FINITO DE CÓRDOBA
Estoy en deuda con Juan Serrano "Finito de Córdoba", ya que en mi andadura de crítico taurino en el semanario "Mundo de los Toros" y en la emisora de radio Onda Cero, de Córdoba, fui siempre muy exigente con el torero. Entendiendo que aquella calidad que
atesora su torería no debía ocupar esa zona templada del escalafón taurino. Su maravilloso toreo, su exquisito toreo y su fino toreo bordado con oro de muchos quilates no era merecedor de un conformismo, por mi persona poco entendido.
Ello me llevó a que fieles seguidores de Juan me vieran con malos ojos, algo que como es natural, no me importaba, mi crítica siempre intentaba ser constructiva, porque cuando llegaban los elogios, nadie me felicitaba, cosa que no me hacía falta por mi independencia
taurina, pero era raro, que, cuando le exigía a Finito me abordaban y cuando lo elogiaba callaban.
Viví toda la andadura torera desde su etapa de novillero, en los archivos de dicha revista taurina está mi crítica del día de la alternativa, elogiando todo lo elogiable de aquella figura que apuntaba un toreo lleno de exquisiteces.
Incomprensiblemente su arte fue a menos y a los que nos gusta paladear el toreo bueno fuimos exigentes con él, ya que intuíamos que tan buen artista no debía dejar una huella tan conformista.
Hoy, quiero volver a ejercer mi modesta crítica taurina, visto lo visto en la plaza de toros de Valencia, el día 19 de Marzo de 2019.
Ese es el torero que debió ser siempre, con un arte a raudales, con mando en plaza y para mandar también en el escalafón de los coletudos, porque todo el que torea así, está condenado a mandar en el toro y en el toreo. Precisamente lo que en una de mis crónicas
radiofónicas le exigí duramente, no duro por la crítica, sino por espolear a tanta torería que nos dejaba la miel en los labios.
Juan, quiero que sepas, que si en algo fui tan exigente, es porque lo que he visto en tan señalada fecha en la plaza de toros de Valencia, es lo que quería ver todas las tardes. Puede que me digas," eso no se puede realizar continuamente", entiendo que tanta
maestría, genialidad y sobre todo, personalidad es difícil unirlas con facilidad. Pero tú, nos has demostrado que puede hacerse realidad.
Con tu veteranía tienes la moneda en la mano, ¡y qué moneda!, toreros como tú le hacen falta a una fiesta carente del arte que atesoras. La solera cordobesa de tu tauromaquia debe servir para que beban en ella nuevos valores. Con el toro de verdad, con el que
exige, con el que empuja y con el que pide toreros, como ese hermoso ejemplar de tu tarde para el recuerdo.
Perdóname Juan, no quiero volver a ser exigente igual que en tiempos pasados, pero como dice la sevillana, no te vayas todavía por favor sin antes haber inundado de genialidades, esculturas y carteles, firmados con tu capote y muleta torera todos los ruedos
de la España taurina. Recordarás que me obsequiaste la muleta de esa inolvidable faena realizada en la plaza de Montoro, a un animal que el presidente no quiso perdonarle la vida, y tú con mucha sensibilidad no quisiste consumar la suerte suprema. La misma
sensibilidad que tuviste al dedicarme la joya con la que habías construido tan maravillosa obra.
Quiero recordarte, que, una feria de julio del año 1942, Valencia catapultó al III Califa de la torería cordobesa, puede que la historia se repita en tu persona, a pesar de tus años de alternativa. La joya de la orfebrería torera de Juan Serrano, está pidiendo
un pedestal. Que la suerte te acompañe y Dios reparta suerte, aprieta los machos que te van a venir muchos contratos.
Gracias Juan por hacernos soñar con el toreo grande y eterno en ese día del padre, esa fecha en la plaza valenciana, fuiste "EL PADRE DEL TOREO".
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