domingo, 12 de febrero de 2023

EL PINTOR MIGUEL DEL MORAL Y “MANOLETE”


Miguel del Moral Gómez, en su estudio de la calle de la Hoguera.


Las coincidencias de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez “Manolete” con Miguel Del Moral Gómez.-

Miguel Del Moral Gómez, el “pintor de Córdoba” de los dos últimos tercios del siglo XX, a juicio de muchos expertos en la materia, es el autor del mejor retrato al óleo de Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”. Pero, además, entre ambos personajes –retratista y retratado–, hubo varias coincidencias vitales y un cierto grado de vinculación familiar, aunque no llegaron a tener parentesco.

Este artista cordobés, vino al mundo en una casa que se encontraba a escasos metros del inicio de la calle Conde de Torres Cabrera, concretamente, en la plaza de San Miguel que se abre en el lateral norte de la iglesia del mismo nombre, bastante cerca de la vivienda natal de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez.

Miguel llegó a este mundo 112 días antes que Manuel Laureano, pues fue alumbrado el 14 de marzo de 1917, mientras que, el universalmente famoso torero, vio la luz el 4 de julio de ese mismo año.

Ambos fueron bautizados en la misma pila bautismal, o sea la de la parroquia de San Miguel y, posiblemente, con menos de cuatro meses de diferencia.

Miguel Del Moral Gómez estudió en los Salesianos de la calle de María Auxiliadora, entre los años 1924 a 1929. Por tanto, en el mismo colegio y en los mismos años que Manuel Laureano Rodríguez Sánchez y, probablemente, fueron compañeros de clase y de juegos en el recreo.

Ambos hicieron la Primera Comunión en la Iglesia del citado colegio, a lo mejor en la misma fecha o, a lo sumo, con una o dos semanas de diferencia.

Cuando estalló la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, Miguel Del Moral, que tenía18 años, se vio obligado a interrumpir su carrera profesional, exactamente igual que Manuel Laureano Rodríguez, que acababa de cumplir la misma edad. Ambos se alistaron voluntarios al ejército del bando nacional, y ambos fueron destinados al frente norte de la provincia de Córdoba.

Entre Miguel Del Moral y “Manolete” existió una doble relación de familiaridad.

Miguel era el segundo hijo –primer varón–, del matrimonio formado por Francisco Del Moral y Ana Gómez Romero.

Su padre era un modesto, aunque competente, profesional de la hostelería, hermano menor de Francisca Del Moral, la esposa de Federico Vargas Martínez-Mahedero, el dueño de la famosa “Venta de Vargas”, que había sido inaugurada un año antes de que nacieran Miguel y Manuel Laureano, o sea en 1916. La placita de toros de dicha “Venta de Vargas”, que fue puesta en marcha el 29 de noviembre de 1929, le sirvió a Manuel Laureano para realizar sus primeros avances en tauromaquia.

La madre de Miguel era la más pequeña de los hijos de Miguel Gómez Pavón (1), el fundador de la “Casa Miguel Gómez”, un restaurante que tuvo su mayor apogeo cuando, fallecido su creador el 15 de octubre de 1916, pasó a denominarse “Restaurante Hijos de Miguel Gómez”. Allí hubo varias tertulias taurinas, entre otras la que frecuentaba “Camará”, el apoderado “Manolete”.

El matrimonio de Miguel Gómez Pavón y Concepción Romero Márquez, tuvo cuatro hijos, la mayor se llamó como la madre, Concepción, luego vinieron dos varones, primero Francisco e Ignacio después, que fueron los propietarios del indicado famoso restaurante a la muerte de su padre, y la hija menor que se llamó Ana, fue la madre de Miguel Del Moral.


Foto de finales del siglo XIX de la familia Gómez Romero al completo: 1.- Miguel Gómez Pavón; 2.- Concepción Romero Márquez (ambos fueron los abuelos maternos de Miguel Del Moral Gómez); 3.- Concepción Gómez Romero (la hija mayor, que se casó con Francisco Rodríguez Sánchez, tío de “Manolete”); 4.- Francisco Gómez Romero; 5.- Ignacio Gómez Romero (ambos fueron los dueños del restaurante “Hijos de Miguel Gómez”); 6.- Ana Gómez Romero (la hija menor, que se casó con Francisco Del Moral y fue madre del pintor Miguel Del Moral Gómez)


La mayor de los hermanos Gómez Romero, o sea Concepción, se casó con Francisco Rodríguez Sánchez, que era hijo de Manuel Rodríguez Luque –subalterno y primer torero que utilizó el apodo de “Manolete” –, y de Ángela Sánchez Gómez, prima hermana de Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”. Tanto el primer Califa cordobés de la torería como su prima hermana, pertenecían a la familia de los “Poleo”, estirpe de toreros entre los que también hubo alguno que usó el remoquete de “Bebe”.


