miércoles, 18 de diciembre de 2019

CUATRO DOMICILIOS Y UN MAUSOLEO 

Manolete tuvo en su corta trayectoria vital pero intensísima, la experiencia de habitar en cuatro domicilios: Conde de Torres Cabrera nº 2-A, Benito Pérez Galdós nº 8, plaza de la Lagunilla nº 49 y avenida de Cervantes nº 10. 


                                            CONDE DE TORRES CABRERA Nº 2-A 

Su primer domicilio familiar fue el de Conde de Torres Cabrera nº 2-A, lugar donde nació el 4 de julio de 1917, según consta en la partida de nacimiento:
…” dicho niño nació en la casa nº 2 de la calle Torres Cabrera el día 4 del actual, a la una hora y 30 minutos”. Que es hijo legítimo de Manuel Rodríguez Sánchez, natural de Córdoba y de 34 años de edad, de estado casado. Su ejercicio: matador de toros. Y de Angustias Sánchez Martínez natural de Albacete”…
En la mencionada calle Conde de Torres Cabrera, vivió hasta cerca de cumplir los cinco años.

                                               BENITO PÉREZ GALDÓS Nº 8 

En esta segunda dirección, según me confirmó su sobrino Rafael Soria Molina Lagartijo -un par de meses antes de fallecer-, estuvo un periodo relativamente corto, entre dos y tres años. Fue una casa de dos plantas, ubicada en la calle Benito Pérez Galdós nº 8. Cuenta Federico Soria Casanova (casado con la hermana mayor de Manolete, Dolores Molina Sánchez), que cuando se puso en relaciones con ella, Manolo tenía cinco años y efectivamente vivía en la citada vía. Otro dato, que avala esta información, es que cuando falleció su padre (4-marzo-1923), en el documento oficial del Registro Civil consta este domicilio.
Poco después del triste desenlace, el joven Manolín inicia sus estudios de educación primaria en el colegio de los Padres Salesianos. Allí fue educado desde los seis años hasta rondando los doce, a partir de los cuales su afición por todo lo que rodea a la fiesta de los toros, fue inequívocamente manifiesta. Su arraigo y pronunciamiento definitivo, por intentar al menos, llegar a figura del toreo se convierte en una meta a cumplir. Los genes y su entorno favorecen el acercamiento implacable hacia ese objetivo. 


                                                                LAGUNILLA Nº 49 

Con siete años se traslada la familia al domicilio que realmente determinó la carrera taurina del joven Manolo. Concretamente al número 49 de la plaza de la Lagunilla. En esta casa, también de dos plantas, vivía en la zona baja doña Angustias y sus hijos y en la parte alta Dolores, la hermana mayor de Manolete, y Federico Soria, también con sus cuatro retoños, entre ellos nuestro querido amigo Lagartijo.
Las vivencias en la plaza de la Lagunilla fueron cruciales y fundamentales, en la trayectoria taurina del joven Manuel. Sin ir más lejos, solía escaparse con sus primos y
otros aficionados a cuantas capeas, más o menos cercanas, le llamaban o le chivaban. La vuelta solía ser el testigo fatal, que alimentaba la reprimenda de su progenitora. Si bien es cierto, que sus primos, entre los que se encontraban Palitos, Toto y Fernandi, intercedían ante doña Angustias, para que la llamada de atención, fuera de lo más suave.
En esta casa se entrenó, y desde esta casa salió rumbo a la gloria, convirtiéndose en un torero excepcional.
Una curiosidad: el número de la citada casa de la Lagunilla fue el 49, sin embargo en la hoja de reclutamiento figura el 45. Paco Laguna –conocido biógrafo de Manolete, que cuenta además con el más completo museo dedicado al cuarto califa, nos confirma que según sus datos, es efectivamente el número 49.
Coincide también el fotógrafo cordobés Ricardo, en el pie de foto de la instantánea, en la que se ve el busto de Manolete, y al fondo, la casa del mismo.
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                                                        CERVANTES Nº 10 

