres meses", asevera. "Cuando llevaba 15 años, pensé que estaba formado como para dedicarme a este mundo, empecé a sentirme artista", reconoce.
Por su parte, Clara Gómez Campos empezó a sentirse artista unos siete años después de empezar a pintar, cuando encontró un lenguaje propio y "puedes seguir hablando a través de él". "Es muy difícil, hay que ser muy autocrítica porque no te puedes conformar con cualquier cosa", indica. También es importante "que pase el tiempo, que pruebes distintas técnicas, que sigas aprendiendo a dibujar y el esfuerzo: hay que ser muy exigente y persistir mucho".
Hay que ser muy autocrítica porque no te puedes conformar con cualquier cosa", señala Clara Gómez Campos
Gómez Campos está a favor de las técnicas digitales, de hecho, ella dibuja mucho por ordenador y en digital porque "facilita mucho los procesos, pero lo uso más bien como un proceso", pero no cree que se vaya a perder "lo artesanal y lo analógico porque cada vez tiene más valor". "La inteligencia artificial y el modelado en 3D puedes usarlo como un recurso, pero no podemos estar con alumnos que no sepan, por ejemplo, pintar con temple al huevo", aclara.
¿El artista nace o se hace?
El artista "tiene o no tiene condiciones, y el que tiene condiciones tiene una ventaja sobre el resto y le resulta todo más fácil, pero hay gente que, simplemente persistiendo y trabajando, consigue sacar cosas interesantes", asegura el escultor. "Eso lo hemos visto con compañeros", apunta la pintora. Pero también "hay gente absolutamente negada", aclara Belmonte.
"Las técnicas y los materiales son muy importantes, y el oficio te viene después", incide. Porque "si no sabes esas técnicas, te limitas y no puedes crear con absoluta libertad". Al respecto, la pintora coincide en que "si no tienes todo ese abanico para elegir, no vas a saber qué es lo más adecuado para cada obra".
En el caso de Gómez Campos, ha vivido las dos caras de la enseñanza, como alumna y ahora como docente. Cuando eres alumna, "cuesta mucho entender que hay que repetir y borrar". Ella, incluso tuvo un profesor en la carrera "que decía: pintor que no borra, a la porra". Al respecto, Belmonte agrega que él ha hecho esculturas y las ha tirado, "y no pasa nada".
"Cuando eres alumna es sacrificado, no lo entiendes bien porque es muy duro", puntualiza la pintora, y, "a lo mejor haces una pintura y te parece que está ya suficientemente bien, que es lo mejor que puedes hacer, pero no puedes ponerte frenos a tu misma". "No puedes conformarte, porque si no, no evolucionas", apostilla.
Desde el lado de la docencia, ella intenta "no ser exigente, pero a la vez también tienes que tener mucha mano izquierda porque puedes frustrar" a los alumnos. En este sentido, indica que "siempre perdemos parte del alumnado que se matricula en los ciclos porque no era su lugar, porque se ve como una formación fácil, entre comillas, y luego descubren que es muy exigente, que tienes que trabajar muchas horas".
Ella, que también ha sido alumna, intenta motivarles contándoles sobre sus murales y sus exposiciones. Sobre ello, Belmonte apunta que "el artista no puede perder la ilusión", confesando que él la ha "perdido tres veces por distintos motivos".
La incertidumbre al acabar los estudios
Al acabar los estudios, se abre ante los artistas un mundo lleno de incertidumbre: los encargos que no llegan, las obras que vienen devueltas de los concursos, la insatisfacción, el desconcierto...
En el caso de Belmonte, compaginó trabajos como fontanero o celador para pagarse la carrera. Una vez que terminó, como no recibía encargos, preparó -invirtiendo su propio dinero- una exposición de personajes ilustres de Córdoba para que "la gente empezase a conocerlo".
Gracias a uno de esos retratos, el del obispo Infante Florido, recibió una beca de Cajasur para irse a Italia porque su ilusión era "aprender a tallar el mármol". Así empezó una trayectoria que lo ha convertido uno de los mejores escultores figurativos de España, llevando sus obras desde Córdoba a Madrid, Barcelona, Grecia, Bélgica, Italia, Japón o Singapur.