A la izquierda: Concepción Gómez Romero, tía carnal de Miguel Del Moral y tía política de Manuel Rodríguez “Manolete”, posiblemente foto del día de su boda. A la derecha: años más tarde, la misma Concepción Gómez Romero y su marido Francisco Rodríguez Sánchez, tío carnal de Manuel Rodríguez “Manolete”.


O sea que, Francisco Rodríguez Sánchez, el marido de Concepción Gómez Romero, era hermano de los toreros José Rodríguez Sánchez “Bebe chico” y Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” (padre). Este matrimonio tuvo siete hijos que se llamaron María, Josefa, Dolores, Concepción, Miguel, Ana y Manuel Rodríguez Gómez, que eran primos hermanos, por parte de padre, de los hijos de los dos toreros antes nombrados, o sea de los dos que tuvo José Rodríguez Sánchez “Bebe chico” con Fuensanta Castillejo Rodríguez, que se llamaron Ángela y Manuel Rodríguez Castillejo, alias “Palitos”, y de los cuatro que tuvo Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” (padre) con Angustias Sánchez Martínez, que se llamaron Ángela, Teresa, Manuel Laureano y Soledad Rodríguez Sánchez.


Fotos de principios de los años 20: A la izquierda los tres hermanos Del Moral Gómez: Francisco, el más pequeño, Miguel y Ana, la mayor. En la foto de la derecha, numerados: 1.- Miguel Del Moral; 2.- su madre Ana Gómez Romero; 3.- su hermana mayor Ana; 4.- su hermano pequeño Francisco; 5.- su primo-hermano Miguel Gómez Nieto, del que haría en 1940 el primer retrato de gran formato; 6.- su tío Francisco Gómez Romero, uno de los dueños del Restaurante Hijos de Miguel Gómez.


Claro está que, por parte de madre, los siete hijos de Francisco Rodríguez Sánchez y de Concepción Gómez Romero, también eran primos hermanos de los demás nietos de Miguel Gómez Pavón, entre otros, de los tres hijos de Francisco Del Moral y de Ana Gómez Romero, que eran Ana, Miguel y Francisco Del Moral Gómez, por lo que Miguel Del Moral Gómez y Manuel Laureano Rodríguez Sánchez “Manolete”, tenían seis primos hermanos comunes, aunque entre ellos no existía parentesco alguno.

Por otro lado, Francisca Del Moral, hermana del padre Miguel Del Moral Gómez y, por tanto, tía carnal paterna de éste, estaba casada, como ya se ha dicho, con Federico Vargas Martínez-Mohedero, y con él tuvo dos hijos: un varón llamado Antonio y una hembra de nombre Dolores, ambos apellidados Vargas Del Moral, ambos primos hermanos de Miguel Del Moral Gómez.


Francisca Del Moral (a la izquierda), esposa de Federico Vargas Martínez-Mahedero, y madre de Antonio Vargas Del Moral –primo-hermano de Miguel Del Moral Gómez–, que se casó con la hermana de “Manolete”, Angustias Molina Sánchez, (arriba al centro), cuyas hijas, Dolores (arriba a la derecha), Encarna (abajo al centro) y Rafaela (abajo a la derecha), eran sobrinas carnales de “Manolete” y sobrinas segundas de Miguel Del Moral.


Antonio Vargas Del Moral, fue el primer marido de Angustias Molina Sánchez, hermana de madre de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez “Manolete”, segunda hija del primer matrimonio de Doña Angustias Sánchez Martínez con el malogrado Rafael Molina Martínez “Lagartijo chico”. El matrimonio formado por Antonio Vargas Del Moral y Angustias Molina Sánchez, tuvo tres hijas que se llamaron Dolores, Encarna y Rafaela Vargas Molina, sobrinas carnales de “Manolete”, por parte de madre, y sobrinas segundas de Miguel Del Moral por parte de padre, lo que tampoco suponía parentesco alguno entre el torero y el pintor.