Conseguida la gloria, la fama y la fortuna, Manolete compró en 1942 el chalé de la avenida Cervantes. Lugar sosegado, cuyas principales virtudes: la tranquilidad y el silencio, se interrumpieron bruscamente, por la inesperada tragedia de Linares.
Esta vivienda de la avenida Cervantes, tiene una interesante historia, pues fue construida en 1890 por el ingeniero militar Juan Tejón y Marín, por encargo de José Ortega Munilla, director del diario La Lealtad y padre del filósofo José Ortega y Gasset. Por cierto que el futuro filósofo, fue alumno en Córdoba de una escuela situada en la calle Obispo Fitero. El pequeño Ortega, disfrutó en la fase inolvidable de la niñez, jugando alrededor del chalé, cuando todavía los niños, podían disfrutar de los viejos entretenimientos infantiles, sin apenas correr peligro y sin alejarse demasiado de sus casas.
En 1910 la familia Cruz Conde compró el chalé y una buena parte de los terrenos colindantes. Casi tres décadas después –como anteriormente indicamos - Manolete se hizo con el mencionado palacete, encargando importantes reformas al arquitecto Sáenz de Santamaría. Terminadas las cuales, lo amueblaron convenientemente aunando personalidad, comodidad y empaque. Finalizadas las obras, la familia rebosando felicidad, se trasladó al chalé dispuesta a disfrutarlo, sobre todo doña Angustias que era para quien, realmente, Manolete había adquirido el inmueble. 


                                                       SU ÚLTIMA MORADA
El día 30 de agosto de 1947, y previos los funerales en la iglesia parroquial de San Nicolás, sin la presencia del féretro, arrancó la comitiva fúnebre desde el chalé para partir el corazón de Córdoba. Una tarde, ciertamente desapacible, que empezó con ligera llovizna y culminó con una fuerte lluvia. Y así, llorando el cielo, llorando el alma, el estruendo de la tristeza, y más de cien coronas, acompañaron en su último paseo a Manolete. Ocupada la avenida por aficionados, amigos y periodistas, con una marcha lenta y triste, llegó el cortejo a la esquina de Ronda de los Tejares, y allí giró con la mirada puesta en el coso que tantas veces le acogió como torero, despidiéndose de él, inerte, despedazado por Isleño… Siguió hacia el Campo de la Merced besó las viejas piedras de la Malmuerta. Tras un reguero de flores, aplausos y lágrimas, Manolete llegó a la Lagunilla, donde germinó su inconmensurable afición taurina. Y en llegando, el cielo volvió a llorar, esta vez con más fuerza. Tanto arreció, que el féretro se tuvo que acomodar en el coche fúnebre tirado por cuatro caballos enjaezados de negro, como la ceremonia. Yo diría más, esa tarde los corceles se adornaban con un terno negro y
triste… Prosiguió la luctuosa procesión, acompañada en todo momento, por una ingente cantidad de cordobeses, asomados a la fatalidad de un obligado adiós. La comitiva se dirigía parsimoniosamente con un rumbo claro e inexorable, caminaba hacia el domicilio donde vivía la muerte. Eran las nueve de la noche, tan solemne el momento, como antes lo fuera el de las cinco de la tarde, o el de las cinco de la madrugada... Manolete entró en el cementerio de Nuestra Señora de la Salud por la puerta grande, y fue depositado provisionalmente en el panteón de sus amigos los Sánchez de Puerta. Transcurrieron cuatro años, hasta que su última morada, su mausoleo, realizado por el escultor Amadeo Ruiz Olmo, estuvo listo para acogerle. Y así fue, el 15 de octubre de 1951, Manuel Rodríguez Sánchez Manolete, descansó definitivamente, muy cerca de los maestros Guerrita y Lagartijo. 

FRANCISCO BRAVO ANTIBÓN 
Fotos: José Luis Cuevas

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