"Yo me he tirado media vida intentando demostrar a la gente que era bueno, que valía, que iba a llegar. Ya no, actualmente no tengo nada que demostrar a nadie, ni a mí mismo, pero eso es una mochila que te echas a la espalda, aunque también te hace crecer", confiesa el escultor.
En el caso de Clara Gómez Campos, ha tenido que "mandar millones de cuadros a los certámenes para que los vieran y vinieran de vuelta", hasta que llega un momento en el que "te empiezan a llamar".
Pero eso, "la ilusión es importantísima y no se puede perder nunca; porque es el motor", insiste Belmonte. La pintora lo llama "esperanza": "Me levanto por la mañana pensando en lo siguiente que voy a hacer".
Arte para despertar emociones
El escultor quiere "despertar sentimientos, sensaciones y emociones en el espectador" a través de su obra. Para él, su mejor serie es El recreo de los ausentes, donde habla del alzhéimer. En esa línea, reconoce que le preocupan mucho los temas sociales como "el cáncer de mama, las enfermedades mentales o los malos tratos". Son "temas totalmente contemporáneos" que "conectan muy bien con el público" y hacen que "no se quede indiferente".
Todo ello "buscando simplemente la armonía, la composición o la belleza". Para él, el arte "no es representar las cosas bellas, sino bellamente las cosas".
Por su parte, la pintora aboga por el color en su obra no museística y por la témpera. Le gusta que sean "colores muy brillantes, muy saturados, y eso contrasta un poco con la temática", que intenta que sea "muy paradisíaca". En sus cuadros hay tres elementos que nunca faltan: mujeres, la alusión a la comida como objeto de consumo y referencias a la publicidad.
Esto último viene porque estuvo trabajando en una agencia como diseñadora gráfica. De ahí que en su obra juegue a apropiarse de logos como el de Coca-Cola, transformándolo en Clara-Cola, o el de las galletas María. Con ello quiere hacer una "crítica a la sociedad de consumo".
Hace cinco años que Clara empezó a hacer murales. El primero lo hizo con parte del colectivo Algazara, al que pertenece, reinterpretando una obra de Romero de Torres. Luego, hizo cuatro murales en su pueblo, Villaviciosa de Córdoba, y de ahí la llamaron para hacerle encargos en otros municipios de la provincia y también ha trabajado en Valencia. Como curiosidad, los murales los aborda como pintora, usando pinceles.
La situación del arte en Córdoba
Con respecto a la situación del arte en Córdoba, ambos coinciden en que hacen falta espacios expositivo "de calidad" y apoyo institucional, sobre todo a los más jóvenes porque "los inicios son los peores y los chavales "no saben adónde dirigirse", apunta Belmonte.
Por otro lado, asevera que "se tienen que acabar los sectarismos en el arte" porque "si estuviéramos todos juntos seguramente haríamos piña y conseguiríamos más de las instituciones, nos tomarían más en cuenta" para que hubiera "un entramado cultural en condiciones".
Hay una generación perdida de chavales que se tienen que ir fuera de Córdoba porque no hay alternativa", asevera Belmonte
El artista cree que "hay una especie de generación perdida de chavales que se tienen que ir fuera de Córdoba porque no hay alternativa". En Málaga, por ejemplo, "están los contenedores culturales" y, sin embargo, "el potencial artístico lo tenemos aquí".
Por su parte, Gómez Campos apunta que "en Córdoba se trabaja mucho por hacer el check". Por ejemplo, ahora hemos vivido el año de Julio Romero y no se ha trabajado desde Cultura para que "se queden productos culturales o se desarrollen productos culturales de la gente que ahora está creando en torno a eso". Con la conmemoración de Rafael de la Hoz "pasa exactamente lo mismo".
En su opinión, habría que dar la oportunidad a los jóvenes "de hacer exposiciones, hacer murales o incluso abrir un banco de proyectos para que presenten ellos sus ideas", agrega la pintora.
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