Y, por idéntica razón, como Dolores Vargas Del Moral, la popular Lola Vargas, se casó con Antonio de la Haba

Torreras, matador de toros de la estirpe de los varilargueros apodados “Zurito”, Miguel Del Moral también era tío segundo de los hijos de Antonio de la Haba “Zurito” y de Lola Vargas, tres de los cuales han sido toreros: Antonio y Manuel, novilleros primero y subalternos después; y Gabriel de la Haba Vargas “Zurito”, matador de toros.

Qué importancia y significado ha tenido Miguel Del Moral en la pintura del siglo XX

Miguel Del Moral Gómez, fue calificado por los expertos en arte, como el “Zurbarán cordobés” y uno de los pintores andaluces más importantes de los dos últimos tercios del siglo XX.

Cierto es que tenía potencial para haber llegado a ser uno de los grandes pintores españoles contemporáneos, pero existieron dos hándicap que, de alguna manera, coartaron tal posibilidad: de una parte, su marcada tendencia a trabajar sobre encargo y para particulares, por lo que, el grueso de su obra fue a parar, y sigue estando, en manos privadas (2); por otro lado, su afincamiento en Córdoba fue tan firme que sólo hizo exposiciones en su ciudad natal y eso dificultó que sus obras fueran conocidas en otros ámbitos, en pinacotecas públicas o a nivel museístico y, al mismo tiempo, toda su obra quedó impregnada, dicho sea sin ánimo peyorativo, de cierto provincianismo, tal como su amigo Antonio Gala Velasco puso de manifiesto en su libro “Ahora hablaré de mí” (3).

Miguel Del Moral estudió en el colegio de María Auxiliadora de los Salesianos, hasta los doce años, pasando en 1929 a recibir formación técnica básica de dibujo y pintura en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos

de Córdoba que se ubicaba, desde 1910, en la casa solariega de la Marqueses de Benamejí, en la calle Agustín Moreno, cerca de la Iglesia de Santiago. Hoy día, dicho edificio alberga la denominada Escuela de Arte “Dionisio Ortiz”.

Tenía 19 años cuando, el 18 de julio de 1936, dio comienzo la Guerra Civil y, como la mayoría de los jóvenes cordobeses de su edad, se alistó voluntario en el bando nacional, siendo destinado al frente norte de la provincia de Córdoba, donde permaneció hasta abril de 1939, momento en que finalizó la contienda y él se encontraba en la zona extremeña de Castuera, limítrofe con el norte de la provincia de Córdoba.

A partir de esa fecha reanudó su formación en la Escuela de Artes y Oficios, donde permaneció hasta 1942. Pero, al mismo tiempo, inició su carrera profesional como pintor y dibujante.

Fueron unos comienzos difíciles, ya que el ambiente de España en la postguerra no era el más propicio para que, un artista totalmente desconocido, pudiera abrirse camino fácilmente, sobre todo en una ciudad que, como Córdoba, a nivel artístico y cultural, se había quedado anquilosada desde hacía años y parecía difícil sacarla de su mediocre provincianismo.

Sus comienzos como Retratista y en el Grupo Cántico

Muy pronto se quedó huérfano de padre, y con el apoyo de su familia materna, Miguel Del Moral empezó a tener cierto nombre. En 1940 realizó el que sería su primer retrato de gran formato, dedicado a su primo Miguel Gómez Nieto, que había fallecido en la contienda civil (4).


A la izquierda: Retrato al óleo de su primo Miguel Gómez Nieto (1940) que, actualmente, forma parte de la pinacoteca patrimonial del Real Círculo de la Amistad de Córdoba. A la derecha: La ilustración conocida como “Ángel del Sur” que fue portada del primer número de la revista “Cántico”, en octubre de 1947.


Gracias a su buena formación humanística, no tardó en tomar contacto con los incipientes círculos culturales e intelectuales que se iban desarrollando en la ciudad. Para ello fue fundamental la relación, camaradería y amistad que cultivó con Julio Aumente Martínez-Rücker, Juan Bernier Luque, Ginés Liébana Velasco, Mario López López, Ricardo Molina Tenor y, muy especialmente, Pablo García Baena con el que mantuvo, hasta la muerte, una entrañable amistad.


