viernes, 17 de febrero de 2023

 Lactancia seca.

Autora: Rocío Biedma.


 

El dolor lactante es el anclaje de sus vidas desafinadas, en ellas se fecundan recíprocamente la palabra y el horror en concepto de olvido.

Sus almas son urnas funerarias desde el mismo momento de su nacimiento en el Paraíso con serpiente.
El eco mudo de sus voces queda atrapado en las heridas que les definen.
 
Estos renglones perfectamente podían ser la sipnosis del poemario: Lactancia seca, de la poeta Rocío Biedma.


 
«Dolor en el tiempo,/ horror en la memoria,/ heridas en el alma…/ Y un sabor a ceniza/ que chirria en los dientes,/ nos tapona la tráquea/ les impide a los ojos/ entender casi nada./ Y un morir poco a poco,/ con recuerdos que arañan/ el tejido sistólico./ Los relojes se paran./ El aire enmudece,/ como aquella tarde/ entre risas de niños,/ reventada». (Poema titulado. 1 de abril. Cinco y veinte de la tarde. Perteneciente al libro: Lactancia seca.
 
Este volumen es de gran dureza a la vez que bellísimo. Es impactante, cautivante, en el fondo es un canto de esperanza y una promesa de vida, un alegato en favor de la paz.
Una lectura de la que no se sale indemne.
Trata la violencia en estado puro, aplicada principalmente a los niños, que luchan fieramente por su supervivencia. Que necesitan comprensión, caricias, ternura, que los miren a los ojos y les digan que les quieren.



Habitan en su soledad que sostiene la identidad del miedo. La guadaña les acompaña permanentemente. La muerte vendrá y en sus miradas volcánicas se reconocerá. La realidad juega con ellos que no pueden escapar de su destino. Son eslabones de la misma cadena…
 
Versos muy visuales, que contienen el aliento, imágenes que se quedan para siempre en el susurro de la sangre que se arrodilla ante cada palabra…
En el andén del presente el anonimato desnudo camina hacia el infierno.
El silencio incinerado hiere y perfora a las cicatrices que han llorado demasiadas veces…


 
«Una ladera arcillosa en la mirada,/ redobla el óxido turbio del silencio/ que golpea, una y otra vez/ la edad solidificada,/ la semilla engendradora,/ la lactancia seca/ de un soliloquio universal». (Fragmento del poema: lactancia seca).
 
Tanto la portada como el título de este tomo son muy potentes. El prólogo, muy acertado, es de la poeta uruguaya Rocío Cardoso. También lleva una breve reseña, muy en concordancia con el conjunto de los textos, la autoría es de Arístides Naranjo García.
Los poemas están agrupados en seis secciones:
* Los niños de la guerra.
* Los ahogados.
* Los que huyen de la barbarie.
* Los feminicidios.
* Las Madres.
* La Esperanza.
 
Especialmente duro es el apartado denominado: Feminicidios.
«Hoy sólo tengo tres años/ y una muñeca de trapo,/ que me dejó mi hermana/ cuando jamás regresó,/ de andar por las arenas,/ aquella fría tarde./ (…)./ Hoy cumplo mi tres años/ me llevan, creo que lejos,/ lo mismo que a mi hermana,/ allí, donde no escucha nadie./ Allí donde su pureza,/ se fraguó a borbotones,/ de arena reseca y sangre,/ (…). Sólo tengo tres años,/ y un verbo entre las piernas/ que no podrá conjugarse,/ porque un lubricán reseco,/ se encharcará con mi sangre./ (…). En mi epiléptico llanto/ tendré una herida obstinada./ (…). Me desvanezco,/ la noche,/ mi vida/… nadie. (Del poema: Ablación).


 
Una vez más Rocío Biedma pone de manifiesto su exquisita sensiblidad y su magistral pluma. Con maestría aborda un tema tan crudo y lo convierte en belleza.
Posicionada siempre de parte de los más desfavorecidos.
 
Enterrados en la memoria de cada una de estas personas, de cada uno de estos niños, el mañana desechable y el consuelo que no llega. Caminos errados.
Jamás hablan de su desesperación pero la renuevan cada día.
No canalizan el odio, posiblemente porque no lo sienten.
Sueñan con una vida mejor, pero no deja de ser eso, un sueño…
 
Cada suspiro es un espejo de sí mismo, arrojado al vertedero donde afloran la rabia muda, los amigos imaginarios y los besos prohibidos…
 
 
El 23 de abril es el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, esta fecha fue elegida como homenaje a Cervantes y a Shakespeare que murieron ese día de diferentes años.
Desde 2001 todos los años se designa una capital mundial del libro, la primera fue Madrid. Este año es Tiflis, capital de Georgia. El año 2022 será Guadalajara, en México.
 
Con vehemencia recomiendo cualquiera de los poemarios de Rocío Biedma.
«Lactancia seca». «Cerezas en invierno». El vértigo de la libélula».
Sus libros tienen gran poder de oxigenación.
 
La ceniza precintada nace de la oscuridad que atraviesa sus corazones, inofensivos, inocentes…
 
«Duele la injuria y el exilio,/ (…). Han cambiado los nombres de las calles:/ Hambre, Soledad, Miedo,/ Discordia, Suplicio, Espanto./ Les obligan a elegir,/ Oriente u Occidente,/ muerte o abandono,/ pertenencia o desgarro,/ en medio de los bucles que el mar se traga./ (…). La violencia es un tejido necrosado/ cuyas células se destejen, asediadas./ (…), y nuestra indolencia pávida,/ resbala por los muros/ donde escribimos cómplices/ sus nombres sin voz en las piedras,/ en la umbría del universo». (Fragmento del poema: Violetas al caer la tarde). Autora: Rocío Biedma.

Por: Pilar Redondo

Jose Luis Cuevas
Fotografias, Montaje y Editor
 

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