Fotos de miembros fundacionales del Grupo Cántico: en todas ellas aparecen Pablo García Baena y Miguel Del Moral Gómez. También están: arriba a la izquierda, Ricardo Molina Tenor y Juan Bernier; abajo a la izquierda, Julio Aumente; y abajo a la derecha, Juan Bernier


Junto a todos ellos participó Miguel Del Moral en la formación del Grupo “Cántico”, aunque no en la creación poética, sino erigiéndose en “su” pintor y dibujante, inicialmente con más presencia y continuidad que el recientemente fallecido Ginés Liébana.

Su colaboración se plasmó en las portadas de los números de la revista y en las ilustraciones de los escritos de los restantes miembros del Grupo. Especialmente importante y significativo fue el hecho de que la portada del primer número de la revista “Cántico”, que se publicó en octubre de 1947 llevó, como emblema del Grupo, un dibujo a tinta negra de Miguel Del Moral que quedó bautizado para la posteridad como el “Ángel del Sur”.

También fueron suyas las ilustraciones de las portadas de los dos siguientes números extraordinarios de la revista, el de mayo de 1948 que incluía el poemario “Mientras cantan los pájaros”, de Pablo García Baena, y el de otoño del mismo año, dedicado a los poemas de “Aquí en la tierra” de Juan Bernier.


Portadas del segundo y tercer número de la revista “Cántico”, ambas con ilustraciones salidas de la mano y genialidad de Miguel Del Moral.


Al mismo tiempo que colaboraba con el Grupo Cántico, siguió cumpliendo encargos privados, fundamentalmente de retratos, que alcanzaron el cenit en los conocidos de “Manolete”, realizado en 1948, y su madre Doña Angustias, en 1949, que lo situaron como el mejor retratista de aquel momento.


Retratos al óleo de Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” (1948); y de la madre del torero, Doña Angustias Sánchez Martínez (1949). Ambos estaban en el palacete de la avenida de Cervantes y, se supone, seguirán en poder de los descendientes de Doña Angustias, familiares del torero.


A finales de la década de los 40, Miguel Del Moral marchó a Madrid con la intención de completar su formación académica en el Círculo de Bellas Artes y estudiar a los grandes maestros de los museos nacionales, principalmente en el Prado, donde se impregnó de la pintura del “quatroccento” italiano y de las obras magistrales de Velázquez, Goya y Zurbarán, principalmente.

Para no tener que depender de su familia, y disponer de cierta autonomía durante su estancia en Madrid, trabajó como dibujante en revistas de carácter cultural, artístico e intelectual, tales como: “La  literaria”; “El Español”; “Caracola”; “Fantasía” y “Platero”, donde tuvo la oportunidad de conocer a otros colegas que también colaboraban en dichas publicaciones, tales como Carlos Sáenz de Tejada y Ledesma; Lorenzo Goñi Suárez y Manuel Mampaso Bueno; y también con Ginés Liébana Velasco, con el que ya mantenía un fluido contacto en el seno del Grupo Cántico.

También tuvo en Madrid la oportunidad de conocer a Daniel Vázquez Díaz, visitar su estudio y escuchar sus consejos que reforzaron sus conceptos de simplificación y sencillez que, sin separarse de la esfera pictórica de Zurbarán, lo fueron apartando del barroquismo andaluz.

Comienza su madurez creativa.-

A su vuelta a Córdoba en el año 1949, celebró su primera exposición en la que, para muchos expertos en arte, Miguel Del Moral se mostró como el primer pintor local y uno de los de mayor proyección futura a nivel nacional.

En 1950 pone al descubierto una nueva faceta de su capacidad artística: la de diseñador y restaurador de imaginería pasional, pues movido por su formación cristiana y su acercamiento y conocimiento a la Semana Santa cordobesa, acomete la transformación del Cristo del Remedio de Ánimas, imagen a la que da pátinas de tonalidades oscuras en su encarnadura, añade una peluca de pelo natural cubriendo la cabellera tallada. Le diseña: un nuevo paño de pureza de brocado con el que, también, cubre el de talla original; unos clavos de plata en forma de azucenas; y un velo de tinieblas para que cuelgue de la cruz. Para culminar la obra diseña unas andas inspiradas en el túmulo funerario del Cardenal Salazar que se encuentra en la capilla de Santa Teresa o del tesoro de la Sta. Iglesia Catedral, creando, con todo ello, una estética diferente a todo lo conocido hasta entonces en la Semana Santa cordobesa.

En 1951 consiguió dos galardones de extraordinaria importancia, consistentes en dos Primeros Premios: uno, el del Círculo de Bellas Artes de Madrid; y otro, el de la Exposición Hispanoamericana de Arte Taurino, con su obra “Torero Gitano”.


A la izquierda: “Torero gitano”, óleo con el que Miguel Del Moral ganó el Primer Premio de la Exposición Hispanoamericana de Arte Taurino de 1951. A la derecha: “Los Teólogos”, con clara influencia de Zurbarán, que le valió para ganar el Primer Premio de la Diputación Provincial de Córdoba del año 1954. Este cuadro se conserva en el Palacio de la Merced, sede de la citada corporación.


En 1952 viajó a París, donde residió una temporada con la intención de estudiar a fondo a los grandes maestros del impresionismo, ahondando en su concepción técnica y en su sensibilidad artística, que tuvieron gran influencia en sus posteriores trabajos.

Regresó a Córdoba, al estudio que entonces tenía en la calle Duque de Hornachuelos, donde continuó trabajando en los encargos de particulares, empresas e instituciones, y preparando la exposición que presentó en 1953, en la que mostró ante sus paisanos la variedad temática con la que trataba la figura humana, eje central de sus trabajos, su permanente búsqueda de la belleza, de la perfección técnica y del trasfondo poético que pretendía transmitir en cada una de sus obras.

En 1954 consigue el Primer Premio de la Diputación Provincial de Córdoba con el óleo titulado “Los Teólogos”, cuadro que se conserva en el propio edificio de la institución provincial del Palacio de la Merced.

En su afán de seguir aprendiendo de los grandes maestros, de perfeccionar su técnica y de incrementar su capacidad para captar y plasmar “alma” a sus composiciones pictóricas, Miguel Del Moral realizó otro viaje, en 1955, recorriendo: Austria; Hungría; Países Bajos; Yugoslavia e Italia. En este último país le causa un gran impacto tanto la estética arquitectónica veneciana como los mosaicos de Rávena y, especialmente, la obra pictórica de Tommaso Giovanni “Massaccio”, que tendrá gran influencia en sus posteriores obras, sobre todo en los cuadros murales que realizó, para el desaparecido Hotel Gran Capitán –cuyo edificio fue derribado a finales de 2006, desconociendo el paradero de dicho mural–, como el que realizó para la antigua oficina principal de Cajasur, en Ronda de los Tejares nº 18. En ambas obras conjugó la exposición de la grandiosidad renacentista con la belleza poética de la composición.

A finales de 1956 realizó el dibujo que alcanzó la mayor difusión todos lo realizados por Miguel Del Moral: el que sirvió de enseña y emblema para la Sociedad de Conciertos de Córdoba y que, durante 16 años, figuró en todas las carátulas de los más de 250 programas de actos musicales celebrados en el Salón Liceo del Real Círculo de la Amistad, donde participaron los concertistas más relevantes del mundo entre 1954 y 1971.

Y como no podía ser menos, también las Juventudes Musicales de Córdoba le pidieron el diseño de su emblema, que se estrenó en junio de 1958, aunque su difusión fue mucho menor.


Dibujos realizados en 1956 y 1958, respectivamente para la Sociedad de Conciertos y las Juventudes Musicales.


Su plenitud y consolidación.-

Su carrera se jalona con actuaciones relevantes en otros aspectos artísticos, como la ejecución de las cristaleras del convento de las Salesas que, por encargo del arquitecto Rafael del Hoz Arderius, llevó a cabo en el año 1959, o incursiones puntuales en diseños de cerámica, como la muestra del Ecce Homo que colocó, a modo de hornacina, sobre una de las ventanas de su nuevo estudio que abrió el año 1962 en la calle de la Hoguera, cuando compró la casa que forma esquina con la plazuela que, hoy día, lleva su nombre (5). Ese sería su estudio definitivo, y en el se mantuvo activo durante los últimos 36 años de su vida.


Rótulo que figura sobre la pared del que fue su estudio en la calle de la Hoguera cuyo tamaño y estructura podría herir la sensibilidad de quien da nombre a la plazuela. A la derecha, una muestra de las vidrieras que creo en 1959 para la iglesia de Las Salesas de la Avda. de San José de Calasanz, por encargo del arquitecto de dicho convento, Rafael de la Hoz Arderius.

En 1975 hace otra exposición en la Galería Studio de Córdoba que, en realidad, fue una recopilación de su trayectoria artística, más que un reclamo comercial, pues en ella se expusieron cuadros cedidos por propietarios particulares, pertenecientes a diferentes momentos y temáticas como, por ejemplo, el bodegón titulado “La cena del Bautista”, uno de los pocos óleos de Miguel Del Moral donde la figura humana está ausente.

En 1981 vuelve a conseguir el Primer Premio del Círculo de Bellas Artes de Madrid, concretamente el de su VIII Salón, con el óleo titulado “Pedagogía”, cuadro de gran sencillez, pero con enorme contenido simbólico y poético.

Por último, llegarían dos reconocimientos a nivel local: uno por parte del Ateneo de Córdoba, que le rindió un homenaje con entrega de la “Fiambrera de Plata”, el día 7 de diciembre de 1988; y otro el del periódico “Córdoba”, que lo nombró como uno de los “Cordobeses del año” de 1995, galardón que recogió en un acto celebrado en el Salón Liceo del Real Círculo de la Amistad.


Durante el acto de entrega del galardón del diario “Córdoba” a Los Cordobeses del Año 1995, en el Salón Liceo del Real Círculo de la Amistad. A la izquierda con Pablo García Baena; en el centro junto a los demás galardonados y a la derecha durante la cena posterior.

Cumpliendo los designios de todo gran artista que está a las puertas de su fin y del olvido, en el otoño de 1997, Cajasur reunió 130 obras en la que fue su última y magna exposición en Córdoba, pues poco después, el 28 de abril de 1998, falleció a los 81 años de edad. A partir de ese momento, comienza Miguel Del Moral el peregrinaje hacia el olvido, a pesar de ser, probablemente, el pintor más importante de Córdoba durante los dos últimos tercios del siglo XX.

En el año 2017 se conmemoró el centenario del nacimiento de dos de los fundadores del Grupo Cántico: el del poeta Ricardo Molina Tenor y el del pintor Miguel Del Moral. Con tal motivo la Real Academia de Ciencias Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, que tanto tiempo tardó en considerar a Miguel Del Moral merecedor de pertenecer en vida a dicho cuerpo académico, editó un libro como homenaje al Grupo Cántico, en cuya portada recoge el perfil de una de las maravillosas esfinges que Miguel Del Moral solía plasmar en sus lienzos.


A la derecha: óleo titulado “Pedagogía” con el que Miguel Del Moral consiguió en 1981 el Primer Premio del VIII Salón del Círculo de Bellas Artes de Madrid. A la izquierda: portada del libro editado en 2017 por la Real Academia de Córdoba como homenaje a Cántico al cumplirse el centenario del nacimiento de dos de sus fundadores: Ricardo Molina Tenor y Miguel Del Moral Gómez.

También en 2017, el Ayuntamiento de Córdoba que, desde que falleció, había mantenido un absoluto mutismo, de casi 20 años, sobre la figura señera de Miguel Del Moral, organizó una exposición con varias obras del pintor en la galería Studio, que quedaba muy lejos de lo que hubiera sido una muestra antológica del pintor. Con idéntica intención de reavivar su memoria, promocionó una obra teatral titulada “Miguel Del Moral: El Ángel de la Hoguera”, que se representó en la Posada del Potro dentro del Festival Europeo de Creación Joven “Eutopía” 2017, en el que actuaban el actor Antonio Pedraza, que encarnaba el papel del pintor, la cantaora Isa Jurado, el bailaor Marcos Morales y el coro Ziryab. Era evidente que ni el sitio ni el momento era los adecuados para el fin que se perseguía.


Dos momentos de la representación de la obra “Miguel Del Moral: Ángel de la Hoguera” en la Posada del Potro, como homenaje al pintor en el centenario de su nacimiento.

Algunas opiniones sobre Miguel Del Moral.

En el libro 550 Cordobeses Ilustres (6) lo definen como “…uno de los primeros pintores y dibujantes andaluces, caracterizándole la fuerza de la escuela cordobesa del siglo

XVII en el trazo, la elegancia pictórica y, sobre todo, el oficio y la maestría…”

El que fuera gran dibujante y mejor crítico de arte, Francisco Zuheras, dijo de él: “La pintura de Miguel del Moral es como una gran meditación, como un encadenamiento de palabras poéticas que llegan al espectador cargadas de profundo sentido y que su afortunado autor tiene a su servicio –al servicio de su visión poética– un extraordinario dominio de la expresión”

Los poetas del Grupo Cántico, especialmente Juan Bernier, Vicente Núñez y Pablo García Baena, han plasmado muchos juicios en sus escritos, entre los que destacamos: “Miguel sin ismos, como todos los de Cántico… Su copioso lirismo, esa particular obsesión por expresar una concreta forma de belleza, trasluce, a veces, tácitos mensajes, henchidos sutilmente de sensualidad… Es un mito invulnerable de la Córdoba eterna… Si los poetas de Cántico buscaron denodadamente –y desnudamente– hacer poesía alejada de ismos y encasillamientos en el horizonte oscuro de la época, lo mismo se puede decir de la pintura de Miguel Del Moral, tan fuera del óleo relamido como de las pretendidas vanguardias…”

En 2017, al cumplirse el centenario de su nacimiento, su inseparable amigo Pablo García Baena dijo de él: “Fue un pintor que llenó su época. Es el pintor de Córdoba de una época, total”. Lamentándose, al mismo tiempo, de que veinte años después de su muerte, ni los que aun recordaban a Miguel Del Moral hayan podido ver su obra reunida en una exposición en la que se reflejara la materia densa de su pintura y el manejo de su pincel.

Miguel Del Moral, pintor de toreros.

A raíz de la trágica muerte de “Manolete”, Miguel Del Moral no sólo realiza el que, como ya se ha dicho, posiblemente sea el mejor retrato al óleo del torero, sino que en el número extraordinario y monográfico que el diario “Córdoba” publica a toda plana un extraordinario dibujo alegórico del gran Califa cordobés de la torería.

Alegoría a la muerte de “Manolete”, publicada en el mes de agosto de 1948 en el número extraordinario que el diario “Córdoba” dedicó al gran Califa cordobés de la torería, en el primer aniversario de su trágica muerte en Linares.

En él se observa, sobre el eje central del rostro de “Manolete” transformado en mascarilla mortuoria, sobrevolando un ángel mientras ante el torero se muestra la calavera de un toro de encornaduras tremendamente desproporcionadas, al lado de un poste con gallardete y, a modo de orla de todo el dibujo, un tremendo cuerno con una cinta entorchada donde se ven los nombre de las grandes figuras de la torería muertas por asta de toro…, mientras que, en la esquina inferior derecha, se ve una bola con la divisa de Miura.

Son celebres, también, los toreros pintados sobre cerámica que adornan, desde su inauguración allá por 1965, el Mesón de la Luna en la plaza del mismo nombre, en el entronque con la calle de Cairuán. Y similares son las cabezas de toreros antiguos pintadas directamente sobre platos cerámicos.

Platos de cerámica con cabezas de toreros, con antiguas hechuras en las monteras y “moderna” expresividad en los rostros.

También son memorables sus dibujos sobre tauromaquia, impregnados de magia alegórica y poesía, con tintes dramáticos, que vienen a confirmar la vinculación de este gran pintor con la Fiesta Nacional, y no sólo por su parentesco con familias tan toreras como las de “Manolete” y los “Zurito”, sino por el convencimiento, como gran profesional de la pintura, de que el mundo taurino es una expresión viva de cultura y una fuente inagotable de inspiración para todas las artes.


Dibujo de complicada composición, en el que se entremezclan rostros de toreros, con monteras de diferentes épocas, con un picador con castoreño y cara peculiar, con banderillas y puya, y destacando un asta de toro que hace como remate de toda la composición.

En definitiva, los oleos y dibujos taurinos de Miguel Del Moral, son obras de arte con las que quiso demostrar su amor y aprecio por el toreo, entendiéndolo y exaltándolo como una manifestación cultural y artística. Y al plasmar con sus pinceles los diferentes aspectos de la Fiesta Nacional, la eleva a cotas de extraordinaria belleza. Es, en definitiva, una faceta más del arte sin límites de ese gran cordobés que fue Miguel Del Moral Gómez, con el que nuestra ciudad sigue teniendo pendiente una deuda de admiración y reconocimiento.

N O T A S

Nota nº 1.- Miguel Gómez Pavón, el abuelo materno de Miguel Del Moral Gómez, nació el 27 de febrero de 1865 y, aunque su profesión inicial fue la de cochero, a principios del siglo XX abrió un restaurante en la esquina de Marqués del Boíl con Morería –que entonces se llamaba calle Morillos–, que se conoció como “Casa Miguel Gómez” y llegó a tener su mayor esplendor desde la postguerra civil hasta 1954, en que cerró sus puertas. Miguel Gómez se casó con Concepción Romero Márquez la que, según una “leyenda”, estaba emparentada con los Romero de Villanueva de Córdoba, de donde era oriundo el padre de Francisco Romero y Acevedo, el primer torero que mató toros a pie con espada y ayudado de muleta.

Nota nº 2.- Hubo un momento de tal apogeo y prestigio de Miguel Del Moral como pintor, que se decía que si una familia cordobesa quería adquirir un alto nivel socio-cultural, debería tener colgado en las paredes de su casa un Del Moral, como signo de buen gusto y capacidad económica.

Nota nº 3.- En referencia a Miguel Del Moral, dice Antonio Gala en el capítulo “Las artes y yo” de su libro “Ahora hablaré de mi”: “Yo intuí que, si permanecía en Córdoba, se amaneraría, como al final se amaneró Julio Romero, que pintó siempre a la misma señora, cualquiera que fuese la que le había encargado su retrato. Transformarse en una gloria municipal es fácil: basta permanecer fiel a una ciudad, que acaba por recompensar tanta pertinacia con una calle, o con una plaza, o con una exposición antológica. Llegué a convencer de esto a Del Moral y me encargué de buscarle un estudio en Madrid. Se lo encontré en una casa al final de Hortaleza. Todo estaba resuelto. Pero él no se atrevió a dar el paso. Se quedó en Córdoba, y se murió allí en todos los sentidos”.

Nota nº 4.- El retrato de Miguel Gómez Nieto, obra de gran dimensión realizada por Miguel Del Moral en 1940, forma parte actualmente del patrimonio del Real Círculo de la Amistad de Córdoba, por donación de la familia que poseía dicha obra.

Nota nº 5.- La calleja de la Hoguera va desde la calle Céspedes hasta la calle Deanes. En el siglo XIX era conocida como calle Quero y se componía de dos tramos sin unión, uno desde calle Céspedes hasta el patinillo que queda al fondo después del arco artesonado, y el otro desde la plazuela que se llamaba de la Hoguera, hasta la calle Deanes. En 1955, siendo alcalde Antonio Cruz Conde, se unieron ambos tramos quedando una sola calle en forma de un “cuatro” irregular, con un arco artesonado que desemboca en un patinillo y de este, a través de otro arco, se sale hasta la plazuela que desemboca en la calle Deanes, llamándose toda ella calle de la Hoguera que, recién inaugurada y por poco tiempo, fue popularmente conocida como “el callejón de los rincones de oro” en alusión al color de los fluidos humanos con los que, algunos desaprensivos, solían “perfumar” sus rincones. En 1962, Miguel Del Moral, compró la casa de la esquina que va desde el patinillo hasta la plazuela que lleva su nombre, como nos indica un rótulo desproporcionado y de muy mal gusto. Dicha casa, que fue su estudio hasta 1998, año de su fallecimiento, está al cuidado de sus sobrinos que tratan de mantenerla tal como él la dejó, pero que no recibe un tratamiento que garantice su correcta conservación y, sobre todo, parece que ninguna institución ha pensado en darle un mejor destino del que actualmente tiene, que es el olvido.

Nota nº 6.- “550 CORDOBESES ILUSTRES”, es un interesante libro que sus propios autores, Serafín Linares Roldán y los hermanos Francisco y Daniel Arenas Rodríguez, subtitulan como “Grandes figuras y protagonistas de la Historia de Córdoba”, fue editado con el apoyo de varias instituciones cordobesas.

BIBLIOGRAFÍA

Ahora hablaré de mí

Antonio Gala

Círculo de Lectores – Barcelona - 2000

550 Cordobeses Ilustres

Serafín Linares; Francisco M. Arenas y Daniel Arenas

Editorial Córdoba Libros - 2010

La poética de Miguel Del Moral

Ana Melendo

Universidad de Córdoba 31 de mayo de 2013

Manolete, Leyenda viva en Villa del Rio (1947 – 2022)

Francisco Laguna Menor

Diputación provincial de Córdoba y Ayuntamiento de Villa del Río – Unigrafic del Sur - 2022

Cabanillas del Campo, 25 de enero de 2023

Cayetano Melguizo Gómez

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